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Según contó a los periodistas su abogado defensor, Ignacio Peláez Marqués, el teniente de fragata retirado negó la acusación que pesa en su contra de haber piloteado los "vuelos de la muerte" de la última dictadura y aseguró ser contrario al "terrorismo y terrorismo de Estado".

La audiencia se llevó a cabo en el despacho del juez de la Audiencia Nacional de España, Eloy Velazco, y una vez finalizada el magistrado ratificó la orden de prisión que había dictado el Juzgado de Instrucción número 2 de Quart de Poblet, Valencia, donde Poch fue detenido el 22 de septiembre último.

En cuanto a las denuncias de sus compañeros de trabajo en la línea aérea holandesa "Transavia", quienes aseguraron haberlo oído inculparse en los "vuelos de la muerte", Poch dijo que lo habían "malinterpretado" en las charlas que mantuvieron sobre la represión ilegal de la dictadura.

También aseguró que no tuvo "nada que ver" con el método utilizado por la Armada para eliminar a los detenidos, arrojándolos vivos y dopados al mar, así como indicó que "nunca estuvo destinado" en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).

Su abogado defensor dijo estar "indignado" por el arresto, pues, a su juicio, "son temas más políticos que otra cosa". "Parece que Holanda le pasa la patata caliente a España porque la mujer del Príncipe heredero, Máxima Zorreguieta, es argentina y su padre fue funcionario de la Junta Militar", agregó Peláez.

Poch tiene 57 años, estudió en el Colegio Nacional Buenos Aires, de donde egresó como bachiller en 1968; entre 1969 y 1972 cursó la Escuela Naval Militar, en Río Santiago, y luego se especializó en aviación naval, donde llegó al grado de teniente de fragata.

Luego de su retiro, el 1 de febrero de 1981, se trasladó a Holanda con su esposa y sus tres hijos, donde obtuvo la nacionalidad holandesa. Vivía en un suntuoso chalet, a 25 kilómetros de Amsterdam.

Según sus compañeros de tripulación en "Transavia", quienes lo denunciaron ante la policía holandesa, Poch presumía de haber actuado en los "vuelos de la muerte", arrojando con vida al mar a quienes él consideraba como "terroristas de izquierda", aunque se excusaba afirmando que las víctimas "eran previamente drogadas" con Penthotal.

Miembro del selecto grupo de comandantes "senior" de "Transavia", compañía en la cual ocupaba el puesto número 23 entre 512 pilotos, Poch hizo su vuelo final, antes de jubilarse, entre Amsterdam y Valencia, sin saber que allí se había montado el operativo para capturarlo.

El juez federal Sergio Torres, a cargo de la llamada "megacausa ESMA", le imputa su presunta actuación como piloto de los "vuelos de la muerte", desde los cuales se presume que la Armada arrojó al mar a unas 4500 personas.