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Es lunes a la tarde y suena el teléfono en la redacción. “Hola, mi nombre es Dolores y llamaba para convocarlos a la presentación de...”. La llamada tiene toda la pinta de una de las habituales invitaciones a las que gentilmente se desiste de ir por una lógica cuestión de tiempos. Sin embargo, unas palabras mágicas cambian el rumbo de la conversación. “... además de Hugo Porta, entre los presentes van a estar Bobby Charlton, Edwin Moses y Emerson Fittipaldi...”, dice la voz del otro lado del tubo. En ese momento, se decodifica lo que en realidad significa el mensaje: “Van a estar, juntos, uno de los diez mejores futbolistas de la historia, uno de los cinco atletas más grandes de todos los tiempos, un bicampeón de Fórmula Uno y doble ganador de las 500 millas de Indianápolis”. Eso desmereciendo, inconscientemente, la grandeza de Porta, que por la cercanía suena más terrenal que sus compañeros.
Y el milagro se produce, nomás. Convocados por la Laureus Sport for Good Foundation, una entidad que patrocina proyectos en diferentes puntos del planeta para promover el deporte como herramienta para un cambio social, cuatro de las 43 leyendas del deporte mundial que la integran coincidieron en Buenos Aires. Moses, Charlton y Fittipaldi, recién llegados desde San Pablo donde lanzaron el programa Meninos do Morumbí que estará supervisado por Emerson, y Porta, que se les sumó aquí, para viajar a Mendoza a dar el apoyo al primer proyecto en Argentina, que ya funciona en el club Ciudad Oeste, del barrio La Favorita en la capital mendocina.
Como buen anfitrión, el ex apertura de Los Pumas es el primero en llegar. “Emerson y yo estamos comprometidos apasionadamente en establecer la fundación en nuestros países”, comenta Porta. Y de inmediato comienza el relato de sus andanzas por el mundo con sus ilustres amigos. “El año pasado estuve en Johannesburgo acompañando a Morné du Plessis –ex integrante de los Springboks– en el lanzamiento del programa en Sudáfrica. Jugué como cinco partidos de fútbol seguidos y los chicos no me dejaban ir. ‘¿Cuándo vuelven?’, ‘los esperamos’, nos decían. Fue una experiencia muy linda.”
El primero de los ilustres visitantes en llegar a la conferencia es sir Bobby Charlton, con un impecable traje oscuro, lentes y con puntualidad inglesa, no podía ser de otra manera. Mientras espera a sus compañeros surge una charla informal con algunos periodistas, en la que cuenta el fenómeno que significa el Manchester United en Oriente. “Hace poco fui a China a presentar la página web del club y me recibieron más de 300 periodistas. Y el primer día que la instalaron, la página recibió más de un millón de visitas”, recuerda con asombro.
También destaca que no siente nostalgia por la destrucción del mítico estadio de Wembley, ya que considera que el nuevo, con capacidad para 90 mil personas, será un orgullo para los ingleses, más allá de que muchos fanáticos se quejaron porque ni siquiera hayan dejado las dos torres características. “Por la nueva estructura, era imposible mantenerlas”, aclara. En cambio, lamenta que por las necesidades del fútbol actual, el Manchester, su club, ya no saque jugadores desde sus divisiones menores. “Ahora hay que ganar siempre. No hay tiempo para formar futbolistas, por eso se compran estrellas. Pero no se puede gastar tanto dinero. En algún momento se va a acabar y habrá que apostar por las academias que forman jugadores”, asegura en un inglés puro, ideal para los videos de enseñanza.
De pronto, Porta interrumpe el diálogo. A su lado está Antonio Rattin, rival de Charlton en el recordado partido en el Mundial 1966 entre Argentina e Inglaterra, en el que el ex volante central de Boca resultó expulsado. “Oh, mi amigo Ratán (sic)”, exclama Bobby, y se dan un gran abrazo. “Los partidos de esa época eran muy disputados, pero no era más que una rivalidad deportiva”, asegura Charlton. A esa altura, Porta se convierte en el intérprete que Rattin pidió y nunca tuvo aquella tarde en Wembley. “Los felicito por lo que hacen y cuenten con todo mi apoyo desde la Comisión de Deportes de la Cámara de Diputados”, les promete comopolítico que es ahora. “Si vas a Inglaterra, no dudes en llamarme”, responde diplomático sir Bobby.
La imagen impactante de Edwin Moses entra en escena. Como presidente de la fundación, el dos veces campeón olímpico en 400 metros con vallas, explica las razones de la visita. “Lo que más me impacta de cada encuentro con los chicos es ver a mis compañeros participando de los partidos de fútbol, rugby o hockey. Ver a Bobby jugando fútbol con los niños es algo muy emocionante”, afirma Moses, mientras Charlton asiente. “Todavía juego”, susurra, en una mezcla de orgullo y de melancolía. Y no sólo juega. En Mendoza hasta metió goles y los festejó con ganas.
La sonrisa pícara de Fittipaldi corrobora las palabras de sus amigos. Es que en San Pablo también se prendió en el picadito con los chicos. “Para mí es un honor muy grande estar con grandes campeones, como Edwin, Bobby, Hugo o el resto de los integrantes de La Academia. Que se junten atletas de deportes, razas y culturas diferentes para trabajar con los chicos es una sensación fantástica”, asegura Emerson, que no puede con su genio y enseguida cambia el tema hacia su gran pasión, el automovilismo. “El nuevo equipo de Cart es algo que necesitaba. Lo disfruto mucho”, remarca y adelanta que su sueño es lograr un acercamiento entre esa categoría y la Fórmula Uno a partir de la amistad que existe entre Bernie Ecclestone y Chris Pook, flamante presidente del Cart.
La hora del almuerzo y el inminente viaje a Mendoza conspiran contra la posibilidad de seguir disfrutando de estos monstruos del deporte mundial. Pero sin duda que ese rato realmente valió la pena.