CULTURA
Juntando descartes
–En cierta ocasión, hace ya tiempo, un profesor de la Sorbonne, casado con una argentina, vino a casa porque quería conocerme personalmente. Le mostré la casa, la biblioteca y, para que viera lo ordenado que soy y la forma en que trabajo, abrí un placard donde conservo, en prolijas cajas azules, todas las anotaciones que nunca tiro, con sus respectivas etiquetas. Una de esas cajas decía “Descartes”. Era una caja donde guardaba los descartes de textos no utilizados en su momento, que en algún momento podían servir para otros cuentos. Cuando el hombre vio esa etiqueta me miró con una admiración y en perfecto castellano dijo: “¡Caramba! Así que especialista en nuestro gran filósofo, René Descartes”. Me sentí un miserable, pero en vez de aclarar bajé los ojos humildemente y contesté: “Modestamente”.