Lo que venimos haciendo con Alejandro Ros, dentro y fuera de ArteBA desde hace algunos años, son acciones situadas. La primera fue la Galería De’ll Pete hace cinco años: descubrimos detrás de una cortina negra un espacio ocioso entre dos stands. Estaba vacío, lo habían tapado con una cortina negra para disimular. Era pequeño: nada se podía hacer allí más que petes. Y jugando con el nombre de Juan Del Prete bautizamos nuestra galería ficticia. Al año siguiente nos invitaron a hacer esa obra en otra galería… y ¡la vendimos! En otra oportunidad armamos una visita guiada con un ciego. Pero la más divertida fue “F de Feria”: un mozo repartía copas de champan pero si no eras coleccionista, no te daba. Lo más gracioso: los coleccionistas se iban felices aunque el champan era en realidad sidra a temperatura ambiente. Solo uno se dio cuenta de lo que estaba pasando. Este año tenemos una obra sorpresa y otra que es un contratenor que canta los nombres de los artistas y una lista de precios. Nos reímos del funcionamiento del mercado del arte, del cual nosotros formamos parte: exponemos, ¡y nos alegramos si vendemos! Hacemos una especie de meta obra. Un site specific muy irónico. Pero como dice un amigo mío: “Roberto, vos te has reído del mercado del arte, pero el mercado se tomó la revancha”.