Viernes, 1 de abril de 2016 | Hoy
Paraísos blindados, la muestra de Marcelo Bordese, es un alarido contra el erotismo inocente.
Por Alejandro Dramis
Cuatro grupos de dibujos interpelan a cuatro escritores: Fernando Arrabal, el Conde de Lautréamont, Yukio Mishima y el Marqués de Sade. Lejos de formar una serie de ilustraciones sobre pasajes literarios de los autores elegidos, las obras de Marcelo Bordese, paradójicamente con su apellido, hacen estallar aún más los bordes figurativos, corporales y sexuales propuestos a partir de su particular lectura pictórica de los textos. Si esto es cierto —y la selección de escritores parece reforzar este punto de vista— el verdadero target de sus ilustraciones está focalizado en combatir la normalidad en general y la de los deseos, aquí violentamente sexualizados y disidentes de todo formato, en particular. Bordese crea un mundo en el que reinan la sangre y las pieles desnudas, fundidas en nuevas corporeidades que se encastran para recrear los infinitos modos de unirse, gozarse y padecerse al mismo tiempo, partiendo desde la percepción más cruda del placer corporal hasta trascenderlo y encarnarse de maneras inéditas con la otredad. El suplicio y el gozo protagonizan la mayor parte de la muestra y se ubican en el primer plano de obras como Y pusieron esposas a las flores V, una suerte de dungeon en el que se asfixian dos cuerpos trabajados, cubiertos de sangre y sudor, en proceso de mutación mientras forcejean y reflexionan junto a crucifijos y rosarios, situación similar a la de Y pusieron esposas a las flores III, en donde una orgía sangrienta deshace los cuerpos patrocinados por ese mismo crucifijo pero ahora operando como un recurrente dildo, o en Dulce ironía - La piel de la orgía, una gang bang de fusiones femenino-masculinas y animales que transita las transformaciones físicas de la mano de un fist fucking reptiliano que desafía la gravedad de los cuerpos en suspensión. Bordese y su impresionante obra apelan a la radicalidad del placer y el dolor, allí donde padecimiento y gozo se funden en una síntesis bestial, visceral y profundamente humana. Paraísos blindados, propios y ajenos, escurridizos y cercanos, brutalmente hermosos.
Martes a viernes de 12 a 20 en el Palais de Glace, Posadas 1725
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