Lunes, 29 de septiembre de 2008 | Hoy
La onda expansiva provocada por la crisis financiera que se desató en los Estados Unidos, y ahora agudizada por los problemas en tres bancos europeos, impactó en la Bolsa porteña con una fuerte caída del 8,68 por ciento en el índice Merval.
Todos los mercados del mundo arrancaron en negativo, pero las pérdidas se agudizaron cuando se conoció la noticia de que la Cámara de Representantes del Congreso norteamericano rechazó el plan de salvataje diseñado para salvar a Wall Stret.
La propuesta de inyectar 7000.000 millones de dólares para la compra de hipotecas y otros activos inmobiliarios en serios problemas, contó con 228 en contra y 205 a favor.
En todos los mercados se interpretó inmediatamente que la decisión de los parlamentarios norteamericanos no fue una buena señal ni para revitalizar el crédito ni para fortalecer la alicaída economía de Estados Unidos. En rigor, los inversores de todas las dimensiones ya habían amanecido con el "casco puesto" al multiplicarse los temores financieros internacionales con la nacionalización de dos bancos en Europa y la absorción de Wachovia Corp por parte de Citigroup. De manera que la Bolsa porteña empezó el día esperando lo peor y con precios que se resolvían siempre en niveles inferiores a los del cierre del viernes.
Los negocios se hicieron con un ojo puesto en las pantallas que aportaban datos de lo que ocurría en Wall Street y Europa, pero la fuerza del mercado superaba la percepción de analistas y operadores.
En la misma dirección se movieron los bonos de la deuda y en este caso el embate de las ventas dejó a la emisión más líquida, el Discount en pesos, con una pérdida del 4,43 por ciento, al tiempo que el Par en la misma moneda cayó 1,76. El Boden 2012 se negoció 1,77 por ciento abajo y el Bogar 2018 terminó con un rojo del 4,23.
En el lote de las 29 empresas del panel líder se registraron diferencias en contra que hace tiempo no se veían de hasta dos dígitos, como fue el caso de los papeles de mayor ponderación: Tenaris y Petrobras Brasil. La siderúrgica se derrumbó 17,04 por ciento a 55,50 pesos y la petrolera cayó 14,49 por ciento a 63,10 y Molinos fue el único papel en ese grupo de empresas que logró superar la avalancha de ventas. La alimenticia subió 6,25 por ciento a 9,35 pesos favorecida por el programa de recompra que lanzó la compañía, que procura adquirir hasta 25 millones de acciones a 10 pesos cada una. Molinos Río es controlada por el empresario argentino Gregorio Pérez Companc y las acciones que ofrece comprar representan el 9,985 por ciento del capital social de la empresa. Los negocios en acciones se ampliaron a 384,29 millones de pesos, pero de esta cifra 254,02 millones fueron absorbidos por los papeles de Molinos Río.
La espiral descendente que hizo estragos en los precios llevó el Merval a los 1.545,45 puntos. Para encontrar una caída más importante habría que remontarse al 2 de febrero de 2002, cuando el termómetro de las empresas líderes se hundió 10,66.
Potenciados los temores en todos los mercados por la crisis internacional, las bolsas europeas sufrieron caídas del orden del 5,00 por ciento (-5,30% en Londres), y luego la incertidumbre y el nerviosismo desembocó en un derrumbe del 6,98 en Wall Street, mientras que la desvalorización en la Bolsa de San Pablo, Brasil, alcanzó al 9,36 por ciento.
Un sacudón casi similar (-7,13 por ciento) sufrió Wall Street cuando se reanudó la actividad a los tres días del atentado del 11 de setiembre. Para el Bovespa fue la mayor caída desde el 12,1 por ciento que acusó en enero de 1999, cuando Brasil liberó la flotación del real respecto del dólar.
A tal punto fue la desazón que se respiró en todos los mercados, que los inversores aceleraron la búsqueda de alternativas más seguras y el refugio preferido fueron los bonos del Tesoro norteamericano. El rendimiento del bono a 10 años bajó al 3,62 por ciento anual.
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