Gracias maestro por tanta vida. Palabras como balas, atravesando nuestras ideas y prejuicios. Nuestras miradas siendo bien recibidas bajo los golpes que recibimos de tu mirada, la de un genio, que no tolera la hipocresía ni la adormilada actitud de estar intentando algo sin entregarse plenamente. Un ser que se resuelve y revuelve las cosas en cuestión de segundos. Una situación que caía a la mesa traída por Gorriarena y nos atravesaba por su descarnada carga de realidad. La frescura de su sinceridad avasallante, su postura erguida y rígida ni desde arriba ni desde abajo, sino a través de las cosas. No me imagino una forma más sincera y genuina que ésa. Nada podía salir mal de sus manos, “el ser con corazón”. Un ser con alma, cielo e infierno en la misma palma de su mano. Para dar y para ser, sin dejar de lado jamás el juicio. Este duende alado juega y sale ganando aunque se sabe solo y nos acaricia, y nos canta y nos cuenta un cuento que termina violentamente. Termina con la muerte del narrador. El que volvía a nacer en cada pintura. Hablando de Picasso, de Matisse, de Bacon. Deleitándote al nombrar a Lucien Freud. Sí, vos hablás de las mismas cosas que ellos, del Amor. Con la diferencia de que vos lo hacés desde tu lugar, desde Buenos Aires. “Hablar de la superficialidad sin ser superficial”, exactamente eso era un acto de belleza puro. Un ser con fuerza en sus palabras, sólido desde el color de sus pinceles hasta en la gravedad de sus gestos. Nos diste a tus alumnos un pedazo de vos, viéndonos, siendo tal cual sos, sin secretos. Un fuerte saludo a familiares y amigos de Carlos Gorriarena, quien fue y es un maestro de la vida.

Clarisa Grabowiecki

DNI 30.101.514