CULTURA › BIBLIOTECAS ABIERTAS
Lugares abiertos,libros que viven
El ciclo “Teatro y música en las Bibliotecas de la Ciudad” fue inaugurado con la actuación del grupo de Norman Briski.
Por Silvina Friera
“Las bibliotecas tendrían que estar abiertas siempre, como las farmacias de turno, porque disminuirían notablemente los suicidios”, dijo Norman Briski en la inauguración del ciclo Teatro y música en las Bibliotecas de la Ciudad, organizado por la Dirección del libro. Acompañado de su grupo Brazo largo, el actor, dramaturgo y director consiguió transformar la sala de la Biblioteca Ricardo Güiraldes en un escenario por el que transitaron un chico de una villa que limita con un country; un hincha de fútbol, confundido por la policía con un piquetero, y la cholita que recuerda el genocidio de su pueblo en manos de Roca, entre otros personajes. Las obras presentadas, Saturno, El hincha de Racing y La gran piedra, funcionaron como vasos comunicantes entre los problemas que afectan a las distintas comunidades con las que trabaja el grupo, las bibliotecas y los espectadores.
El pibe de la villa en Saturno no quiso robar a los privilegiados que viven en esas pompas de jabón que son los countries; sólo intentaba recuperar la pelota que pasó el vallado social que encierra a unos y excluye a los otros. Briski puso su cuerpo y su voz al servicio de un hincha de fútbol al que se le pincha la goma de su auto. Mientras busca auxilio con la goma en la mano, es rodeado por policías que piensan que el atribulado hincha es un piquetero a punto de desestabilizar el “orden”. En La gran piedra, Julio Argentino Roca es parodiado con una ferocidad demoledora. El general petrificado junto con la cabeza de un caballo es la prueba manifiesta de que los monumentos y los nombres de las calles están poblados de asesinos canonizados por las efemérides y los manuales escolares. “El capitalismo es un chiste homicida”, dice uno de los personajes, frase que funciona como el humus desde donde se construyeron estas breves pero contundentes piezas. Brazo largo no deja dudas de qué lado de la cancha teatral juega: al lado de aquellos artistas que aún encuentran en el arte un arma poderosa para incidir sobre la realidad.
“Queremos relacionar el teatro no sólo con el drama ciudadano –señaló Carlos Borro, director del Libro, a Página/12– sino con la literatura y la política.” El ciclo, coordinado por Dana Basso, forma parte de un programa integral que intenta acercar las distintas expresiones del texto escrito a los barrios de la ciudad, bajo la premisa de que “tanto las letras musicales como el texto dramático son corrientes literarias que necesitan de otros recursos para completarse”. Borro enumeró una serie de proyectos que se están desarrollando en la dirección del libro: la revista digital Letrópolis, que se lanzará en breve, y que funcionará como guía de lectura, y los agentes culturales, universitarios entre 20 y 22 años, que vinculan a los vecinos con la biblioteca.
“Si se piensa en las bibliotecas desde el modelo de lector que instauró la modernidad, el lector librepensador que forjaba su pensamiento, hoy nos encontramos que el 71 por ciento de los que asisten a las bibliotecas lo hacen por razones institucionales, es decir, son alumnos de escuelas primarias, secundarias y de universidades”, subrayó Borro. Sin embargo, recordó que casi el 30 por ciento restante todavía va solo a las bibliotecas y que busca libros de historia y de ficción. “Hoy las bibliotecas son prestadoras de servicios públicos como nunca antes, hace tiempo que dejaron de ser un instrumento para el ciudadano liberal y autoconstruido”, aclaró Borro. “Las bibliotecas tienen que ser un lugar abierto con libros vivos”, subrayó.