Lunes, 22 de julio de 2013 | Hoy
18:50 › "LA PUPILA DE NUESTROS OJOS"
En su primer discurso en tierras brasileñas, el papa agradeció a Dios la oportunidad de regresar a "la amada América Latina", y advirtió que la juventud "impone grandes retos" para los mayores, entre ellos, dejar como legado "un mundo que corresponda a la medida de la vida humana". "Nuestra generación se mostrará a la altura de la promesa que hay en cada joven cuando sepa ofrecerle espacio; tutelar las condiciones materiales y espirituales para su pleno desarrollo; darle una base sólida sobre la que pueda construir su vida; garantizarle seguridad y educación para que llegue a ser lo que puede ser".
Poco antes de su primer discurso, el papa había sido recibido recibido en el aeropuerto de El Galeao por representantes de la Iglesia y del gobierno brasileño, entre ellos la presidenta Dilma Rousseff, con quien recorrió en un papamóvil descubierto el centro de Río de Janeiro.
Bergoglio insistió en la necesidad de "transmitirle (a la juventud) valores duraderos por los que valga la pena vivir; asegurarle un horizonte trascendente para su sed de auténtica felicidad y su creatividad en el bien; dejarle en herencia un mundo que corresponda a la medida de la vida humana; despertar en él las mejores potencialidades para ser protagonista de su propio porvenir, y corresponsable del destino de todos", enumeró.
Francisco se refirió a una expresión muy usada en Brasil, que afirma que los hijos son como "la pupila de nuestros ojos". "¡Qué hermosa es esta expresión de la sabiduría brasileña, que aplica a los jóvenes la imagen de la pupila de los ojos, la abertura por la que entra la luz en nosotros, regalándonos el milagro de la vista! ¿Qué sería de nosotros si no cuidáramos nuestros ojos? ¿Cómo podríamos avanzar? Mi esperanza es que, en esta semana, cada uno de nosotros se deje interpelar por esta pregunta provocadora", afirmó.
El papa afirmó, por otra parte, que la Jornada Mundial de la Juventud representa una oportunidad para reunirse con jóvenes de todo el mundo para que atiendan el llamado expresado en el lema de la edición de 2013 del evento: "Vayan y hagan discípulos en todas las naciones". "Vayan más allá de las fronteras de lo humanamente posible, y creen un mundo de hermanos y hermanas", exhortó el pontífice, quien afirmó que "no puede haber energía más poderosa que esa que brota del corazón de los jóvenes cuando son seducidos por la experiencia de la amistad" con Cristo.
"Estos jóvenes provienen de diversos continentes, hablan idiomas diferentes, pertenecen a distintas culturas y, sin embargo, encuentran en Cristo las respuestas a sus más altas y comunes aspiraciones, y pueden saciar el hambre de una verdad clara y de un genuino amor que los una por encima de cualquier diferencia", aseveró Francisco, quien recibió una ovación al final de su discurso.
Jorge Bergoglio llegó en un Airbus A330 de la compañía Alitalia, que aterrizó a las 15,40 en suelo carioca y casi 20 minutos después se lo vio bajar las escalinatas, junto con su comitiva. En el aeropuerto lo esperaban Rousseff, el arzobispo de Río, Orani Tempesta, y el presidente de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, Raymundo Damasceno; además jóvenes de distintas nacionalidades entonando canciones como "Esta es la juventud del papa" y el himno oficial de la jornada mundial.
Tras un encuentro privado de pocos minutos con la mandataria en el interior de la aeroestación aérea, el papa abordó un automóvil cerrado color gris plata, que lo trasladó hasta la catedral de Río, donde abordó el "papamóvil" descubierto.
A bordo del avión, Bergoglio había expresado que "este primer viaje es para encontrar a los jóvenes, a los que quiero encontrar no aislados, sino en medio del tejido social". "Llego a Río en unas horas y mi corazón está lleno de gozo porque dentro de poco estaré con ustedes para celebrar la XXVIII JMJ", publicó Bergoglio en pleno vuelo a través de Twitter. Luego, en diálogo con los periodistas que lo acompañan en el viaje, expresó su preocupación por la situación de los jóvenes en todo el mundo.
"La crisis mundial no ha generado buenas cosas para los jóvenes. La semana pasada examiné el porcentaje de jóvenes sin trabajo. Corremos el riesgo de tener una generación que no ha tenido jamás un trabajo", declaró el papa, quien subrayó que la sociedad "necesita" también de la "sabiduría" de los anciano, "a menudo víctimas de la cultura del rechazo".
La Visita del pontífice genera gran expectativa en la Iglesia local, que enfrenta un masivo éxodo de fieles, atraídos principalmente por las denominaciones iglesias neopentecostales. Según el censo demográfico de 2010, la proporción de fieles de Roma bajó nueve puntos porcentuales en la última década, y cayó al 64,6 por ciento de la población.
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