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Viernes, 6 de mayo de 2016

El hito del sida en la historia de la reducción del control de daños

 Por Gustavo Pecoraro

No hablamos de una política nueva ni pensada a partir del boom de las fiestas electrónicas y mucho menos de la Time Warp. Si bien se aplicó por primera vez en Europa en 1926, el concepto se extendió a fines de los años 80 en respuesta a la infección por VIH en ciudades como Rotterdam, Liverpool, Ámsterdam, Zurich o Berna, con alta población usuaria de drogas inyectables, y, a raíz de que las estrategias empleadas hasta ese momento no habían mejorado la situación y, en algunos casos, habían aumentado los daños asociados. Estas ciudades fueron pioneras en implantar acciones destinadas a los usuarios de drogas que no pueden o no quieren abandonar el consumo elaborando campañas bien precisas y sin hipocresías que promovieron el reconocimiento internacional de esta política. Concretamente en la transmisión del VIH entre usuarios de drogas endovenosas el control de riesgos redujo drásticamente la mortalidad, mejoro su calidad de vida, les ofreció alternativas de prevención como los programas de uso de Metadona o de intercambio de jeringas, creación de centros de encuentro y albergue, espacios más higiénicos y seguros para el consumo, u otros con estrategias de “outreach” (acercamiento), las acciones de pares, o cursos para la disminución de los riesgos y daños asociados al uso de sustancias o a las prácticas sexuales.

Si bien las políticas y actuaciones orientadas desde la perspectiva de la reducción de daños asociados al consumo de drogas se han expandido en varias partes del mundo (fundamentalmente por su eficiencia) aquí estamos en fase cero a nivel masivo o en inicial en grupos de “interesadxs”

Las políticas de salud pública no deben mirar para otro lado o intentar prohibir nada. El funcionario argento -tan vulgar en sus acciones- enseguida saca la tarjeta roja a la libertad individual o extiende la mano al diezmo mal habido, cuando en realidad es mucha más básica su tarea y consiste en poder -sencillamente- considerar al control de riesgo como un modelo de intervención en el ámbito del uso de drogas que tiene sentido y probada eficacia a nivel internacional, incluso, fuera de su vinculación al VIH. Así, quien se quiera meter un Superman o un Batman o una Gatúbela que pueda saber que no será una copia trucha. Esto también se llama tener derechos.

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Cemento de fiesta, 1987 Foto: Héctor Rago, Archivo Clarín)
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