CONTRATAPA

Soborno

 Por Antonio Dal Masetto

Esta noche en el bar los parroquianos estamos divididos en dos grupos: los furiosos y los fatalistas. Aunque ambas fracciones alzan sus puños al cielo por una única causa: los jueces reciben sobornos, los malos nunca son condenados y los que esperan justicia son verseados, pisoteados y humillados. Los fatalistas sostienen que esto no tiene destino, que todo seguirá así y que en resumen no tenemos salvación. Y los furiosos proponen salir ya mismo a retorcer pescuezos. Un desconocido que está apoyado a la barra pide permiso para intervenir.
–A ustedes les está pasando lo que siempre les pasa a los buenos, no tienen sentido de la realidad, son como el toro que quiere voltear la pared e intenta hacerlo a cabezazos. Lo único que van a conseguir es que les duela mucho el coco.
–A ver, usted que parece sabérselas todas, ¿qué opciones nos quedan?
–Se trata de copiar los métodos y las artimañas de los malos. Los malos tienen visión para los negocios, tienen claro dónde hacer sus inversiones y jugar su plata.
–¿Y cómo sería copiar a los malos?
–Sobornar a los jueces, como lo hacen ellos. La diferencia está en que sobornaríamos para que se aplique la ley. Hay sobornos malos y sobornos buenos. Como la magia, hay magia negra y magia blanca. Hay sobornos negros y sobornos blancos.
–El nuestro sería el soborno blanco.
–Entendieron bien. ¿Cómo se combate la picadura de la serpiente? Con un antídoto hecho con el veneno de la misma serpiente. ¿Como está hecha la vacuna contra la viruela? Con el virus de la misma enfermedad. Nosotros sobornamos para impedir que los que sobornan, eludan la espada justiciera de la ley. La idea es contraatacar, soborno contra soborno.
–¿Pero con qué contraatacamos si no tenemos un mango? Los malos son ricos.
–Ponemos un aviso con un número de una caja de ahorro en el Banco de la Nación, convocando a una colecta nacional, para que colaboren depositando un pesito todos los buenos con vocación patriótica. Somos millones, saquen la cuenta. Cuando nos presentemos con la oferta, Su Señoría nos dirá: “Miren, muchachos, ya tengo una propuesta: no les voy a mentir, acá les anoto la cifra”. Y ahí subimos la apuesta y le aclaramos: “Todo en efectivo, mitad ahora y mitad cuando salga la condena con la pena máxima que establece la ley”.
–¿Y si los malos vuelven a subir y hay empate?
–Tengo argumentos a nuestro favor. El dinero de una donación, fruto de una colecta, es dinero limpio. Su Señoría no tiene que andar ocultando los billetes en Suiza. Plata por plata seguro que va a elegir la plata blanca y no la negra. Además permítanme una consideración irrefutable: el hombre es naturalmente bueno, nace en estado de bondad; es la sociedad la que después lo corrompe. Si encontrase la posibilidad de volver al camino recto, sin que le cueste ni una moneda, no hay duda de que lo haría. Y ésa es la oportunidad que nosotros le estaremos brindando a los magistrados. Y piensen en la repercusión internacional. Con la depuración de la Justicia gracias a los sobornos blancos, vamos a ganar de nuevo el respeto de los países del mundo. Los que tienen dinero afuera, van a confiar nuevamente y lo traerán de vuelta.
–Esta es la propuesta más contundente que escuché en mi vida –dice el Gallego mientras saca una lata vacía de dulce de batata, la coloca sobre el mostrador y echa una moneda adentro–. Quiero ser el primero en comenzar esta cruzada. Señores, adelante con los aportes del soborno blanco. Tomemos nota del día y de la hora, esta fecha va a pasar a la historia, en este bar y en este preciso momento se acaba de colocar la piedra fundamental de la refundación de la República.

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