El premier Donald Tusk dijo al diario polaco Dziennik que no tiene "ninguna intención" de asistir a la ceremonia de apertura de los Juegos del 8 de agosto en protesta por la represión de las recientes protestas contra el control chino en el Tíbet.

"Polonia es un país de tamaño medio y no quiere ser el primero (en boicotear los Juegos), pero mi evaluación es muy clara: la presencia de políticos en la inauguración de los Juegos me parece inapropiada", dijo Tusk.

El presidente de la República Checa, Vaclav Klaus, también anunció ayer un boicot personal, pero estimó que su postura no tendrá gran impacto en las decisiones futuras del gobierno chino respecto de su política en el Tíbet.

El presidente estadounidense, George W. Bush, llamó ayer a su par chino, Hu Jintao, y en su conversación le expresó su preocupación por la situación en el Tíbet y le pidió entablar un diálogo con el líder espiritual tibetano, Dalai Lama.

Pero la Casa Blanca dijo que Bush no boicoteará la ceremonia de los Juegos, porque su gobierno entiende que se trata de un evento deportivo que no tiene nada que ver con la política.

El presidente francés, el conservador Nicolas Sarkozy, dijo esta semana que no podía descartar faltar a la ceremonia en Pekín en protesta por la represión en el Tíbet.

Tres franceses miembros de la organización de defensa de la prensa Reporteros Sin Fronteras irrumpieron el lunes pasado con pancartas en el estadio de la antigua Olimpia durante la ceremonia de encendido de la llama para protestar por la política de China.

Más tarde, diez tibetanos realizaron otra protesta en el centro de la ciudad griega.

Una serie de protestas contra el control chino del Tíbet iniciadas el 10 de marzo en Lhasa, la capital tibetana, se tornaron violentas días más tarde y fueron duramente reprimidas.

China dijo que 22 personas murieron en los disturbios, pero el gobierno tibetano en el exilio, encabezado por el líder espiritual budista Dalai Lama, afirma que los muertos fueron casi 140.

Pekín acusa al Dalai Lama de orquestar los disturbios para empañar los Juegos Olímpicos que se celebrarán en Pekín en agosto próximo. El líder espiritual budista negó las acusaciones y pidió a sus seguidores en el Tíbet deponer la violencia.