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Hasta hoy acotada al Ministerio de Educación, en el Gobierno hay preocupación por el proceso electoral que atraviesa la Universidad de Buenos Aires (UBA) y que concluirá a fines de marzo, cuando sea elegido el sucesor del rector Oscar Shuberoff. La inquietud se concentra en la posibilidad de que, en medio de la crisis social y económica, se potencien las protestas y movimientos de los estudiantes. Esa hipótesis se incrementó con un reciente informe de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE). El expediente alerta a los funcionarios gubernamentales que entre las agrupaciones estudiantiles de izquierda que integran la nueva conducción de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA) se están preparando manifestaciones violentas centradas en la elección del rector que sucederá a Shuberoff, después de 16 años de hegemonía. La información fue desmentida por los estudiantes que comandan la federación.
Pese a que los funcionarios de Educación consultados por Página/12 pusieron en duda la confiabilidad del informe de inteligencia, si algo no quieren en el Gobierno es que haya más gente en la calle en el incierto contexto actual. Y mucho menos que sean los estudiantes los que empiecen a salir.
En el Gobierno y en la SIDE creen que un más que posible foco de conflicto es la desgastada figura de Shuberoff. De hecho, la semana pasada el prolongado rector radical sufrió un escrache en la puerta de su casa, después de una asamblea popular. Por eso, dos cosas se le habrían sugerido (o se le estarían por sugerir) a Shuberoff. Primero, que para evitar mayor tensión se mantenga, como en los últimos tiempos, sin exponerse públicamente. Y segundo, que no incida en la elección, que se mantenga por fuera de la pulseada que sostienen los candidatos.
Al margen de las lucubraciones de los superagentes secretos, según uno de los colaboradores de Shuberoff en la rectorado, el rector “tomó la definición personal de no aparecer como actor central de ninguna candidatura. Asume que tiene una dificilísima situación pública y sabe que si tiene un rol activo sería hacerle un daño a la futura gestión de la universidad y también al candidato que resolviera apoyar”.
El informe de inteligencia fue recibido, no bien asumió, por el secretario de Educación Superior, Juan Carlos Pugliese. El funcionario radical lo dio a conocer en una reunión cerrada con 17 rectores del Consejo Interuniversitario Nacional.
Desde la FUBA se desmintió que se esté preparando alguna manifestación violenta. “Vamos a combatir la continuidad de la política de Shuberoff en la universidad y vamos a denunciar la ilegitimidad de la asamblea universitaria –dijo Daniel Vigo, de la agrupación independiente Punta del Iceberg, que integra la conducción de la federación–. Las operaciones de inteligencia que hagan el Gobierno u otras organizaciones partidarias las vamos a combatir con más democracia, defendiendo a la universidad pública y rechazando la violencia.”
Mientras, en la UBA recién se está empezando a calentar la campaña electoral. “La universidad no funciona más hasta que no se haga la asamblea –confió un operador–. El escenario está muy complicado. Todavía se pueden sumar más candidatos.” Cuando falta poco más de un mes para la elección del futuro rector, de los candidatos que se perfilaban hasta hace poco hay cinco que siguen en pie y dos que están en baja. Con vínculos en el radicalismo universitario, los que siguen son Andrés D’Alessio (quien en pocos días se despide del decanato de la Facultad de Derecho), Alicia de Camilloni (secretaria de Asuntos Académicos de la universidad) y Susana Mirande (actual vicerrectora). Guillermo Jaim Etcheverry (especialista en educación y ex decano de Medicina) y Aníbal Franco (decano saliente de Ciencias Veterinarias) se postulan con mayoritario apoyo opositor. Los radicales Alberto Boveris (ex vicerrector) y Berardo Dujovne (reelecto decano de Arquitectura) habrían resignado aspiraciones.