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Por S. F.

En noviembre del año pasado le dijo a Página/12 que había sido fiel a sí misma a la hora de escribir Los Lugones, una tragedia argentina (Sudamericana), una novela en la que enlazó la compleja trama de la familia Lugones –el poeta, su hijo Polo, el brutal jefe de policía del gobierno de Uriburu, y la nieta del escritor– con algunos personajes de ficción. Con esa fidelidad se había propuesto bucear en el clima de una época y en sus contradicciones: “la fiesta” que se vivió a fines de los ’60 y el cambio radical de los ‘70. No sabía, por entonces, que ese libro que ella se había animado a escribir, gracias al aliento inicial de Pedro Orgambide, un texto esencial para su generación –para quienes creyeron que la lucha armada había sido heroica, pero aún no habían vislumbrado que también podía resultar equivocada– sería el último que publicaría en vida. Después de luchar a brazo partido contra un cáncer, murió ayer, a los 57 años, la periodista y escritora Marta Merkin, autora de Los intendentes, escrito con Any Ventura; de las novelas históricas Camila O’Gorman, la historia de un amor inoportuno, La Peñaloza, una pasión armada y las crónicas desopilantes de ¿Qué tienen las mujeres en la cabeza?
Merkin nació en Buenos Aires en 1947; en la década del ’70 trabajó como editora gráfica y fotógrafa, oficio que realizó en diversos medios de la Argentina y México, donde estuvo exiliada durante la última dictadura militar. Cuando regresó al país, Merkin se deslizó con soltura entre la producción y la conducción en radio, pero también ofició de guionista de radio y televisión (entre lo más reciente, la coordinación de guión de Grandiosas). Junto con su marido, el periodista y director de Radio Ciudad, Carlos Ulanovsky, escribió Días de radio, una pormenorizada investigación sobre la radio argentina, desde su creación en agosto de 1920 hasta la década del ’90. Colaboró como columnista en diarios (La Nación) y revistas, fue productora general del programa Mónica y César (Radio Del Plata) y coordinadora de la colección “Sudamericana mujer”.
Se había apropiado de una frase del escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II para explicar lo que significó escribir Los Lugones: “Cuando la vida se torna profundamente incoherente, llega la novela a repararla”. El horror generacional que le tocó padecer lo exorcizó en parte gracias a la escritura, pero también con la pasión y el compromiso con que se entregaba al trabajo periodístico: “Hay determinados temas que uno conversa con los amigos, sabiendo que estamos todos de este lado. Pero decir en este momento cuál es el lado me resultaría difícil por la evolución de la historia, porque se cayó el Muro de Berlín, porque el socialismo se destruyó, porque hoy mismo estamos pensando qué pasa en Cuba. Voy a salir a defender el gobierno de Cuba siempre, aunque voy a intentar marcar las cosas que no me gustan. Pero ¿ante quién lo hago, ante los que hoy están diciendo que en Cuba se violan los derechos humanos? No, de ninguna manera, preferiría que esto fuera una conversación dentro de este barrio progresista en el que me incluyo, a pesar de que sus límites no estén demasiado precisos”.