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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
02 ABRIL 2000








REPORTAJE A PABLO GERCHUNOFF
Por Maximiliano Montenegro


“Borramos del léxico de los analistas la palabra devaluación”
“No estamos asustados. A partir de marzo y abril las cosas van a empezar a mejorar”
“No habrá otro ajuste fiscal”
“Estamos seguros de que estamos mejorando la vida de la gente”
“No hay que sentir complejo de inferioridad con Brasil”
En la UIA, “hay oligarquías empresarias que sólo quieren protección y privilegios”
La promesa de aumentar las jubilaciones “no es para este año”
Para este año “tampoco es posible” bajar impuestos si la recaudación viniera mejor de lo esperado.
“Aunque sea ultrafiscalista, siempre voy a creer en la cultura socialista de una distribución más igualitaria del ingreso”

Pablo Gerchunoff es jefe de asesores, amigo personal, y alter ego del ministro de Economía, José Luis Machinea. Su función es pensar lo que Machinea no tiene tiempo de pensar y decir lo que el ministro no puede decir. En este reportaje con Cash, analiza qué sabe, qué quiere y qué no puede hacer el equipo económico de la Alianza a casi cuatro meses de haber asumido.
¿Están asustados?
–No.
Las acusaciones de los consultores de que frenaron la reactivación, la recaudación que no reacciona, el malhumor social. Tienen para estarlo.
–La reactivación no se frenó. Para entender lo que pasa hay que partir de un diagnóstico correcto: en el último trimestre de 1999 hubo un déficit fiscal creciente y al borde del descontrol. Ese déficit fiscal estuvo financiado por el propio colchón financiero que el gobierno anterior armó y por la confianza que estaba despertando el triunfo de De la Rúa. Esas eran circunstancias excepcionales que convirtieron ese experimento en política fiscal expansiva. Pero esa situación desembocaba en el abismo.
¿Fue una fiestita?
–Exactamente. Una fiestita que no llegó a la gente. Pero nosotros no la terminamos. Iba a terminar de un modo abrupto y brutal si no hacíamos una política fiscal responsable.
La gente está pasándola mal y ahora tiene que soportar un nuevo ajuste.
–El escenario que teníamos por delante era un escenario de colapso para la gente.
La gente votó a la Alianza esperando mejorar en la economía de su vida cotidiana. ¿Cuándo van a empezar a sentirse esas mejoras?
–La gente vota cuando ve un gobierno creíble, que le va a producir mejoras aunque sean lentas. Sabemos que esta economía puede crecer entre el 4 y 5 por ciento anual sostenidamente. Esto, comparado con las fluctuaciones de los noventa, sería un progreso notable para la vida de la gente. No podemos hacer magia: no podemos mejorar la vida de la gente de un día para el otro. Tampoco creo que nadie esperara magia.
La esperanza, al menos, era no estar todavía peor que antes.
–Ah, no. Estamos convenidos de que no hicimos eso. El país iba a una colisión. Mejoramos la vida de la gente. Además, estamos mejorando la vida de la gente en marzo conra febrero y en abril contra marzo.
Perdón...
–Enero y febrero fueron dos meses malos. En marzo y abril las cosas van a empezar a mejorar.
Los economistas, incluso algunos del propio gobierno, están pensando en dos escenarios a futuro. El más probable, con un 70 por ciento de ocurrencia, es que la economía siga recuperándose y las cosas se tranquilicen. El otro escenario, con una probabilidad del 30 por ciento, que no es menor, es que la economía permanezca estancada y a partir de mitad de año se vuelva a caer en recesión. En la jerga se conoce a este último fenómeno como la “doble zambullida” de la economía. ¿No sé si escuchó este análisis en los últimos días?
–Sí. Pero yo descarto totalmente este escenario catastrófico. Si uno va a mirar el año 2000 tiene que pensar en un escenario de crecimiento lento, que nos lleva al 4 por ciento en todo el año. O en un escenario de crecimiento más rápido estilo años noventa. El escenario de equilibrio de fondo de pozo, el escenario depresivo, tiene que estar dado por factoresinternacionales que golpeen a la economía de manera muy adversa, lo que no parece factible este año.
Lo que plantean los economistas es que el parate en la reactivación tiene que ver con cuestiones internas: el cambio negativo de expectativas que originó el impuestazo. Y las dificultades del equipo económico de recrear expectativas, con otras medidas para impulsar la reactivación.
–Es muy fácil mirarla desde afuera, y no contemplar las alternativas de política económica que teníamos. Por ejemplo, cuando llegamos al gobierno, el problema dominante era el programa de financiamiento del sector público. En apenas 110 días de gobierno, superamos un problema que se consideraba crucial.
¿Salvaron la Convertibilidad?
–Salvamos más que la Convertibilidad: salvamos la solvencia del sector público y alejamos las palabras devaluación o default (cesación de pagos) del léxico de los analistas . Sabemos que vamos a vivir con Convertibilidad diez años más, y después veremos.
¿En qué quedó la promesa de (José Luis) Machinea de tratar de buscar mecanismos para aumentar las jubilaciones?
–Tiempo al tiempo. Tenemos que resolver algunos problemas antes.
¿No es un anuncio para este año?
–No.
¿Para este año tampoco es posible una rebaja de impuestos si la recaudación viniera mejor de lo esperado?
–No, tampoco es para este año. Insisto: necesitamos consolidar un rumbo frente a la irresponsabilidad con que se manejó el gasto y la deuda pública.
¿El Presidente consulta una segunda opinión cuando se trata de decisiones económicas o se conforma con la palabra de Machinea?
–Tiene todo el derecho del mundo de consultar otra opinión.
Raúl Alfonsín se quedaba con lo que le decían su ministro Juan Sourrouille y su equipo. Carlos Menem consultaba a (Miguel Angel) Broda y a (Roberto) Alemann para chequear la opinión de Cavallo primero y de Roque Fernández después...
–Cada presidente tiene su estilo. Mi deber como funcionario del Presidente es darle mi pensamiento y mis alternativas. Nosotros igual estamos muy seguros, muy tranquilos.
Fernando de la Rúa consulta a Fernando de Santibañes que, además de ser su economista de confianza, es jefe de la SIDE...
–Con Fernando de Santibañes tenemos una relación de intercambio diario de opiniones y casi siempre estamos de acuerdo.Hablamos con todos los economistas del gabinete.
Entonces, ¿las decisiones son compartidas?
–No lo diría porque sería injusto para con De Santibañes, López Murphy y Llach. Coincidimos en todo. Pero las decisiones son nuestras.
Por qué no avanzan con una reforma en el impuesto a las Ganancias que elimine groseras injusticias, como ser que no paguen impuestos las ganancias de capital. ¿Tienen miedo que los tilden de socialistas?
–Yo en su diario dije que era socialista, desarrollista y liberal, así que no tengo miedo que me tilden de nada.
¿La cara que mostraron hasta ahora fue la ultraliberal?
–No señor. La cara es una combinación. Socialismo es una cultura a favor de una distribución más equitativa y eso no se consigue en cien días.
¿Se sentaron con cara socialista a discutir con el FMI?
–¿Usted me quiere decir que Juan B. Justo cuando era un fiscalista a ultranza y un defensor de la economía abierta no era socialista?
Eran otras épocas, ¿no?
–La constante de una cultura socialista es que tenga como objetivo de largo plazo una distribución más igualitaria del ingreso, van estar siempre en mi, aunque sea ultrafiscalista. Ser fiscalista hoy significa reconstruir la capacidad del Estado de hacer políticas.
¿Cómo se reconstruye la capacidad del Estado si no se cobra impuestos a alguien a las ganancias de capital (por la venta de empresas, la compra venta de activos físicos, acciones, o títulos públicos), o a las rentas financieras o a la distribución de dividendos?
–¿Usted cree que nosotros no discutimos si, por ejemplo, había que gravar las rentas financieras? Llegamos a la conclusión que no podíamos, por dos razones: necesitamos desarrollar el mercado de capitales y que baje el riesgo país. Además, hubiéramos tenido que gravar los depósitos a plazo fijo, lo cual para un gobierno que llegaba con la urgencia de dar un shock de credibilidad hubiera rozado el límite con lo caótico. En cuanto a las ganancias de capital es un tema que nos interesa. No sé si para el primer gobierno de De la Rúa, pero me gustaría dejar la función pública con una reforma integral de Ganancias.

FMI, planes A y B
¿Analizan un “plan B”? ¿Le dan alternativas al Presidente sobre qué hacer si la recuperación de la economía no se concreta?
–Nosotros siempre miramos la realidad y nos preguntamos qué más hay que hacer para conseguir nuestro objetivo: mantener las reglas del juego e insistir para que caiga la tasa de interés para estimular la reactivación del consumo.
Si están tan jugados a la reactivación y ésta no llega, ¿no le parece que el Presidente va a optar por otro ministro que le ofrezca alternativas?
–Vamos a insistir en nuestras políticas. Para discutir un plan B, primero uno tiene que ver el conjunto de nuestro plan A. Salvo que se ponga muy ansioso, no puede esperar que en 100 días despleguemos el conjunto de la política. Hay reformas de mercado y del Estado que recién empiezan.
Teresa Ter Minassian dijo que si la economía sigue estancada y la recaudación no reacciona, entonces habría que renegociar las metas con el Fondo. Eso significa el Gobierno debería barajar y dar de nuevo en el escenario político para negociar más ajuste fiscal.
–No va a pasar. No va a haber otro ajuste. Pero, ¿quién le dijo que el FMI conoce el conjunto de nuestro plan?
¿Hay algo que el FMI haya pedido a lo que no hayan accedido?
–La privatización del Banco Nación, a lo que dijimos no. Y fue no.

Las “oligarquías empresarias” que buscan privilegios

Sin complejos frente a Brasil

Hay quienes dicen que ustedes cedieron a las presiones sectoriales que juegan alrededor del Mercosur?
–Lo que nos dijeron desde corporaciones empresarias en el proceso de negociaciones del Mercosur fue mortal. Lo que se mintió en la Argentina sobre el éxodo de empresas a Brasil fue impresionante. Fue un problema construido por grupos corporativos que usaban el tema como elemento de presión.
¿Se refiere a la Unión Industrial?
–El único nombre personal que dio el ministro fue el del presidente de la Unión Industrial, Osvaldo Rial, y tenía razón. Así como hablé de oligarquías sindicales, hay oligarquías empresariales que quieren conservar privilegios monopólicos y proteccionistas.
Tanto usted como el ministro Machinea trabajaron varios años en la UIA y saben que Rial tiene bastante consenso en sus opiniones dentro de la entidad.
–Yo hablo con muchos industriales que me plantean que o tenemos Mercosur o hay un colapso productivo.
¿Cómo hay que negociar en el Mercosur?
–El Mercosur es una apuesta estratégica. Brasil va a crecer en las próximas décadas más que el promedio mundial , es un buen socio. Pero bajo condiciones. Somos el 40 por ciento de la economía brasileña. Canadá es el 8 por ciento de la economía norteamericana. Francia es el 60 por ciento de la economía alemana. Quiere decir que nos parecemos más a la relación Francia–Alemania que a la relación Canadá–Estados Unidos. Estamos en condiciones de negociar y defender nuestra postura.
El vicecanciller, Horacio Chighizola, dijo que la relación que había que tomar en cuenta era la poblacional. Y para demostrar la diferencia de poder comparó los 170 millones de habitantes en Brasil con los 37 millones de Argentina.
–Discrepo fraternalmente con él, porque lo que importa es el tamaño del mercado y no la cantidad de personas.
Es decir que no tenemos que sentir complejo de inferioridad.
–De ningún modo. tenemos que tener nuestro propio perfil. Saber que necesitamos modernizar nuestras economías, con precios más bajos para los bienes de capital e insumos difundidos.
¿Propone una baja del Arancel Externo Común?
–Me gustaría revisar, con los socios, el arancel externo a la baja. No es una amenaza, es una opinión personal.

el gobierno quiere avanzar con la libre
elección entre pre-pagas y obras sociales

“Con la reforma, los salarios van a aumentar”

La reforma laboral es una política procompetitiva. Adivine ¿por qué? -provoca Gerchunoff
Porque baja los costos laborales vía reducción salarial.
–No es así. Salvo que usted me diga que el diagnóstico del Fondo Monetario es el mismo que el de Moyano. La razón por la que va a aumentar la competitividad como consecuencia de la ley laboral es que vamos a poder ampliar los incrementos de productividad a miles de empresas que no pudieron aumentar la productividad en la década del noventa. Hasta ahora todo el incremento de productividad estuvo concentrado en las grandes empresas. Lo que queremos es que aquellos que quedaron afuera puedan entrar. Reforma laboral es equivalente a aumento de empleos y aumentos de salarios, porque es aumento de productividad.
Cavallo decía que los aumentos de productividad se iban a traducir en aumentos salariales. Pero en los noventa quedó demostrado que los empleados terminaron haciendo más tareas, fueron más productivos, pero cobrando menos.
–En las empresas en las que realmente aumentó la productividad ha habido incrementos salariales. El problema es que hay un segmento tan grande de la economía que se quedó tan fuera del impulso modernizador que no son capaces ni de mantener el empleo, ni de aumentar salarios. Queremos que haya nuevamente negociaciones colectivas, que estuvieron congeladas durante mucho más que una década, en las que los trabajadores puedan discutir libremente las condiciones laborales, el salario, el empleo, todo.
¿Cómo puede un trabajador rediscutir todo, con la esperanza de alguna mejora, cuando está presionado por escenario con 14 por ciento de desempleo?
–Cuando hay 14 por ciento de desempleo, el peor escenario para el trabajador es la ausencia de negociación y el capitalismo salvaje. Lo que sucede es que hay una oligarquía sindical que defienden convenios viejos, que cubren solamente al 25 por ciento de los trabajadores, olvidándose del trabajo en negro y del problema previsional .
¿Usted está de acuerdo con que el Gobierno haya negociado con esa oligarquía sindical una reforma laboral a cambio asegurarles un manejo discrecional de los fondos de las obras sociales?
–No me consta. Si usted me planteara por hipótesis el tema del canje de ley laboral por obras sociales, yo le respondo: este país necesita tanto una ley laboral, como un nuevo sistema de salud. En este sistema, las obras sociales van a tener un lugar importante, pero la libre elección también.
¿Ya existe la libre elección entre obras sociales; esto significa que también habrá entre obras sociales y prepagas?
–Sí, habrá libre elección, pero con prepagas que se ajusten a la regulación de una superintendencia eficiente. No un sistema de salud que produce un descreme porque las prepagas se llevan a los trabajadores de mayores salarios y dejan sin protección a los de menores.
¿En la carta de intención firmada con el FMI está este punto como un objetivo?
–Yo no leo la carta de intención...
Pero la escribió usted...
–No es así. El tema de las obras sociales creo que está, pero la verdad que no lo recuerdo específicamente. Pero no me importa, porque lo que allí se diga no tiene nada que ver con lo vasto y rico de la reforma del sistema de salud que nos proponemos.

Nadie pide una “deva”
¿Hay grupos económicos o de interés que hoy están presionando por la devaluación?
–El 70 por ciento de la gente está a favor del mantenimiento de la Convertibilidad. Los grupos corporativos o de intereses que están a favor de la devaluación son muy fragmentados y opinan ocasionalmente. La opinión anticonvertibilidad es más bien una opinión de cenáculo intelectual antes que de actores sociales relevantes.
El último informe de research del Deutch Bank cuantifica la falta de competitividad de la economía argentina en 17 por ciento, que es lo mismo que decir que el peso está sobrevaluado en esa magnitud. ¿Le parece razonable esa medida?
– Podríamos inventar un ejercicio con sobrevaluación, otro con subvaluación del peso. Esa no es una pregunta que se deba formular en una economía bimonetaria, donde lo que importa es la competitividad.
Esa respuesta es exactamente la misma que decía Cavallo para eludir la cuestión del atraso cambiario.
–Respondo con la verdad. Prefiero hablar de aumentar la competitividad, que esta economía exporte más, para poder crecer del 5 por ciento anual. Y esta es una tarea que no se acaba nunca. Además, tenemos por delante todavía un crecimiento de los precios de los bienes que exporta Argentina y un proceso de revaluación de la moneda brasileña.