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Aunque nació en Rosario, en 1941, Alberto Laiseca se crió en Camilo Aldao, una pequeña localidad cordobesa. Antes de dedicarse a la literatura, estudió ingeniería, pero abandonó la carrera porque cada materia que tenía que rendir era “como hombrear bolsas cada vez más pesadas”. Y, para liberarse, largó todo a los 23 años y se fue a trabajar de peón en distintas provincias argentinas. A los 25, ya estaba viviendo en Buenos Aires. Osvaldo Soriano fue uno de los primeros que confió en Laiseca y le presentó al Gordo Pampín, de la editorial Corregidor, en donde apareció la primera novela de Laiseca, Su turno para morir (1976). Ha publicado, entre otras novelas, Aventuras de un novelista atonal (1982), La hija de Keops (1989), La mujer en la muralla (1990), El jardín de las máquinas parlantes (1993) y Las aventuras del profesor Eusebio Filigranati (2003); el ensayo Por favor, plágienme (1991), y los relatos Matando enanos a garrotazos (1982), El gusano máximo de la vida misma, Gracias Chanchúbelo (2000) y En sueños he llorado (2002). Hace años que dicta talleres literarios y desde 2003 tiene un microprograma, Cuentos de terror, que ya se ha convertido en un ciclo de culto.