CULTURA › EL FONDO NACIONAL
DE LAS ARTES IMPULSA UN DEBATE SOBRE
LA DEGRADACION DEL LENGUAJE EN LOS MEDIOS MASIVOS
Una cruzada por la revalorización de la palabra
Magdalena Ruiz Guiñazú, Cristina Mucci, Nicolás Casullo, Beatriz Sarlo, Aída Bortnik, Diego Gvirtz e Ivonne Bordelois trazan algunas de las coordenadas de la polémica que comenzó ayer y seguirá con una serie de mesas redondas en la sede del Fondo. “Este debate resulta ineludible”, opinan.
Por Silvina Friera
Un malestar se está extendiendo en el campo de la cultura argentina: el lenguaje se simplifica y se deteriora en la mayoría de los programas de la televisión abierta. Quizá la palabra no esté tan amenazada, parafraseando el título del libro de la lingüista y poeta Ivonne Bordelois. Al menos esta esperanza empezó a crecer ayer en la presentación de “Compromiso ante la ciudadanía”, impulsado por el Fondo Nacional de las Artes. Esta iniciativa es el primer paso para instalar un debate postergado por la sociedad argentina desde la recuperación democrática. ¿Hay un divorcio entre las necesidades del televidente y lo que los dueños y productores emiten en los canales de aire? ¿Qué rol debe cumplir un canal público y qué lo diferenciaría, entonces, de las empresas privadas? Y aunque sean empresas privadas, ¿los canales no brindan un servicio público? ¿Las sanciones que aplica el Comité Federal de Radiodifusión (Comfer) son eficaces? ¿Qué se puede hacer para mejorar la calidad de los medios de comunicación en la Argentina, sin caer en la censura y en el peligroso precipicio del autoritarismo?
Las periodistas Magdalena Ruiz Guiñazú y Cristina Mucci, el sociólogo Nicolás Casullo, las escritoras Beatriz Sarlo y Aída Bortnik, el productor televisivo Diego Gvirtz y la lingüista y poeta Ivonne Bordelois trazaron ante Página/12 algunas de las coordenadas de la polémica que comienza. “Este debate resulta ineludible”, opina Aída Bortnik. “Tuvimos siete años de una dictadura siniestra y diez años de menemismo, con una corrupción nunca antes vista, y el deterioro de los medios de comunicación es una consecuencia de diecisiete años de degradación de la cultura nacional. Es como una peste que fue contagiando y carcomiendo todo: en los programas no hay autores, no hay ficciones bien preparadas, ni la más mínima voluntad de entregar algo de calidad.”
La farandulización
El sociólogo Nicolás Casullo considera que habría que entender el empobrecimiento de los medios de comunicación al calor de lo que está pasando, en términos más amplios, en la sociedad argentina. “Este es un país que se quiebra, que se ríe de sí mismo y de su propia historia, que se violenta culturalmente, se agrede a sí mismo y que pierde el respeto de sí mismo. Estas son variables que, así dichas, son muy gruesas, pero que probablemente van a quedar inscriptas en esto que es una particularidad argentina: la manera en que la televisión y la radio trabajan el vocabulario, banal, escandaloso, promiscuo”, sugiere el sociólogo. “Es una farandulización no sólo de la política sino también de la tarea comunicativa, en la que se banaliza todo aquello que forma parte de la realidad: se banaliza la identidad, las discusiones y los modos donde pareciera ser que se descubre que nada es serio, que nada es cierto –enumera–. Hay una suerte de ruptura de todo pacto de valores, y ahí no solamente aparecen los programas de la tevé basura, sino que el periodismo trabaja muy fuertemente en términos de un lenguaje procaz; lo sexual se presenta de manera extrema; el lenguaje se transforma en algo violento para el oyente”.
El sociólogo dice que en el país hay una tendencia constante por “los populismos degradantes y cualunquistas, y que en este momento animadores, periodistas, conductores y cómicos asumen ese cualunquismo con total naturalidad”. Si en el argumento de Casullo la sociedad ha dejado de respetarse, es porque “todos aparecen como cómplices de un pacto de degradación cultural, de memoria y de identidad”. Y, además, insinúa que el “estado de pantano” de los medios de comunicación “estalla hoy, pero es algo que se viene incubando desde hace tiempo”. Para Casullo hay una enorme incapacidad de los organismos que tendrían que velar para que esto no sucediera. “Por más que los canales sean privados, son medios públicos que deben cumplir una función de responsabilidad y no la están cumpliendo.”
El horario de protección al menor
Magdalena Ruiz Guiñazú propone una medida que viene reclamando hace rato mucha gente: “Que los editores de los avances de los programas que se emiten después de las 22 se tomen el trabajo de hacer promociones diferentes en el horario de protección al menor de las que son emitidas después de las 22”. La periodista subraya que la lucha descarnada por un punto de rating es un grave error. “El equívoco reside en pensar que ese punto de rating, aunque lo ganen, puede ser beneficioso para el país. Hay una mira muy corta en los responsables de la programación –sugiere Ruiz Guiñazú–, no se dan cuenta de que son responsables de la educación pública, que también pasa por los medios de comunicación.” ¿Piensan más en el entretenimiento? “En la televisión, la palabra entretenimiento es la meta principal y el rating parecería ser el único dios en el que se puede creer. La educación es un asunto primordial porque va junto con la recuperación social de gente que ha quedado muy marginada del sistema.”
Cristina Mucci, que conduce el programa cultural Los siete locos, señala que es alarmante que la cultura argentina, que se ha jactado de tener una de las mejores universidades públicas de habla hispana, hoy “ostente” un nivel tan deplorable en la programación de los canales. “No estoy de acuerdo con aquellos que dicen que la gente consume lo que se le da. Cuando se simplifica el lenguaje y los contenidos, se somete a la gente que no tiene otras posibilidades de elegir, de pensar y expresar sus ideas”, esgrime Mucci. “Entre las cuestiones pendientes que tenemos los argentinos está el tema de los medios de comunicación. Hay que instalar con fuerza y sostener este debate para que no se diluya, porque los canales, además de funcionar como empresas privadas, brindan un servicio público, y un capítulo especial de este debate debería ser la función que cumple un canal público”, precisa la periodista. “Yo no creo que Canal 7 tenga que dedicarse a la cultura las 24 horas del día, pero sí creo que se deben discutir los contenidos de su programación.” Mucci coincide en que hoy más que nunca los medios de comunicación cumplen un rol educativo: “Los chicos pasan más horas frente a la pantalla que en el aula, por eso quienes estamos en la televisión tenemos que ser muy conscientes de lo que hacemos y decimos”.
El Estado y el capitalismo
Beatriz Sarlo asegura que, tal como son los programas de la televisión, no pueden sino recurrir al lenguaje elemental y primitivo que tienen. “La cuestión no es escandalizarse por el lenguaje sino indignarse por la programación”, matiza Sarlo. “Hay que pensar y diseñar una acción sobre la televisión, una discusión pública sobre la programación, comenzando por el canal público, que no se diferencia mucho de los otros canales”, apunta la directora de la revista cultural Punto de vista. ¿Cómo sería esta acción sobre la televisión? “Si se trata del canal público, el debate debería pasar por independizarlo del rating y, sobre todo, de la publicidad. Todos los países del mundo que valoran acciones sobre el campo de la cultura tienen canales de televisión, o alternativas dentro de los canales públicos, que están independizados del mercado capitalista de la publicidad. La cuestión no es cuánto necesita aportar Coca-Cola que para que salga un programa en pantalla, sino cuál es el diseño de programación que quiere tener un canal público. Los canales privados, evidentemente, están entregados a la más desaforada competencia capitalista, y en ese sentido cualquiera que tenga televisión por cable puede ver perfectamente que nuestros canales son infinitamente inferiores a muchos de los canales de aire de otros países. El Estado argentino no está discutiendo bien con sus propios capitalistas; el problema de la televisión es un capítulodentro del problema de las relaciones del Estado argentino con el capitalismo.”
¿Un boicot a la televisión?
La degradación de los contenidos de los medios de comunicación es mundial, pero para Ivonne Bordelois en la Argentina el descenso de la calidad televisiva es mucho más acelerado que en otras partes del mundo. “El Comfer no es eficiente, porque, aunque se paguen multas, no se modifica la situación”, advierte la lingüista y poeta, autora de La palabra amenazada (Ediciones del Zorzal). Aunque repite que no quiere ser una francotiradora, que sólo está esbozando una hipótesis de intervención, sugiere analizar la posibilidad de boicotear no sólo a los canales sino a los sponsors, como hicieron los franceses con la publicidad. “Este tipo de acciones es difícil de implementar en nuestro país –concede Bordelois–. En Francia, cuando aparecían en las calles los carteles publicitarios de ciertos productos inflados por la publicidad, quienes promovían el boicot pusieron sobretítulos sobre las imágenes y lo que estaba escrito, para demostrar que era una estafa presentar cualidades que el producto no tenía. Ese boicot fue activo y masivo, pero yo me pregunto si nuestra ciudadanía está dispuesta a hacer una cosa por el estilo.” Otra acción podría ser apagar la televisión en determinados horarios, como la franja horaria de 21 a 22, en la que compiten Marcelo Tinelli y Susana Giménez. “Pero ¿cómo motivás a la gente para que lo haga?”, se pregunta la lingüista.
“En los últimos meses, el amarillismo de los noticieros subió a un punto que no se los puede escuchar ni mirar, sólo ponen en primera plana las cosas sensacionalistas –argumenta–. Es una falta de respeto a nuestra inteligencia y nuestra capacidad de información. Esto constituye, sin duda, una tentativa de analfabetización colectiva: cuanto menos la gente piense, está más dispuesta a comprar porquerías.”
El lugar de la discusión
¿El lenguaje se deteriora o evoluciona? Esta debería ser la pregunta disparadora del debate para Diego Gvirtz, dueño de la productora PPT (Pensado para Televisión) que produce Televisión Registrada e Indomables. “Me cuesta hablar del tema porque no tengo en claro qué es un buen o un mal lenguaje”, señala el productor. Gvirtz cree que es positivo que se discuta sobre los contenidos de la televisión, pero insiste en subrayar que la cuestión principal reside en el lugar desde donde se plantea el problema. “Hay mucha gente que inventa palabras y se entiende lo que dice, y hasta podría conjeturar que esa invención tiene un valor estético y que ayuda a un mejoramiento del lenguaje, aunque otros lo podrían ver como un deterioro. ¿Desde qué lugar estamos diciendo que se deteriora o no?” Lo que sí admite el productor de PPT es que hay un empobrecimiento en los contenidos de la televisión porque “hay un sistema que pretende que las cosas que ocurren cotidianamente no se cuenten o no se digan, entonces los medios se dedican al entretenimiento puro y piensan muy poco en los contenidos, en la importancia de lo que se está diciendo o en el papel que tiene un medio, y esto es algo que los que hacemos los medios tenemos muy poco en cuenta”.
“La gente consume lo que le dan”, afirma Gvirtz. “Si tuvieras sólo un canal y pusieras ballenas en el mar, la gente vería las ballenas; si mostraras a Marcelo Tinelli comiéndose un alfajor, todos mirarían a Tinelli. La gente no se plantea por qué me están mostrando esto, lo consume directamente –opina el productor–. Hay un divorcio entre lo que la gente necesitaría y los intereses de los medios de comunicación, ése es el divorcio más importante.” Y entonces, ¿qué se puede hacer desde la televisión para modificar esta situación. Según Gvirtz, “habría que alinear el interés de los medios con los intereses de la gente, una vez que estén alineados, las cosas van a salir naturalmente. Ahora, si losmedios de comunicación sólo se dedican al entretenimiento puro y a mi alrededor pasan cosas y no las digo, estoy tomando una posición a favor de silenciar lo que está pasando. Si tenemos veinte denuncias de corrupción y mostramos qué lindo está el cielo o la luna, estamos teniendo una deliberada intencionalidad de decir una cosa y tapar la otra”.