El juzgado N0 2 de El Prat de Llobregat, Barcelona, confirmó ayer, por teléfono, al juzgado en lo Penal Económico de Buenos Aires, a cargo de Alejandro Catania, que contestó por escrito las preguntas enviadas desde la Argentina. Se trata de la primera respuesta oficial del juez catalán sobre el lugar donde se cargó la droga, la forma en la que estaba escondida, las declaraciones de los tres detenidos, Gabriel y Eduardo Juliá y Matías Miret, y todos los demás datos que puedan servir para investigar qué otras personas participaron en la Argentina de la operación de narcotráfico. El escrito de la Justicia española seguramente será entregado a la embajada argentina en Madrid y desde allí, a través de la Cancillería, llegará al juzgado de Catania. A partir de hoy, el magistrado y su secretario letrado, Martín Castellano, le tomarán declaración a los funcionarios de la Aduana que estaban de turno el 31 de diciembre, día en que el Bombardier partió rumbo a Cabo Verde y Barcelona.

Hace más de un mes, Página/12 reveló en forma exclusiva el envío de un informe extraoficial del gobierno español al argentino señalando que la cocaína estaba escondida en el piso del avión y que la droga fue cargada en la Base Aérea de Morón. También surgía como adelanto que el origen del estupefaciente fue Colombia. Toda esta información nunca fue confirmada en forma oficial por el juzgado de El Prat y por ello en el Penal Económico de Buenos Aires están a la espera de las respuestas que ayer entregó el magistrado español. Anoche, nadie tenía claro el camino administrativo de esa respuesta, aunque la mayoría de los expertos consultados por este diario indicaron que el Ministerio de Relaciones Exteriores de España le entregaría el texto a la embajada argentina en Madrid y desde allí, a través de la Cancillería, las respuestas llegarán a Buenos Aires.

Por lo que trascendió en Barcelona, no parece haber ninguna chance de que los hermanos Juliá recuperen la libertad. Las pruebas van todas en su contra: alquilaron el avión, realizaron viajes previos, estuvieron en Bolivia llevando a dos personas, una colombiana y una argentina, sospechadas de proveer cocaína, y estuvieron dos veces en Barcelona durante diciembre. La duda estaba centrada en Matías Miret, el copiloto. Su esposa, Agustina Conil Paz, niega que Miret supiera que el avión llevaba los 944 kilos, pero lo cierto es que el juez catalán hace dos meses que lo mantiene preso. Además, Miret estuvo también en el vuelo a Bolivia, según indican los registros de Migraciones. Su esposa lo niega, pero la documentación parece categórica.

En el juzgado de Catania y el secretario Castellano siguieron ayer tomando declaraciones a los alumnos de la escuela de aviación ubicada en las inmediaciones de la plataforma en la que estuvo estacionado el Bombardier durante todo el mes de diciembre. Impactados por la envergadura del aparato, varios alumnos sacaron fotos. Ya el juzgado tenía instantáneas de un BMW de los Juliá, estacionado de cola al lado del avión. La sospecha es que de esa forma fueron cargando la cocaína. Desde ayer, el juzgado cuenta también con fotos de la camioneta Audi Q7, un vehículo de altísima gama, que también los Juliá ubicaron de culata frente al Bombardier Challenger.

A partir de hoy, Catania y Castellano les tomarán declaración a funcionarios de la Aduana que estuvieron en Ezeiza el día que el avión partió hacia Barcelona. El magistrado les preguntará cómo se revisaban los vuelos privados y, en particular, qué ocurrió el 31 de diciembre antes del despegue del Bombardier. En la Policía de Seguridad Aeroportuaria se abrió una investigación interna sobre las mismas cuestiones y lo cierto es que el juzgado busca si hubo negligencias y omisiones en los procedimientos. Ya la ministra de Seguridad, Nilda Garré, diagnosticó que hubo una falla en los controles.