La dirigencia de Boca planea garantizarse la continuidad del técnico Claudio Borghi, pero la novela continuará durante algún tiempo más. Si bien hoy a las 16 habrá una reunión entre los dirigentes xeneizes, el vicepresidente José Beraldi aseguró ayer que el técnico se queda hasta fin de año. El chileno Ahumada, hombre de confianza de Mauricio Macri y operador directo de la llegada del entrenador, abogará por la permanencia del cuerpo técnico, que ya comienza a plantearse la posibilidad de abandonar.

La práctica arrancó movida, ya que Borghi encabezó una larga reunión con los referentes del equipo. El objetivo de la conversación fue aclarar diversas cuestiones, referidas a la poca puntualidad del mismo Borghi, a las dudas que frecuentemente siembra con sus apariciones mediáticas, al disgusto de Giménez cuando fue reemplazado frente a Argentinos y a la concurrencia de Riquelme, García, Giménez y Viatri al autódromo municipal el pasado viernes, razón por la cual dejaron la concentración con autorización y acompañados por Marcelo Peña, integrante del cuerpo técnico. Una vez que fueron aclaradas dichas cuestiones, el plantel se entrenó a puertas cerradas.

Si bien Beraldi aseguró que Borghi seguirá hasta fin de año, las resonantes declaraciones del técnico, quien expresó que no sabe si dirigirá el clásico, preocuparon a la dirigencia, ya que fue el tercer indicio de renuncia que dio el entrenador en los tres meses que van de competencia (ya había insinuado que podía irse luego de las derrotas frente a All Boys y Lanús). Si Boca le gana a River, la salida podría postergarse hasta la finalización del torneo, pero si el equipo pierde, la dirigencia no quiere que Borghi se vaya de manera inmediata, por lo que podría continuar en el cargo hasta el partido contra Arsenal.

“Borghi me dijo que no piensa en irse, porque tiene ganas de revertir esta situación”, aseguró Beraldi. Más allá de su afirmación, en la habitual cena que el entrenador comparte los lunes con su cuerpo técnico, se planteó de manera concreta, una vez más, la posibilidad de un eventual alejamiento, una idea que viene ganando consenso entre sus colaboradores inmediatos. La realidad marca que el técnico no se encuentra a gusto en Boca. En cada entrevista, se muestra abatido, superado por las circunstancias y hace referencia a la calidad de vida que perdió. Aunque los dirigentes sepan que su salida es casi inminente, planean retrasarla lo más posible. En el club no quieren que una eventual derrota frente a River detone la bomba, pero el resultado de ese encuentro marcará el destino inexorable del proyecto.