¿Otro
golpe de mercado?
Es
impresentable ante los seguidores de la Alianza que queda. Hasta
hace pocos días dirigentes del Frepaso y de la UCR lo señalaban
como uno de los principales responsables del modelo de exclusión
social que dejó diez años de menemismo. Su discurso
bochornoso en la noche que se resistía a aceptar que había
perdido las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires lo había
mandado a cuarteles de invierno. Con apenas esos botones, que por
cierto no son todos, vale suponer que algo no debe estar andando
muy bien si el Gobierno necesita abrazarse al chaleco de Domingo
Cavallo. Si cuando se cambió el gabinete y se lanzó
el paquete proinversión la idea era mostrar un equipo económico
fortalecido, resucitar a Cavallo como garante ante el mercado va
en dirección opuesta. Más bien es poner en evidencia
la debilidad y la falta de confianza que enfrenta José Luis
Machinea. ¡Qué destino el de Machinea! Asumió
el Ministerio de Economía con esa íntima voluntad
de revancha por la crisis padecida en 1989, que tumbó al
equipo que integraba junto a Juan Vital Sourrouille. Golpe de mercado
que lo tuvo a Cavallo como uno de sus impulsores. Ahora, luego de
hacer una y otra vez el auto de fe de conversión a la ortodoxia
fiscalista, se enfrenta a otro golpe de mercado. Las vueltas de
la vida lo llevaron a buscar cobijo en ese mismo hombre que en su
momento allanó el camino para su paso al ostracismo. Y que
muchos lo ven como su reemplazante al frente del Palacio de Hacienda.
Cavallo ha pasado a ocupar el lugar que tenía Alvaro Alsogaray
en décadas pasadas como representante de intereses de los
grupos de poder económico. En las actuales circunstancias,
vale recordar la participación del capitán ingeniero
en los primeros meses del gobierno de Carlos Menem, cuando la segunda
hiperinflación había sumergido a la economía
en un caos. Alsogaray llegó a pronunciar un discurso por
Cadena Nacional apoyando a una administración que parecía
sin rumbo. Ahora es el turno de Cavallo. Y como enseña esa
historia reciente, no hay retorno cuando se cruzan fronteras dando
la espalda a lo que fue un Programa de Gobierno presentado antes
de las elecciones presidenciales.
Atrapado por la (i)lógica económica que va marcando
el mercado, Machinea ha quedado con escasas herramientas para ganarse
la confianza de los operadores. En un contexto internacional que
no ayuda para nada, con depreciación del euro y del real,
el barril del petróleo por encima de los 30 dólares
y el miedo a una fuerte desaceleración del crecimiento de
los países desarrollados, Argentina ha quedado en el ojo
de la tormenta. Los muchachos de Machinea tampoco hicieron mucho
para no mojarse en la tempestad. No sólo fue inoportuno,
debido a las turbulencias financieras internacionales, sino irresponsable
haber colocado deuda convalidando tasas de interés de hasta
el 14 por ciento anual la semana pasada. El abc del negocio del
crédito dice que si un deudor tiene que refinanciar sus vencimientos
a tasas crecientes, indudablemente aumentará aceleradamente
su riesgo de insolvencia. Por ese motivo, después de emitir
bonos a tasas altísimas, Economía padeció la
previsible ola de rumores sobre la inminencia de la cesación
de pagos, que Machinea busca frenar negociando en secreto un rescate
financiero por 15 mil millones de dólares con bancos, el
FMI y el Tesoro de Estados Unidos.
No es fácil ir en contra de los mercados. Más bien
es un desafío temerario y con resultado incierto. Pero eso
no significa que para un equipo económico lo único
que le queda es hacer seguidismo de ignorantes economistas de la
realidad argentina, radicados en Nueva York, que trabajan en bancos
de inversión. Y menos que deba resignarse a un posibilismo
que tarde o temprano terminará por llevarlo al fracaso. Frustración
que reconocerá falta de audacia, que quedará en evidencia
con la arremetida final de un golpe de mercado.
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