Miércoles, 23 de febrero de 2011 | Hoy
DEPORTES › OPINIóN
Por Facundo Sava *
La segunda fecha del torneo Clausura volvió a poner de manifiesto una de las carencias más notables del fútbol argentino: la escasa participación de los defensores en las jugadas ofensivas de sus equipos respectivos.
Hubo, sí, excepciones saludables: el gol y las llegadas constantes de Paulo Ferrari en River, la asistencia del “Colorado” Germán Ré para el gol de Gabriel Mercado en Estudiantes, las proyecciones de Clemente Rodríguez en Boca, entre otras, que se advierten fácilmente porque son, justamente, excepciones.
Pep Guardiola, el técnico del Barcelona, dice que uno de los secretos de su equipo es que los defensores saben atacar y los delanteros saben defender. Cuando el Barcelona va a buscar al exterior o a otros clubes de España a algún marcador central para sumarlo a sus divisiones juveniles, por lo general miran las condiciones de los volantes centrales para después transformarlos en defensores. “Están más acostumbrados a tener la pelota, a dar pases, a hacer jugar al equipo”, explican. Lo pude comprobar en persona, hace algunas semanas, cuando Guardiola me permitió observar sus métodos de entrenamiento.
Me llevé una similar impresión de Real Madrid, de Villarreal y también de Valencia: a Unay Emery, su técnico, lo tuve durante mi paso como jugador del Lorca, donde trabajábamos mucho la salida desde el fondo y el anticipo de los defensores cuando el equipo está atacando. Es decir, se reforzaban los conceptos tácticos y estratégicos con los jugadores más retrasados del campo.
Del Clausura van dos fechas y ya se advierte la carencia en este aspecto. Más allá de aquellas excepciones mencionadas, en líneas generales no existen las jugadas en ataque producidas por defensores. Por el contrario, hay marcadores centrales y defensores laterales que se esconden detrás del delantero para no recibir la pelota; y vi otros que sí recibían la pelota, pero fallaban en pases fáciles.
Esto es producto de la falta de costumbre: no tienen oficio para ser opción de pase, para pasar al ataque, para meter pases entre líneas, para generar superioridad numérica sobre el rival.
En la Argentina, a los defensores, en las categorías juveniles, se les enseña que ellos están para marcar y nada más. Esta idea caducó hace rato. Los defensores tienen que saber atacar. Porque, si no sabe, el resto tiene menos opciones de pase y los equipos se hacen más largos, con 70 metros de distancia entre los delanteros y los defensores, y los mediocampistas mirando pasar la pelota por encima de sus cabezas.
Así, los partidos se hacen más trabados, más luchados, con pocas situaciones de gol, con pocas triangulaciones. Un fútbol muy difícil para jugar, sí, pero también muy aburrido y de menor calidad.
* Ex futbolista.
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