Miércoles, 25 de agosto de 2010 | Hoy
20:48 › MéXICO
La Armada de México localizó una fosa clandestina en una finca de la localidad de San Fernando, en el estado de Tamaulipas, al norte del país, donde estaban depositados poco menos de una centena de cuerpos sin vida. Según las primeras informaciones, se trataría de inmigrantes que habrían sido asesinados por el grupo delictivo mexicano Los Zetas.
El hallazgo se registró luego de un enfrentamiento entre marinos y presuntos miembros de una banda criminal, hecho en el que murieron un militar y tres miembros del grupo armado.
En un comunicado oficial, el Ministerio de Marina señaló que personal naval que realizaba operaciones en el lugar repelió la agresión de delincuentes cerca de un puesto de control en una ruta de acceso a San Fernando.
Una persona herida con arma de fuego había pedido apoyo médico a los marinos tras ser atacada, según denunció, en un rancho de la zona, al que se dirigieron infantes de la Armada, quienes fueron recibidos a balazos.
Tras el enfrentamiento, los militares encontraron en un predio dentro del rancho, ubicado a 22 kilómetros al noreste de San Fernando, los cadáveres de 58 hombres y 14 mujeres.
El vocero de Seguridad del gobierno mexicano, Alejandro Poiré, deslizó que en base a las declaraciones de un testigo e informaciones preliminares, los cuerpos pertenecerían a inmigrantes ilegales de El Salvador, Honduras, Ecuador y Brasil, aunque aún estaban confirmando las identidades con los respectivos países.
Sólo un menor de edad fue detenido en la finca, donde fue hallado además un arsenal compuesto por al menos 21 armas de alto calibre, entre fusiles, escopetas y rifles, además de cargadores.
"Es un suceso sumamente grave, absolutamente indignante; la delincuencia organizada lleva un tiempo secuestrando migrantes para extorsionarlos o para sumarlos a sus filas, lo que evidencia que enfrentan una situación muy adversa de financiamiento y para reclutar gente", evaluó Poiré.
Según relató un sobreviviente ecuatoriano a la fiscalía, el grupo de inmigrantes fue secuestrado por una banda criminal cuando intentaba llegar a la frontera de México con Estados Unidos, tras haber ingresado a través del estado sureño de Chiapas, límite con Guatemala, y conseguido llegar a Tamaulipas, limítrofe con Texas.
El ecuatoriano reveló que los delincuentes, que dijeron pertenecer al grupo delictivo de Los Zetas, les ofrecieron trabajo como sicarios y, como los migrantes se negaron, se dio la orden de asesinarlos a todos.
El testigo contó que escuchó ruegos y súplicas, y que en un primer momento fue dado por muerto, pero logró llegar a un puesto de la marina, tras lo cual fue atendido de heridas de bala en el rostro y la clavícula en un hospital.
La matanza está considerada entre las peores de las que se tenga memoria en México.
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