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Viernes, 13 de noviembre de 2015

ENTREVISTA EXCLUSIVA

LA ESTRATEGIA CUBANA

Mariela Castro Espín estuvo en Buenos Aires y habló con SOY sobre las prioridades que tiene Cuba antes de una ley
de matrimonio igualitario e identidad de género, las nuevas relaciones con Estados Unidos, la discriminación en la isla
y la visita del Papa.

 Por Luciana Peker

–¿Pero qué tiene que ver el imperialismo con el culo?”– la increpó un amigo a Mariela Castro.

–Mucho –replicó ella.

Y en el relato de la anécdota de uno de los tantos debates cubanamente cotidianos desdibuja las palabras académicas, los modales socialistas, las peroratas de funcionaria o las corridas por izquierda para volcarse al lenguaje donde la sexualidad nunca es llana.

– El Imperialismo nos quería coger por el culo y no lo hemos dejado –resalta. Y su risa resalta de la travesura lingüística que comete para horror de sus acompañantes que le aconsejan rápido que no diga lo que ya dijo.

Mariela Castro da libertad sin molde para un debate que involucra al sexo, al culo y al imperialismo.Mariela Castro es la hija de Raul Castro, el primer mandatario cubano y de Vilma Espin (ex líder de la Federación de Mujeres Cubanas), es la sobrina de Fidel Castro y directora del Centro Nacional de Educación Sexual e Cuba (CENESEX). Vino a la Argentina para dar una conferencia junto al Ministro de Educación Alberto Sileoni sobre la experiencia cubana en educación sexual

¿Cómo empieza el trabajo de educación sexual con la población trans en Cuba?

– Cuando empieza a trabajarse el problema del VIH los epidemiólogos identifican primero a las parejas heterosexuales y, después, a los hombres que tienen sexo con hombres como la población más afectada. Nosotros empezamos a trabajar con esa población no solo para tener mayor percepción del riesgo de contagio por vía sexual sino también para atender otras necesidades. Ese ha sido un camino largo de mucha investigación y diálogo. La población transgénero era atendida institucionalmente por un grupo especializado de salud pública desde 1979. Se hizo la primera operación exitosa en 1988 por urólogos cubanos. Pero no funcionó la comunicación. Hubo protestas por una parte de la población que consideró que era una barbaridad, que se estaba mutilando. La medicina, hasta ese momento, tenía un criterio de modificar el cuerpo para adaptarlo a la identidad de género para integrar a la sociedad plenamente y con menos dolor. Los estudios demuestran que la solución no es la operación, aunque para algunas personas es una ayuda importante. Poco a poco nos fuimos apropiando de otras miradas de análisis de las ciencias sociales y la antropología, con enfoques de derecho de la población transgénero. Ellas interpretan su derecho a que su cuerpo sea modificado, pero su derecho es mucho más a que su cuerpo sea modificado. Yo trabajé en mi tesis de sociología en el estudio de cuales son las condiciones de desintegración social que las ponen en situaciones de exclusión social, discriminación y segmentación. Hemos apostado a transformar la sociedad. Comprendimos que el problema no está exclusivamente en la persona transgénero, sino en la sociedad con los esquemas de pensamiento que, además, son muy antiguos y asumidos por el sistema colonial y europeo que hemos heredado. Cambiar ese sistema de pensamiento es muy complejo y difícil. Pero se puede. Nosotros llevamos el problema con un foco ideológico dentro de un proceso revolucionario que busca la emancipación plena del ser humano.

¿Te gustaría una ley de identidad de género para Cuba?

–No hemos logrado una ley como la Argentina.

¿Por qué tampoco hay matrimonio igualitario?

–Como hay tanta gente que le preocupa el matrimonio igualitario cambiamos la táctica y hablamos de igualdad de oportunidades como se trabajó con el derecho de las mujeres.

¿Si ahora puede estar la bandera de Estados Unidos en Cuba también puede estar el matrimonio igualitario no?

– No tiene nada que ver, son otras cosas. La sociedad cubana siempre quiso buenas relaciones con Estados Unidos, como con todos los países, pero en base a nuestra soberanía y a nuestro derecho a decidir. Y eso es lo que no ha ocurrido porque a Estados Unidos le resulta muy difícil cambiar desde su política imperial. Ahora se ha dado otra coyuntura. No se si tiene que ver con lo que dicen que dijo Fidel en una entrevista que llegó un Papa latinoamericano y un presidente negro, quién sabe.

¿Hablas con Fidel y Raúl Castro de este proceso?

–Con Fidel no porque lo tienen muy cuidadito porque si él ve a una sola persona se pone a trabajar. No tiene límites. Pero con mi papá sí, ya llevo muchos años dialogando con él sobre estos temas, proponiendo cosas, dando argumentos. Y no solo con él sino con todo el Partido Comunista y diferentes sectores de la sociedad civil. Nosotros tenemos una estrategia comunicacional y educativa para generar respeto y para ir disminuyendo todas las expresiones de discriminación por orientación sexual e identidad de género.

¿Das una batalla de la revolución de la diversidad sexual dentro de una revolución?

–Sí y dentro del Partido Comunista. Si el partido se identifica como un partido de vanguardia tiene que ser muy inclusivo e ir para adelante. Nosotros estamos ayudando a esto. A partir del 2012 se incluyó la especificidad a la orientación sexual y de identidad de género, aunque no lo entendían y creían que era lo mismo, en la lucha contra la discriminación.

¿Puede existir una opción real por la diversidad y el matrimonio igualitario de derecha?

–La derecha, en muchos otros países, ha tomado esa bandera porque la derecha es el camaleón que cambia de piel para solaparse y lograr lo que pretende. La derecha se apropia del lenguaje y las banderas de la izquierda y del pueblo, a quienes jamás van a representar, porque quieren sus privilegios y su gran comodidad.

¿Por qué de Cuba se sigue hablando como si la realidad denunciada en la película “Fresa y Chocolate” o el servicio militar para homosexuales siguiera vigente?

–Hubo un servicio militar con acciones de discriminación que duro tres años y hablan como si todavía existiera. Nosotros estamos haciendo una investigación con las personas que estuvieron. Era peor afuera porque la sociedad era homofoba y esas unidades militares reprodujeron la homofobia. Por ser homosexual no podías ir al servicio militar, entonces, muchos muchachos de la burguesía que no querían hacer el servicio militar, en un momento en el que Cuba estaba fuertemente agredida, decían que eran homosexuales para que no lo reclutaran. Entonces el Ministerio del Interior, de 1965 a 1968, toma la decisión de generar una unidad militar que fue estigmatizante. Era un momento muy duro. Un amigo mío gay estuvo en el primer llamado y cuando estábamos pensando que era un momento duro que nos asesinaban diplomáticos, que había terrorismo de Estados Unidos a Cuba, que era un gobierno de jóvenes que querían cambiar la sociedad. Mi amigo me dijo, “si, yo lo entiendo, ¿pero qué tiene que ver el imperialismo con el culo?”. Y yo le dije: “Mucho. El Imperialismo nos quería coger por el culo y no lo hemos dejado”.

Y sí lo hacemos es porque nos gusta…

–Si tu estas haciendo una revolución inspirada en un paradigma emancipador del ser humano tu tienes que analizar todas las aristas y condiciones que garanticen la plena dignidad del ser humano. Todas estas cosas en teoría son bonitas, pero en la práctica son muy complejas. Y ese aprendizaje lo estamos haciendo nosotros junto con otras sociedades. Pero veo que esta la jugada política “vamos a dar el matrimonio igualitario y nos ganamos a la población LGBT para los votos”. Lo he visto en muchos espacios. Por eso en Cuba la meta no es el matrimonio igualitario sino la igualdad de oportunidades y la dignidad plena del ser humano como decía José Martí. Y para lograr esa meta tienes que transformar las conciencias y transformar la cultura y no hay nada más transformador de la cultura que garantizar un proyecto socialista que garantice la igualdad plena entre los seres humanos y el destierro de todo tipo de discriminación. Para eso hay que investigar y proponer a la política cómo hacer. No quiere decir que tengamos la varita mágica. La práctica va cambiando y te va dando nuevas pistas para ir garantizando este proceso. Y transformando la sociedad estas transformando a quien discrimina y a quien es discriminada porque las personas discriminada sigue repitiendo las relaciones de discriminación de otra manera “ah, bueno, a mí me discriminan por trans y yo a este lo discrimino por negro”. O la misoginia con la idea de masculinidad hegemónica que la reproduce tanto el hombre heterosexual como el hombre gay….

Y el hombre revolucionario también…

–¡Y el hombre revolucionario! Eso es lo que hemos estado trabajando. Hay muchas personas que se sienten muy identificadas con nuestro proceso revolucionario, pero no se dan cuenta que ser revolucionario es trabajar en todos estos temas que fueron aprendidos de las relaciones de dominación que se impusieron de los sistemas coloniales y neo coloniales y que, sin darnos cuenta, los seguimos reproduciendo, acríticamente, sin darnos cuenta que no estamos siendo ni tan revolucionarios, ni tan justos, ni tan humanos. Estos elementos los estamos poniendo sobre la mesa en la política y espontáneamente porque en Cuba se arma una discusión en todos lados. Hay que estar abierto a la escucha, al construir colectivo y a la práctica donde realmente vas comprobando si esa idea y si esa política es la justa en ese momento. Siempre hay que estar abiertos a modificar una política retroalimentando con el pueblo. Todas estas luchas que hemos llevado desde la revolución cubana ha sido muy difícil, con referentes muy lejanos, Y lo que me gusta es que somos autocríticos. Qué pena que no nos dimos cuenta que Cuba era una sociedad homófobica. Pero, bueno, no podíamos ser los genios. Nosotros nos exigimos mucho. Querríamos ser la mejor experiencia socialista de la historia, no por chauvinista, sino porque queremos que perdure y que le sirva a otros pueblos. Pero otros pueblos han aprendido también de nosotros que no es fácil, que se cometen errores, hay cosas que salen y otras cosa que no salen, hay cosas que se salen de los principios y otras que aciertan. Yo me siento muy confiada de las nuevas generaciones que van apropiándose de la historia. Aunque hay jóvenes desconectados de la herencia de la historia y que ni se enteran drogados con la aspiración del modo de vida americano que se ha impuesto a través de Hoolywood y que quieren ser el rico de la telenovela pero si todos seríamos ricos ¿quién trabajaría para los ricos?.

¿Qué te pareció la visita del Papa a Cuba?

–Me encantó el mensaje del Papa de humildad para entender que no hay que estar aspirando mucho mas esos modelos de consumo egoístas, sin mirar al lado, sin pensar que si me como esto otros se van a quedar sin comer y hay que compartir y el pensamiento ético y humanístico de amor al prójimo.

¿A Cuba la cambió la visita del Papa Francisco?

–No nos cambió, nos narcisizó (risas). El Papa nos narcisizó y nosotros narcisizamos al Papa. Fue una química mutua. Lo sentimos como un amigo de siempre. Si el Papa es revolucionario, si el Papa es comunista son interpretaciones. El Papa es un gran ser humano y es un político responsable.

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