La culpa de la prensa
El inversor
promedio de Wall Street debería hoy esperar 44 años
para que las utilidades de las sociedades cuyas acciones posee alcancen
a igualar la cotización de esos papeles. En vísperas
del estallido de 1929 la relación precio/utilidades era de
33. Lo cual significa, linealmente, que la situación es hoy
un tercio más explosiva. También, que la economía
de Estados Unidos, lejos de enfriarse, debería acelerar su
crecimiento para justificar el valor bursátil
de sus corporaciones, dándoles oportunidad de realizar mayores
ganancias. Pero, como alguien dijo, el crecimiento es posible pero
no inevitable. En el caso del Nasdaq, que engloba las acciones tecnológicas
de la llamada nueva economía, se requerirían
varios siglos de lucros para juntar el precio del papel promedio.
El fenómeno se extendió a Europa, donde las empresas
de comunicaciones y las puntocom cotizan por las nubes.
Adicionalmente, Wall Street comenzó a mostrar una volatilidad
antes reservada a bolsas pequeñitas, como la de Buenos Aires.
Ya no sorprenden subas y bajas diarias de tres o cuatro puntos.
Una fuerte razón de esto es el cambio de actitud de gigantescos
inversores institucionales, como los fondos de pensión norteamericanos,
que entran y salen de los papeles vertiginosamente. Pensar que en
los primeros años de la Convertibilidad, cuando el MerVal
todavía trepaba, el mensaje oficial aseguraba que no era
una suba fugaz, ya que había sido impulsada por el ingreso
de fondos de inversión, cuyas colocaciones no tenían
un horizonte de días sino de años. Aquel optimismo
resultó infundado.
Según sostiene Robert Shiller en su libro Exuberancia irracional,
a punto de aparecer, la historia de las burbujas especulativas comenzó
más o menos para la época en que nacieron los diarios.
Los medios las inflaron y, con más entusiasmo e influencia
que nunca, las siguen inflando. El argumento esencial sostiene que
esta vez es diferente, que una nueva dinámica
desconocida (para el caso Internet) explica lo inexplicable. Pero
también durante las burbujas históricas se sostuvo
que esa vez era diferente.
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