Jueves, 2 de octubre de 2008 | Hoy
DEPORTES › EN RACING IMPORTA POCO EL “GORRO, BANDERA, VINCHA”
Efervescencia preelectoral en el club que no tiene elecciones desde hace más de una década, aunque los próximos comicios sean en 2009. Por día se reempadrona un centenar de socios y algunos candidatos fósiles ya se inscribieron.
Por Gustavo Veiga
Si uno de esos vendedores ambulantes que vocean “gorro, bandera y vincha” pasara por Racing y viera lo que ocurre puertas adentro, cambiaría el mensaje. Debería decir “urna, padrón y carnet” y quedaría mejor. En el club se de-sató una verdadera marea electoral que no se sabe cuándo ni cómo terminará. Socios de toda condición, con y sin la cuota al día, se lanzaron a registrarse para poder votar en lo que serán los primeros comicios en doce años. Los últimos los ganó Daniel Lalín, en diciembre del ’97. Los próximos serían el año que viene y “nunca antes de marzo”, sostiene Roberto García, del Modera, una agrupación interna. Un centenar de personas por día, según el interventor Héctor García Cuerva, se están reempadronando desde que el 15 de septiembre el Departamento de Atención al Socio comenzó a poner las cosas en orden tras la quiebra de Blanquiceleste.
Todavía pasarán unos cuantos días para que se resuelva un dilema clave en este proceso electoral. ¿Cuántos asociados tiene Racing? es la pregunta que, por ahora, no tiene respuesta. Allá por 1997 había unos 20 mil, pero hoy, según los cálculos de militantes activos como García, “veremos cómo llegamos a 6 mil”. Apenas algo más que los votantes de aquella elección. Pese a todo, el ritmo de reempadronamiento es intenso y hay tiempo para terminar la tarea hasta mediados de noviembre, ya que se fijó un plazo de dos meses. Esto se hace en Personas Jurídicas de La Plata y en el Departamento de Atención al Socio.
Cada fórmula que se presente a los comicios está obligada a conseguir 200 avales, un requisito que parece exiguo, pero que, dada la sangría que afectó al padrón del club, no parece sencillo. Los socios que regularicen su situación, aun si no hubieran pagado la cuota durante los últimos cuatro años, podrán votar poniéndose al día. Aquellos que tengan aspiraciones presidenciales deberán sumar ocho años de antigüedad y los candidatos a asambleístas, cinco.
En este marco, semejante a los festejos de una estudiantina en el Día de la Primavera, reaparecieron con discutible vitalidad algunos fósiles del pasado con pretensiones de gobernar. Daniel Lalín es el más emblemático de todos ellos, porque quedó en la historia como el dirigente que pidió la quiebra y porque le tiraron un redoblante por la cabeza y con el entrecejo sangrante su imagen recorrió todo el mundo. El ex presidente, junto a Juan De Stéfano y Osvaldo Otero –que lo antecedieron en el cargo– conformó una especie de triángulo de las Bermudas donde casi desaparece Racing.
Hoy, Lalín, tan suelto de cuerpo como cuando el 4 de marzo de 1999 le decía a una multitud enardecida “tranquilícense chicos, Racing no cerró” (hasta que le pegaron con el instrumento de percusión en la cabeza), anuncia que le gustaría “ganarle la elección a Kirchner”, como si el ex presidente de la Nación fuera a presentarse. Pero además difunde que traerá a Juan Ramón Carrasco como entrenador y a futbolistas de la trayectoria internacional de D’Alessandro, Gallardo, Marcelo Delgado y hasta al brasileño Rivaldo.
Sin la elocuencia de Lalín, De Stéfano también salió a decir lo suyo, o mejor dicho a defenderse de algunas acusaciones del pasado. Hoy, ninguno de los dos tendría buena recepción en encuestas sin base científica, pero que sí miden el humor popular en los distintos foros de la web. Esos mismos muestreos señalan a la Mesa de Enlace, cuyos principales referentes son Salvador Azerrad –un ex futbolista– y Norberto Pontoriero, el autor del proyecto de ley de fideicomiso, como el binomio que por ahora recibe las mayores adhesiones.
Las presidenciales se las disputará la fórmula integrada por Rodolfo Molina y Pablo Podestá, del movimiento Racing Vuelve, que se atribuyen tener la bendición de Néstor Kirchner. Molina sostiene que las elecciones deberían realizarse en diciembre próximo, pero los tiempos no dan. Como tampoco hay una norma que contemple en el club la realización de elecciones sin la quiebra levantada. Ese es un agujero negro que podría estimular pedidos de impugnaciones. Aunque con las ganas que hay de votar en Racing, sería tan antipopular como delicado que alguien se atreviera a hacerlo.
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