UNIVERSIDAD › OPINION
Graduados y participación
Por Martín Unzué *
La propuesta de permitir nuevas formas de empadronamiento para facilitar la participación de los graduados en las elecciones de la UBA nos devuelve a un debate que tiene sus raíces en los sucesos de 1918 y que recobra actualidad de cara a la necesaria reforma del estatuto de la universidad más importante del país: ¿por qué deben participar los graduados en el gobierno de una institución a la que ya no necesariamente pertenecen? Sin entrar en los elementos que llevaron a que se impusiera el gobierno tripartito, hay que destacar que el espíritu de la inclusión de este estamento novedoso se montaba sobre la existencia de una clara voluntad de esos diplomados por seguir vinculados y participando en la “república universitaria”. La expresión de esa voluntad era el empadronamiento anual, trámite asimilado a la inscripción que realizan los estudiantes y práctica que ha desaparecido en nuestros días. Hoy podemos constatar que los graduados en su inmensa mayoría no participan en el gobierno de la universidad y esto no parece ser, como surgiría de la propuesta de simplificación del empadronamiento, consecuencia de trabas o mecanismos complejos para poder participar. Todo lo contrario, los trámites de empadronamiento en la mayoría de las facultades son sumamente sencillos y, en realidad, lo que indican los resultados de las elecciones es que muchos son los graduados que se empadronan pero no concurren a votar. Esto se constata en todas las elecciones de consejeros directivos de la universidad, donde los niveles de ausentismo en este claustro suelen llegar al 80 por ciento. En Ciencias Sociales, una facultad que debería producir graduados más comprometidos con el gobierno institucional, hubo 1340 votantes de los 4208 empadronados en la última elección (una deserción del 68 por ciento). Recordemos que se trata de elecciones de carácter obligatorio, a pesar de que nunca se hayan aplicado sanciones a este claustro en violación a lo establecido en el estatuto. Ninguno de los otros claustros muestra niveles de falta de participación tan elevados como el de los graduados en todas las facultades de la UBA.
Es cierto que la cantidad de empadronados es muy baja en relación con los graduados totales, pero además, de esos empadronados que en principio realizaron su inscripción por estar presuntamente interesados en participar, son muy pocos los que efectivamente lo hacen. Resta preguntarnos si no será que los graduados que pierden contacto con la universidad, pues dejan de estudiar o de ejercer la docencia, no tendrán poca información o poco interés en participar en el gobierno de la misma. En este caso, facilitar las formas de empadronamiento no garantizaría una mayor participación democrática, más cuando existen otros actores relevantes y estrechamente vinculados con la vida universitaria que no cuentan con su debida representación en el gobierno colegiado, entre ellos los profesores interinos, los auxiliares docentes, todo el cuerpo de docentes del CBC y los estudiantes de posgrado.
* Investigador del Instituto Gino Germani (UBA).