CONTRATAPA

Huir del corralito

Por Enrique Medina

Estaban elogiando a Racing y en eso, sin que viniera a cuento, se habló del “corralito” en el que todos los depósitos en dólares están presos. Juanjo dijo que su abogado ahora se dedicaba a intermediar en la compraventa de plazos fijos, cheques y la parafernalia del caso. Fernando cazó al vuelo la digresión y anotó el nombre y celular de quien sospechó le daría una mano para transformar en verdes efectivos a como diera lugar el bendito plazo fijo que se le vencía al otro día.
En el contacto telefónico se explicaron las razones de la operación. El abogado lo urgió a que obligara al banco a que le hiciera un cheque a nombre de tal compañía para facilitar la operación que realizarían en conocida casa de cambio, etc.
Obligado al forzado raje de la convertibilidad de 11 años, y a pesar de consejos para que mejor buscara amparo en la Defensoría del Pueblo, comprara acciones, depositara en Montevideo y otras estrategias, Fernando, quizás por esa costumbre argentina de ser optimista con experiencia, palpitó que esta ocasión era la suya. Durante las conversaciones se cuidó muy bien de ser específico evitando decir “guita, plata, mangos, money”, pronunciaba “Dólares” con mayúsculas. Y a pesar de que la quita era del 24, un afano de esos, como eran dólares bien valía la pérdida y la calma de la ansiedad por zafar.
En el HSBC sólo encontró escollos, por lo que el abogado se ofreció a mediar y Fernando aceptó el ofrecimiento. El abogado lo impactó porque era muy joven, muy pintón, muy pico de loro, muy de hablar continuamente por el celular, y en 15 minutos, él mismo, escribió las solicitudes al banco sonriéndole a la divina Lorena, que firmó el cheque necesario sobre una empresa equis-equis como “Oficial Banca Individuos” según rezaba debajo de su nombre.
Y se metieron en el auto del abogado partiendo raudos a la city. En la planta baja hay un banco regional que decora el edificio. En el sexto piso la oficina salvadora. Entraron y Fernando notó que el único mobiliario eran unas sillas de plástico, mesas-escritorios vacías de papelería, cuadro de morondanga, y una recibidora y secretaria controlando el monitor que muestra a quienes tocan el timbre.
Le pidieron el cheque, tardaron una hora para comunicarse con el banco y verificar la autenticidad del papelito sellado. Bien, en hora y media tendrían el dinero. Si querían podían ir a dar una vuelta. El abogado, que no dejaba de hablar por su celular, lo invitó al Hotel Libertador que estaba enfrente.
Y allí cruzaron y Fernando pidió un café y el abogado se explayó con lomito, ensaladas y jugo de naranja. Pasado el tiempo ineluctable, retornaron a la oficina. Pero el dinero no había llegado. Estaba en camino. Apareció una gorda embarazada que el abogado presentó como su secretaria. Esta le desplegó carpetas y papeles que el abogado pasaba velozmente. Luego de una hora larga, apareció un mono con un bolso de supermercado que pasó a la oficina del fondo. Llamaron al abogado y Fernando se quedó solari hablando boludeces con la secretaria de la oficina, la gorda embarazada y el monitor en blanco. Prolongado tiempo. Por fin, cuando ya los nervios le zapateaban en la cabeza, le avisan que pase. Acude. Entra en la oficina. Una mesa y dos sillas, nada más. Fajos de billetes en la mesa. El abogado que le dice, ya los conté, si querés contalos vos, y Fernando que se quiere morir porque los billetes no son dólares, son pesos, y siente que algo le raspa dentro del pecho. El abogado también se sorprende de la sorpresa de Fernando. No, mi viejo, entendiste mal, eran pesos, cómo te voy a decir dólares si no hay un dólar en el mercado, que no, siempre hablé de dólares, que no, siempre te hablé de pesos, yo nunca dije pesos siempre dije dólares. Fernando siente que seasfixia en esa oficina de mierda. Quiere gritar que le devuelvan el cheque, estás loco el cheque ya fue depositado, pelito pa’la vieja.
Al verlo mal, el abogado le dice que bueno, no hay problema mi viejo, vamos a “Casa Puente” y los cambiamos. Pero resulta que ya es tarde, son más de las seis, siempre hay que hacer las conexiones primero. Quedate tranquilo. Y, por ese temor nacional de quedarse sin el pan y sin la torta, en vez de ponerse firme, Fernando, sin saber por qué, hace lo que sabe que no hay que hacer, y sin darse cuenta agarró el sobre con los fajos de dinero que Bompapi ha ido metiendo. Se levantan y salen, y encima Fernando tiene que saludar el tránsfuga de la oficina de mierda que además le guiña el ojo, y están bajando en el ascensor y espera en la puerta del banco mientras el abogado busca el auto y suben y la gorda embarazada detrás, y lo dejan en la esquina de su casa. Tené cuidado, le aconseja el abogado, y como un autómata él baja y la gorda embarazada sube adelante y se van y él entra en su edificio. Abre la puerta, deja el sobre con los fajos en la mesa, prende el televisor como es su costumbre, y un locutor anuncia que en pocos minutos más hablará el nuevo ministro de Economía de la República Argentina acerca de las próximas medidas a tomar. Fernando se sienta y se sirve un whisky, esperando el discurso. También esperando a su mujer, a la que tratará de exponerle los beneficios del arreglo que ha hecho, con tal de huir del “corralito”.

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