PASE feliz Año Nuevo
Las
dos familias estuvieron invitadas a pasar el fin de año en
una quinta en Pilar. Cada una fue en su auto a la casa del pariente
anfitrión. Salieron temprano el 31, a media tarde. No querían
quedar atrapados por autos enloquecidos para llegar a tiempo a la
cena de despedida de un año para olvidar. Igualmente, el
tránsito por la Panamericana estuvo pesado. Ambos conductores,
uno manejando un Renault y el otro un importado Hyundai, pagaron
cada uno 1,5 peso el peaje de la autopista. A unos kilómetros
más adelante de la casilla se encontraba la quinta. Compartieron
una reunión agradable, disfrutaron de los fuegos artificiales
de medianoche y los niños jugaron con estrellitas. Esperaron
un par de horas del nuevo día del nuevo año y ambas
familias decidieron retornar a Capital. El tránsito por la
autopista estaba fluido. La sorpresa del recién nacido 2001
fue para el conductor del Renault. El Hyundai traspuso tan rápido
como siempre la barrera del puesto del peaje, con el salvoconducto
que brinda el pago electrónico PASE. El otro auto quedó
detenido algunos minutos en la casilla. La demora no fue por ningún
desperfecto del automóvil. El conductor quería que
le explicaran por qué tenía que pagar 1,7 peso el
peaje, un aumento de 13,4 por ciento, mientras que aquellos que
tienen PASE no sufrieron ninguna variación en la tarifa,
tal como se ilustraba en un cartel de colores naranja y verde. El
nuevo cuadro de precios empezó a regir a partir de la hora
0 del 1º de enero, fue la respuesta del desdichado joven,
encerrado en un habitáculo de no más de medio metro
cuadrado, con la ventana suficientemente amplia como para poder
extender su brazo para recibir el pago.
Ese incomprensible ajuste tarifario fue la bienvenida al nuevo año
que le regaló la concesionaria de la Panamericana, con el
aval del Gobierno, a la familia del Renault, como a miles más
que no pagaron 35 pesos por el dispositivo electrónico PASE.
Además de vulnerar el carácter de igualdad y uniformidad
que debe tener todo servicio público, ese esquema de peaje
deja al descubierto cómo se castiga al consumidor en beneficio
de mayor rentabilidad empresaria en cada una de las renegociaciones
con las privatizadas. En este caso, la instrumentada por el grupo
Autopista del Sol, sociedad integrada por el grupo Macri, la española
Dycasa y la italiana Impregilio.
El aumento de la tarifa se da en un escenario de deflación
de precios. Ese ajuste profundiza la distorsión de precios
relativos de la economía, con el costo de los servicios en
alza que ahogan al sector productivo y, por lo tanto, acorrala a
la Convertibilidad hacia el precipicio de su estallido. Esa discriminación
en contra del pago manual y a favor del electrónico tiene
como única lógica el incremento de la productividad
empresaria, alentando el uso del PASE. Pero esa mejora en la eficiencia
del negocio del concesionario implicará la eliminación
de puestos de trabajo, al requerirse menos jóvenes atendiendo
con una sonrisa forzada en las celdas. El saldo de esa renegociación
es el de un incremento de la renta del grupo que maneja una de las
principales autopistas del país, castigo a los bolsillos
de los consumidores y menos empleos directos.
El nuevo contrato fue realizado por el Organo de Control de Accesos
a Buenos Aires (Ocraba), aprobado por el Poder Ejecutivo Nacional
mediante el decreto 1221 que convalidó la ¡quinta!
renegociación de la concesión. El acuerdo consiste
en trabajos en General Paz, la construcción de un tercer
carril desde Pacheco hasta Campana en uno de sus ramales y desde
Pacheco a Pilar en otro. Se extiende el contrato cuatro años
más para compensar la eliminación del ajuste por inflación
de Estados Unidos. Se prevén inversiones por 65 millones
de dólares. Y un nuevo ajuste en las tarifas a 1,9 pesos
cuando comience el 2002.
Enterado de ese futuro aumento, para no sentirse otra vez el bobo
de la película, la familia del Renault ya decidió
que el PASE al próximo Año Nuevo será en Capital.
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