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El rival del vóley en los octavos se llama Bulgaria

El equipo argentino pasó a la segunda fase con alto espíritu anímico, y los búlgaros serán el escollo a derrotar.

 Por Adrián De Benedictis

Al igual que en los mundiales de fútbol y básquetbol, las sorpresas también se presentan en este “Argentina 2002” de vóleibol. Mientras el seleccionado argentino continúa alimentando su ilusión de poder acercarse a lo que alcanzó en 1982, cuando logró el tercer puesto, los máximos candidatos al título sufrieron sus primeros inconvenientes para superar con tranquilidad la primera ronda del campeonato. De los cuatro “elegidos” para adjudicarse el premio mayor, los favoritos Yugoslavia, Italia, Brasil y Rusia, sólo el primero demostró esa condición ganando la zona D en forma invicta. El resto ya evidenció que no le resultará nada sencillo su escalada a la cima.
Entre los que se mezclarán con ese grupo, Argentina seguramente intentará ser uno de ellos. Después de superar a Australia, China y Portugal, a partir de mañana afrontará la etapa más difícil, buscando la clasificación a los cuartos de final.
Pero lo que ha mostrado hasta aquí el conjunto local, deja algunos puntos a favor y otros para el replanteo. Entre los aspectos positivos, la Argentina parece haber encontrado la solidez anímica que tanto se le reclamaba. Anteriormente, era común ver al equipo ingresar en largos momentos de desconcentración, que lo llevaban a descontrolarse tácticamente, y eso conducía inevitablemente a una derrota. Ante Australia y Portugal, el seleccionado perdió los primeros sets y a pesar de ello no mostró síntomas de desconfianza. Ante los chinos, Argentina cedió el segundo parcial, y cuando podían presentarse los fantasmas hacia el camino de las dudas, también resolvió favorablemente el partido en el cuarto set. Este semblante era muy importante para saber cuáles serían las respuestas del equipo ante las situaciones adversas.
Otro dato clave es el altísimo nivel de Marcos Milinkovic, la principal arma de ataque del equipo. Cuando tuvo que aparecer en los instantes de definición, el opuesto del Asistel Milano lo hizo en toda su dimensión. El que también ha elevado su nivel es el líbero Pablo Meana, muy efectivo en la recepción y oportuno en la defensa. Junto a ellos, y a pesar de no ser contundente, la experiencia de Hugo Conte continúa vigente para cada vez que se lo necesita.
Las materias para mejorar la calificación están relacionadas con las fallas en recepción que mantienen tanto Bidegain como Giani. Hasta el momento, ambos se reparten la posición de receptor-punta, y más allá de que Giani saca una luz de ventaja en ataque, a la hora de recibir ninguno logró afirmarse. Además, el fuerte de Jorge Elgueta tampoco es servirle la pelota al armador. Precisamente, el encargado de distribuir el juego del equipo, Javier Weber, todavía no logró imponer toda su jerarquía. Más allá de la lesión que sufre en el aductor derecho, frente a Australia se lo vio demasiado impreciso mientras estuvo en la cancha. Recién en el último partido comenzó a desplegar destellos de su talento.
Argentina afrontará una serie en la que, en principio, debería pelear el segundo puesto con Bulgaria. De todas maneras, como Italia no exhibió una gran superioridad en la primera ronda, no es descabellado que el equipo nacional pueda acceder al primer lugar del grupo. Si bien los japoneses aparecen como los más débiles de la zona, no son un equipo para descuidar, ya que basan todo su juego en la defensa.
La primera parte del certamen ya quedó atrás, y mientras las potencias no asustan, Argentina sigue recomponiendo su identidad a fuerza de victorias.

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El equipo argentino destila optimismo.
 
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