CULTURA › MESA REDONDA “LOS LIBROS Y EL CORRALITO”
Disparos contra la cultura
Por Silvina Friera
El lema de la Feria “Una ciudad de libros” –seguramente concebido con las mejores intenciones– y la realidad de una industria editorial ajustada como nunca antes se vio en la historia argentina representa un contraste ineludible a la hora de pensar el presente y el futuro del libro y la lectura. En la mesa redonda “Los libros y el corralito”, de la que participaron Daniel Divinsky, de Ediciones de la Flor, la escritora Angélica Gorodischer y Mempo Giardinelli, muchas preguntas sobre el futuro del libro quedaron abiertas como el futuro argentino, cada vez más incierto. La pelea por la supervivencia de buena parte de la sociedad relativiza todas las justas demandas y reclamos del rubro editorial. “Después de los chicos que se desmayan por hambre no tenemos derecho a quejarnos”, señaló Divinsky. Para Gorodischer, hay cosas más urgentes que los libros. “Además de nuestro oficio de soledad, tenemos un país que se nos está escurriendo como agua en el desierto”, subrayó la escritora.
En sus cartas personales, Raymond Chandler decía que se irritaba mucho cuando iba a ver a un editor para hablar de plata y el editor salía hablando de literatura. En Argentina, al menos, en estos tiempos de devaluación, es inevitable hablar en términos de costo o dinero. “La gente que recorre la feria ve que los libros han aumentado entre un 20 y 25 por ciento”, admitió el editor. “No quiero justificarlo, pero si se hubieran trasladado los verdaderos costos a los precios del libro, al 1 de marzo el aumento habría sido de entre un 55 o 60 por ciento”, aclaró Divinsky, y aseguró que cuando la cantidad de tirada de los ejemplares que componen una edición se reduce, el precio del libro por unidad se incrementa. “Por eso los precios relativos argentinos son tan elevados, no sólo por la influencia de los insumos importados, sino porque las tiradas son cada vez más chicas”, subrayó Divinsky. “Traducido a divisas, los libros argentinos han quedado muy baratos. El fin de semana hubo mucha afluencia de libreros y particulares uruguayos, chilenos, paraguayos y de otros países limítrofes comprando libros en pesos, aun sin el descuento de librería, porque los conseguían más baratos”, ejemplificó el editor, que recordó que nunca en la historia la industria del libro tuvo un impuesto a la exportación.
Giardinelli dijo que la situación de la Argentina plantea serios interrogantes del tipo “¿En qué país vamos a vivir en las próximas horas? Estamos en vísperas de la caída de este gobierno y un evento cultural como el de la Feria es un pequeño acto de resistencia”, destacó el autor de Diatribas por la patria, y agregó que la crisis ha producido un acercamiento entre los sectores comerciales e industriales del libro. “En épocas de crisis dicen que los artistas producimos más que en etapas de tranquilidad. Como casi siempre estuvimos en crisis nunca dejamos de escribir para sacar a la cultura de la amenaza del corralito. La historia de los libros es la historia de la humanidad. Los libros son la memoria de la palabra”, reflexionó Gorodischer. “Mi derecho y deber como ciudadana es reclamar a los que están en el poder las soluciones para la industria del libro”, advirtió la autora de Mala noche y parir hembra. El coordinador del debate, Julio Crespo, planteó la necesidad de vislumbrar un hecho, ciertamente, desolador: por primera vez Buenos Aires, un centro donde el libro abundaba, las novedades llegaban, se discutía y se generaba un pensamiento de punta, está empezando a resquebrajarse. Lamentablemente, la actividad editorial no está exenta del desastre argentino: los precios de los libros importados trepan hasta las nubes, las tiradas se reducen y la amenaza de despidos de personal o suspensión de colaboraciones externas acechan.