PLáSTICA › FERNANDO BEDOYA EN EL CENTRO RECOLETA

Entre el putsch y el kitsch

El grabador propone una galería de todos los presidentes de la historia argentina transformados en enanos de jardín. El punto de partida es una frase: “Argentina país del mañana”.

 Por Fabián Lebenglik

La muestra “Argentina país del mañana” nace del texto de una postal que Fernando Bedoya –quien había emigrado de Lima hacia Buenos Aires– le envió a su padre a Perú hace veinticinco años.
La frase, originalmente promisoria y esperanzada, es portadora de una historia en la que inmediatamente se identifica la carga de expectativa con la que fueron llegando las sucesivas oleadas inmigratorias y aluvionales que ayudaron a poblar y a construir el país. Ahora se transforma en un eslogan cínico, no sólo a la luz de la Argentina de hace un cuarto de siglo, durante los años de plomo (del “putsch”: golpe de estado); sino también de país actual, ante la evidencia de que se han robado el país.
Cuando el padre del artista muere en 1993, deja esa postal sobre el escritorio. Entonces el hijo recoge el mensaje y vuelve sobre la idea que le rondaba desde hacía tiempo: hacer una muestra que tomara aquella frase como punto de partida, para mostrar la (trágica y también cómica) tensión entre el sentido literal del eslogan y sus sentidos figurados.
La frase, que aparece como puro deseo, tiene un costado risible y otro siniestro. Y en esa mezcla se define la muestra de Bedoya.
El artista presenta una galería de todos los presidentes argentinos travestidos en enanos de jardín, con una especie de torta en la mano y la palabra “mañana” sobreimpresa. Las crisis y tragedias sucesivas de la historia argentina hacen que la exposición se vuelva corrosiva.
El enano de jardín es el emblema del kitsch y el conjunto de los presidentes son vistos, en un pie de igualdad, como ridículos y grotescos. Esa igualación es el aspecto más crítico y al mismo tiempo es el registro representativo del estado actual de combustión social y política: es el dato objetivo de una compulsa. Y en esa igualación destructiva, se lee también un cuadro de situación.
Otra serie más breve, selecciona y repite a un grupo de presidentes, transformados en relieves. Allí, la obra se vuelve aún más crítica y al mismo tiempo invita a la carcajada: la historia de los presidentes es reducida a una colección de enanitos de jardín. En los relieves el artista aprovecha para ejercer una suerte de justicia poética adicional, inflando y abollando las figuras, de acuerdo con sus propios criterios.
En el texto que acompaña la exposición, Luis Brand agrega otra sospecha: “Este inquietante eslogan ‘Argentina país del mañana’, anticipa como ayer, quizás, otra nueva inmigración, que vendrá a quedarse con el territorio en el que residimos, esta vez con el arma de la cartera llena, el bajo precio de la tierra y los inmuebles”.
Fernando Bedoya es un artista político y desde esta perspectiva la técnica del grabado así como el arte urbano, resultan su arma, porque funcionan en su sentido original de circulación y difusión.
La práctica artística es para Bedoya, además de una postura (y una lucha por imponer una) estética, un lugar de reflexión sobre las condiciones de producción, exhibición y circulación de las imágenes y las ideas.
En las décadas del ochenta y noventa, con la “empresa” “Arte al paso” luchaba, al lado de los organismos de derechos humanos, para difundir mensajes políticos y afirmar la relación del arte con la gente.
Desde las veredas, el asfalto, pasacalles y murales contribuyó a tomar conciencia y a desautomatizar la maquinaria rutinaria del olvido.
Del mismo modo, desde hace unos años forma parte del proyecto “La estampa” gracias al cual las internas de la cárcel de Ezeiza se dedican laboral y artísticamente al grabado, en el marco de un programa financiado por el Ministerio de Justicia y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
La exposición incluye un afiche en el que se repiten los enanitos y se hace, siguiendo la lógica de las promesas no cumplidas, una nueva promesa: el artista presentará una producción gráfica... “cuando tenga plata”. El citado texto de presentación que acompaña la muestra, termina con una arenga plena de político optimismo, en la que se intenta volver sobre el sentido promisorio de la frase en cuestión (“Argentina país del mañana”). Termina Brand: “Así, al observar la rostridad ‘rostricida’ de los presidentes, no experimentemos ‘la vergüenza pública’, sino la urgencia de tomar las riendas de las vida entre todos... Celebro esta acción plástica que viene a acercar los actos de conciencia y las energías del arte en total conexión con nuestra pronta y definitiva independencia”.
La política y la estética implican una pelea por la apropiación de sentidos, donde no sólo entran los que creen, sino también los escépticos; así como los utópicos y los antiutópicos. En este último caso el slogan sería –como escribe Héctor Libertella en su último libro–: “el futuro ya fue”. (Centro Recoleta, Junín 1930, hasta el domingo 8 de setiembre).

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Los caricaturescos Alvear, Roca y Rivadavia, parte de la galería de enanitos con torta.
En línea con el clima social y el humor político, la serie de Bedoya iguala a todos.
 
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