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Entre de las opciones con perfil norteño, en Buenos Aires también existe un restaurante con espectáculos musicales donde el fuerte es la comida catamarqueña. Su dueño, Orlando Arreguez, es oriundo de esa provincia y reproduce las mismas recetas que aprendió de su abuela. De ella heredó también una paila de cobre –una especie de olla sin tapa para hacer dulces–, que hoy cuelga del techo y le da el nombre al restaurante. Para tener una idea de la propuesta gastronómica de La Paila, basta con saber que tiene dos platos emblemáticos; uno de ellos es la pechuga de pollo rellena con quinoa, una especie de cereal norteño que era parte de la dieta de los incas y es famoso por su altísimo poder nutritivo. Este plato creado por la casa lleva también papas andinas con salsa de vino torrontés y miel de caña, y una cobertura de amaranto ($ 15). El otro plato sugerido son los bifecitos de llama con papas andinas y risotto amarillo. La carne se trae desde Jujuy al igual que las papas, que son más pequeñas que las comunes y se sirven con su cáscara de color amarillo, rojo y violeta ($ 20).
Entre los platos más comunes están las empanadas al estilo catamarqueño cocinadas en horno de barro, donde también se prepara el pan. Además se sirve cazuela de ternera al vino tinto ($ 9), cazuela de cerdo con crocante de quinoa ($ 10), tamales de carne o pollo ($ 4,5), carbonada y locro ($ 7). Para los postres se puede pedir queso de cabra con cayote y miel de caña, cuaresmillos en almíbar y quinoa con miel de caña.
El local está ambientado con una escalera con barandas de tronco y alambre de gallinero, una barra de algarrobo, vasijas de cerámica y tejidos con motivos indígenas. En la cabecera del local está el escenario, donde viernes y sábados a las 22 se presentan artistas de folklore, muchos de ellos oriundos del interior que están radicados en Buenos Aires y que tocan una música no bailable. Algunos de los nombres más usuales son Melania Pérez, Nacha Roldán, Gerardo Macchi Falú, Tato Díaz y Las Warmis, un grupo de copleras.