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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
19 DIC 1999








 BUENA MONEDA
 por Alfredo Zaiat


La primera batalla

Algo les está fallando. Hacen buena letra, dicen lo que quiere ser escuchado y sobreactúan hasta la exageración su compromiso con la convertibilidad. Pero no logran seducir ni generar al menos un poco de entusiasmo. Con la cantidad de señales en línea con lo que reclama el mercado, enviadas antes y después de asumir el gobierno, la lógica de los últimos años indicaría que la Bolsa debería haber reaccionado con euforia y que los empresarios estarían rodeando de elogios a Fernando de la Rúa. Nada de eso ocurre. Las acciones y bonos muestran una pereza que sorprende hasta a los financistas, en un contexto de bolsas marcando records en Wall Street, en Brasil, México y Europa. Y los hombres de negocios sólo mascullan bronca porque pagarán más impuesto a las Ganancias. El resto, por ahora, no les importa.
Cualquiera hubiera imaginado un estado de excitación en las filas de los empresarios con la reforma laboral que tiene la Alianza: descentralización de la negociación colectiva, fin de la ultraactividad, flexibilización horaria y extensión del plazo de los contratos temporarios. Todas esas medidas son las que han estado reclamado hasta el cansancio, que apuntan a una mayor flexibilización laboral. También el fuerte ajuste fiscal era uno de los pedidos más insistentes para que la confianza retornara al mercado. Si bien el paquete tributario tiñe todo, en última instancia el aumento de impuestos no afecta a la renta financiera ni a las empresas. Hubo, además, un recorte del gasto importante, de poco más de 1400 millones de pesos en el Presupuesto del 2000. ¿Qué más? Se incorporaron cuatro economistas del gusto del establishment al gabinete nacional para que no haya dudas sobre cuál será el rumbo del Gobierno. Se ha empezado a anunciar rebajas de tarifas de servicios públicos privatizados, que mejorarán al menos un poco la competitividad de la economía, una de las principales preocupaciones de los inversores extranjeros sobre las perspectivas de Argentina. Y por si todo esto fuera poco, para ganarse la simpatía de los dueños del dinero, se informó que se aumentará a 5000 millones de dólares el crédito contingente con el FMI, lo que aleja el fantasma de problemas en el pago de la abultada deuda.
Nada de todo esto ha sido suficiente para entusiasmar al mercado. Lo que sucede es que financistas y empresarios tienen la percepción de que la Alianza no podrá imponer gran parte de las reformas propuestas y que, entonces, poco y nada cambiará. Esa idea, con razón o sin ella, la han ido formando con los sucesivos traspiés que piensan ha tenido el Gobierno en su negociación con el PJ. Las provincias se llevaron mucho más de lo pensado en la negociación del Pacto Fiscal con José Luis Machinea; el Presupuesto del 2000 no fue aprobado antes del 10 de diciembre como quería Fernando de la Rúa; Rodolfo Barra será finalmente presidente de la Auditoría General de la Nación después del show mediático de resistencia a su nombramiento por parte de Chacho Alvarez y Rafael Pascual; Carlos Silvani se quedará en la AFIP luego de que el jefe de Gabinete, Rodolfo Terragno, descalificara violentamente su gestión de los últimos tres años; el intento de la bancada de diputados de la Alianza de incorporar el impuesto a la Herencia en la reforma tributaria fue abortado por la oposición.
Esos malos pasos pueden ser entendidos como parte de las dificultades para acomodarse de un nuevo gobierno, o el lastre de un pasado que condena. Pero si, además, lo que pueden ser noticias positivas, como la rebaja de tarifas y un crédito de 5000 millones del FMI, son informadas en forma desprolija, sin lograr un impacto favorable para compensar el negativo del aumento de impuestos, la Alianza ha perdido la primera batalla. Pese a todo esto, hay que saber que el humor de los financistas cambia del día a la noche. Y cuando levitan en un estado de insatisfacción permanente no hay una que les venga bien.