CULTURA › OPINION
La sensación de verdad
Por luis maria pescetti
Desde mi infancia casi no he vuelto a leer los cuentos de HCA, y sin embargo todavía conservo imágenes y el recuerdo del impacto de algunos de ellos. Aun cuando ya fueron cernidas en el olvido tantas otras lecturas, e incluso experiencias, esas imágenes perduran. ¿Cómo hacía para crear cuentos que permanecerían por encima de otros relatos y vivencias? Esa calidad de historias dan en aquello que sea, no importa cómo se llame, el “negativo” que hay en nuestra alma, y ahí dejan su huella, cuando tantas otras apenas pasan de largo.
Debió ser un gran espectador, llevaría presente la mirada de sus lectores mientras escribía; seguramente no se alejaba de ella. Escribiría con tanta claridad dramática como “oído” sobre cómo se recibiría eso. Estoy seguro de que necesitaba fervorosamente a sus lectores, y no como se supone que todo autor los precisa (esto no siempre es cierto, y no siempre de la misma manera). No escribía para el palacio, otros autores o una crítica, sino para una multitud común, de la que necesitaba el aliento contenido de su atención.
En sus cuentos se mezcla lo fantástico con lo real, el deseo cumplido de una vida más exaltada que la cotidiana, pero que aun así no se libra de estrictas reglas. Esa mezcla produce siempre sensación de verdad. No recuerdo preguntarme una sola vez “si eso podía ser cierto”, o leerlo con la condescendencia que tienen los niños ante lo que sospechan “infantil”. Las imágenes, los personajes, podían tomar la plasticidad del mundo fantástico (y eso halaga el deseo de que hay otra vida oculta en la realidad, más allá de lo que perciben los demás, pero que nosotros sospechamos); pero el desarrollo de la historia, el drama en sí, era tan cierto como experiencias que había temido, visto, vivido o soñado.