[cerrar]

Comparta esta nota con un amigo

E-Mail de su amigo
Su nombre
Su E-Mail

De día, las horas se funden con la reflexión sobre el presente y los fantasmas del pasado en constante acecho. De noche, ya el vestido puesto y la peluca encajada, con el bulto escondido y los labios empastados de rouge, María Helena Castanha inunda los escenarios como maestrx de ceremonias de sus propios espectáculos.

La pantalla presenta a João Carlos Castanha, actor y transformista. A los 52 años comparte un humilde departamento de los suburbios gaúchos junto a su madre Celina, con quien disfruta gran parte de su tiempo libre, mayormente dedicado a conocerse a sí mismo. Está cansado, enfermo y consciente de que sus años de apogeo como performer travesti fueron los ’80, lo cual no le impide aún aspirar al estrellato buscado desde los comienzos de su profesión, casi como un símil latinoamericano de las anecdóticas superstars apadrinadas por Andy Warhol y amadrinadas por los sueños quebrados de una fama mundialmente desconocida.

Concluido a comienzos de 2014, Castanha, el primer largo del director y guionista brasileño Davi Pretto (que ya había rodado el cortometraje Quarto de espera en 2009), supera los inconvenientes que usualmente frecuentan estas temáticas cinematográficas: los lugares comunes, la apelación sentimental o la pretensión de un mensaje políticamente correcto a la hora de reflejar personajes marginales, homosexuales, que se ganan la vida en los suburbios. Afortunadamente, las cámaras de Pretto ofrecen acceso directo y sincero a la cotidianidad de su protagonista; una mirada desprejuiciada que hace del cine una expresión desligada de formatos tradicionales. Castanha no oculta nada frente a la mirada ajena, y el espectador es invitado a participar de una extensa reflexión acerca del entramado existencial de su personaje.

Pensado inicialmente como documental, el film comenzó a evolucionar hacia el documental de ficción dramática a causa del mimetismo experimentado por el contacto con la multifacética personalidad de su protagonista, convirtiéndose en una película que virtuosamente se desdibuja en sus formas y barre con los límites entre los géneros cinematográficos. La realidad de las vivencias propias de Castanha crean aquí una ficción más real que cualquier proceso de documentación acerca de su vida.