Compensaciones
La
noticia llega del Perú: fue reincorporado al gobierno un
funcionario acusado de pagar sobornos a legisladores para que el
Ejecutivo lograse mayorías en el Parlamento. Esos sobornos,
aquí conocidos como coimas, pero que llamaremos
compensaciones, dan pie a que se hable de ellos porque
no consisten en invitar a tomar un café, u obsequiar un libro
o un ramo de rosas, sino en gruesas pilas de rectángulos
de papel, perfumadas con el excitante olor de la plata aún
no usada. La transacción implica una pérdida para
el que entrega la suma y una ganancia para el que la recibe, pero
el hecho de que la operación se concrete supone que el que
paga no se siente demasiado perjudicado, y el que recibe siente
que su vida cambia. Un economista diría que el primero tiene
una baja utilidad marginal del dinero, porque lo posee en gran cantidad,
mientras el segundo sólo posee su sueldo de legislador, tal
vez la primera plata que ve en muchos años de militar en
el llano, y acaso tiene detrás suyo una numerosa familia
que sostener; para este último, la misma suma de dinero tiene
una utilidad marginal enorme. Este escenario ha sido tratado en
el análisis económico, a partir del estudio de Nicolás
Kaldor, Nota sobre aranceles y términos del intercambio,
publicado en 1940. Dados dos grupos de participantes en un mercado,
un cambio en las reglas del juego puede permitirles a unos ganar
a expensas de los otros. Por ejemplo, en el mercado laboral, la
demanda de trabajo se convierte en monopsonio (un único demandante),
en tanto se obliga a los oferentes (los trabajadores) a aceptar
las condiciones que fije la demanda. Es natural esperar que la demanda
explotará al máximo a la oferta, exigiéndole
producir más en igual tiempo, alargando la jornada laboral
u obligándola a aceptar recortes salariales. El resultado
es medible: la mayor tasa de ganancia, multiplicada por el volumen
de producción vendida. Es una redistribución del ingreso,
de los trabajadores a los empleadores. El empresariado, como clase,
no tendría problema en dar una compensación a aquellos
legisladores que hicieran posible tal redistribución. La
comparación, en verdad, debiera hacerse entre la mayor ganancia
de las empresas y la mayor pérdida de los trabajadores, pero
aquí el legislador tiene el monopolio de decidir. Esto explica
por qué nunca el legislador aceptó en los hechos el
mecanismo de consulta popular.
Ma
perché?
Un
empresario americano, tras largos y durísimos años
de trabajo, privaciones y acumulación, lograba tomarse unas
vacaciones de verano en una ciudad de Italia. Desde un café
de la plaza principal observaba días tras día a un
lugareño dormitando bajo el sol, sin que aparentemente le
reclamase ninguna actividad. Tan desembozado hedonismo se le hizo
insoportable, y un día lo encaró, increpándole
su indolencia, y el no hacer algo útil para él mismo
y para los demás. Hasta le aconsejó que tomase un
trabajo. Ma perché?, interrogó el paisano.
Para que puedas reunir algunos ahorros, le aclaró
el empresario. Ma perché?, seguía intrigado
el italiano. Para que al cabo de un tiempo puedas comprar
unas máquinas y pagar a otros que trabajen para ti.
Ma perché?, seguía terco el tipo. Pues
así tendrás tiempo libre y dinero abundante.
Ma perché?, interrogó. Para que
puedas venir a una ciudad como ésta, descansar y tomar sol.
¿Me toma el pelo?, repuso. ¡Yo vivo
aquí todo el año, y no necesito esperar tanto tiempo
y pasar privaciones para tomar todo el sol que se me dé la
gana! De manera parecida a esta breve historia, el modelo
vigente desde una decena de años atrás ha empeorado
la calidad de vida de la mayoría del pueblo, con la promesa
de que, cuando la copa del crecimiento de ingresos esté llena,
pero bien requetellena para los que ganan con el modelo, la misma
derramará algunas gotas entre los que pierden. En ese momento
venturoso, los chicos pobres irán al colegio, para capacitarse
y no sólo para comer algo en el día, los jóvenes
saldrán de la secundaria para entrar a la universidad, con
la esperanza de hallar inserción laboral en el propio país,
sin tener que emigrar, la tasa de desempleo será de un dígito
porque las nuevas industrias ocuparán al incremento de la
población activa, la pobreza y la delincuencia habrán
disminuido, se formará una clase media con expectativas de
ascenso, los salarios alcanzarán para vivir. Pero todas esas
condiciones ya estaban presentes cuando se comenzó a aplicar
este modelo. El deterioro de la calidad de vida y de la estructura
social fueron, según sus epígonos, consecuencias no
queridas de la aplicación del modelo. Cabe preguntarse: ¿para
qué se implantó el modelo? ¿Para que la copa
derramase en un momento del futuro mediato? ¿O para llenar
bien la copa de la que beben unos pocos en el presente y en el futuro
próximo? ¿Ma perché?
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