Lunes, 21 de enero de 2008 | Hoy
Por Luis Lafferriere *
El lunes 14 de enero, Página/12 publicó un artículo muy interesante de Norma Giarracca sobre “Universidad, ciencia y sociedad”, con el cual coincido en líneas generales. Además de destacar el valor de esa opinión, y el hecho de que existan medios que den cabida a posturas como la citada, quisiera hacer un par de reflexiones sobre dos temas que a mí parecer deberían enfatizarse y que, si bien están mencionados en el texto, considero que debería hacerse un mayor énfasis por su importancia estratégica: (1) ¿Para qué queremos el conocimiento? (2) ¿Cómo está la universidad pública? Se trata de temas cuyo tratamiento serio y en profundidad no se ve con frecuencia ni en los medios masivos de comunicación, ni en el discurso oficial (más aún, ni siquiera en la propia universidad pública).
Conocimientos para qué y para quiénes. El primer tema tiene que ver con la cuestión del modelo productivo y de sociedad que está guiando actualmente la actividad educativa, científica y tecnológica en la Argentina. Es innegable que avanza y se consolida el modelo de los agronegocios, con la soja (y muy posiblemente el maíz) como los puntales del monocultivo (además del saqueo minero e hidrocarburífero). El mismo es apoyado por un conjunto de sectores de gran peso económico (y político), acompañados por los grandes medios de comunicación que manejan. Hay un importante porcentaje de facultades en todo el país que no sólo ignoran el tema ni lo debaten, sino que promueven y promocionan las actividades vinculadas a ese modelo. De ahí que creo importante que más allá del discurso oficial de potenciar el sector científico-tecnológico, hay un debate previo imprescindible: ¿para qué economía y para qué sociedad queremos el desarrollo de la ciencia y de la técnica?
El neoliberalismo ha avanzado tanto en la cabeza de la gente, que en la mayoría de los lugares donde debe producirse conocimiento se actúa como si lo tecnológico fuera un campo aparte de lo político. Y como lo político en la Argentina responde a los que detentan el poder económico, son estos últimos los que definen nuestro presente y nuestro futuro. En síntesis, al tomarse al conocimiento como un compartimiento apolítico, la dirección de lo que se hace (esfuerzos, estudios, difusión, etc.) la imponen los dueños del “mercado” y los gobernantes “realistas” que están a su servicio.
Ante la amenaza que significa para la sociedad argentina el avance del modelo productivo centrado en la depredación de nuestros recursos naturales, es imperioso debatir en el marco del crítico panorama del capitalismo mundial, qué educación y qué conocimientos necesitamos para una sociedad más justa y sustentable, y para una economía que sirva de sustento material para ella. Gran parte de nuestra sociedad vive los efectos narcotizantes de una situación que no durará mucho, pero si no tomamos conciencia a tiempo los daños serán muy difíciles de reparar (como el adicto que llega a una fase agonizante o muy avanzada de su organismo dañado).
¿Cómo está la universidad pública hoy? Por otro lado, y sobre la relación entre la investigación y la universidad pública, comparto en general que es positivo ese proceso. Pero es indudable que también la universidad pública ha sufrido un fuerte avance de las ideas neoliberales, además de que (salvo algunas excepciones) se comporta como una institución más de las muchas cooptadas por el modelo vigente. Esto significa que, tal como está hoy, la universidad tampoco constituye una garantía de que la generación de conocimientos se ponga al servicio de la sociedad y de sus sectores mayoritarios.
Seguramente habrá algunas facultades que tengan una situación distinta, y se muestren más comprometidas con el cambio social. Pero en la gran mayoría del país predomina otro panorama: muchas están pegadas al “mercado”, otras desvinculadas de la realidad (sin rumbo claro), y donde la investigación pasa a ser vista (y vivida) por sus protagonistas (implícita o explícitamente) como una mera fuente de ingresos que hay que garantizar cueste lo que cueste. Es muy común en los integrantes de los diferentes estamentos tengan una actitud individualista, que se profundiza ante la falta de proyectos políticos claros en esas instituciones.
En síntesis, es esta preocupación la que genera mis comentarios, sobre la importancia de los intelectuales (técnicos, profesionales, docentes, investigadores), para abordar estos temas, en interacción con la sociedad, en su rol de esclarecer sobre las cuestiones estructurales y estratégicas, ya que la dinámica de los políticos y de los gobernantes que tenemos pasa desde hace tiempo por otras preocupaciones.
*Contador, titular de Economía Política en la Universidad del Litoral y de Economía en la Universidad de Entre Ríos.
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