Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Las 12

ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
29 OCTUBRE 2000








 EL BAUL DE MANUEL
 por M. Fernandez López


Compensaciones

La noticia llega del Perú: fue reincorporado al gobierno un funcionario acusado de pagar sobornos a legisladores para que el Ejecutivo lograse mayorías en el Parlamento. Esos sobornos, aquí conocidos como “coimas”, pero que llamaremos “compensaciones”, dan pie a que se hable de ellos porque no consisten en invitar a tomar un café, u obsequiar un libro o un ramo de rosas, sino en gruesas pilas de rectángulos de papel, perfumadas con el excitante olor de la plata aún no usada. La transacción implica una pérdida para el que entrega la suma y una ganancia para el que la recibe, pero el hecho de que la operación se concrete supone que el que paga no se siente demasiado perjudicado, y el que recibe siente que su vida cambia. Un economista diría que el primero tiene una baja utilidad marginal del dinero, porque lo posee en gran cantidad, mientras el segundo sólo posee su sueldo de legislador, tal vez la primera plata que ve en muchos años de militar en el llano, y acaso tiene detrás suyo una numerosa familia que sostener; para este último, la misma suma de dinero tiene una utilidad marginal enorme. Este escenario ha sido tratado en el análisis económico, a partir del estudio de Nicolás Kaldor, “Nota sobre aranceles y términos del intercambio”, publicado en 1940. Dados dos grupos de participantes en un mercado, un cambio en las reglas del juego puede permitirles a unos ganar a expensas de los otros. Por ejemplo, en el mercado laboral, la demanda de trabajo se convierte en monopsonio (un único demandante), en tanto se obliga a los oferentes (los trabajadores) a aceptar las condiciones que fije la demanda. Es natural esperar que la demanda explotará al máximo a la oferta, exigiéndole producir más en igual tiempo, alargando la jornada laboral u obligándola a aceptar recortes salariales. El resultado es medible: la mayor tasa de ganancia, multiplicada por el volumen de producción vendida. Es una redistribución del ingreso, de los trabajadores a los empleadores. El empresariado, como clase, no tendría problema en dar una compensación a aquellos legisladores que hicieran posible tal redistribución. La comparación, en verdad, debiera hacerse entre la mayor ganancia de las empresas y la mayor pérdida de los trabajadores, pero aquí el legislador tiene el monopolio de decidir. Esto explica por qué nunca el legislador aceptó en los hechos el mecanismo de consulta popular.

“Ma perché?”

Un empresario americano, tras largos y durísimos años de trabajo, privaciones y acumulación, lograba tomarse unas vacaciones de verano en una ciudad de Italia. Desde un café de la plaza principal observaba días tras día a un lugareño dormitando bajo el sol, sin que aparentemente le reclamase ninguna actividad. Tan desembozado hedonismo se le hizo insoportable, y un día lo encaró, increpándole su indolencia, y el no hacer algo útil para él mismo y para los demás. Hasta le aconsejó que tomase un trabajo. “Ma perché?”, interrogó el paisano. “Para que puedas reunir algunos ahorros”, le aclaró el empresario. “Ma perché?”, seguía intrigado el italiano. “Para que al cabo de un tiempo puedas comprar unas máquinas y pagar a otros que trabajen para ti.” “Ma perché?”, seguía terco el tipo. “Pues así tendrás tiempo libre y dinero abundante.” “Ma perché?”, interrogó. “Para que puedas venir a una ciudad como ésta, descansar y tomar sol.” “¿Me toma el pelo?”, repuso. “¡Yo vivo aquí todo el año, y no necesito esperar tanto tiempo y pasar privaciones para tomar todo el sol que se me dé la gana!” De manera parecida a esta breve historia, el modelo vigente desde una decena de años atrás ha empeorado la calidad de vida de la mayoría del pueblo, con la promesa de que, cuando la copa del crecimiento de ingresos esté llena, pero bien requetellena para los que ganan con el modelo, la misma derramará algunas gotas entre los que pierden. En ese momento venturoso, los chicos pobres irán al colegio, para capacitarse y no sólo para comer algo en el día, los jóvenes saldrán de la secundaria para entrar a la universidad, con la esperanza de hallar inserción laboral en el propio país, sin tener que emigrar, la tasa de desempleo será de un dígito porque las nuevas industrias ocuparán al incremento de la población activa, la pobreza y la delincuencia habrán disminuido, se formará una clase media con expectativas de ascenso, los salarios alcanzarán para vivir. Pero todas esas condiciones ya estaban presentes cuando se comenzó a aplicar este modelo. El deterioro de la calidad de vida y de la estructura social fueron, según sus epígonos, consecuencias no queridas de la aplicación del modelo. Cabe preguntarse: ¿para qué se implantó el modelo? ¿Para que la copa derramase en un momento del futuro mediato? ¿O para llenar bien la copa de la que beben unos pocos en el presente y en el futuro próximo? ¿Ma perché?