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LA OFERTA ELECTORAL ESTA COMPLETA PERO LOS COMPRADORES SIGUEN REMISOS
Muchas fórmulas pero poca explosión
La Corte puede encender otra vez la mecha. Suspenso para el martes. Duhalde es optimista, el porqué. Las otras miradas en la Rosada. Kirchner y Carrió ya tienen sus compañeros, pros y contras. Las razones del optimismo de Lilita, el voto oculto. La CGT hace pasillo y disimula a quién apoya. Adivinen a quién. Y varias citas citables, incluyendo al Bambino.
Por Mario Wainfeld
“La Corte no va a resolver redolarizar los depósitos, sencillamente porque hacen lo que Menem quiere y Menem perdió interés en generar el caos. Hace cuatro meses era distinto, pero ahora que le va bien en las encuestas no le conviene embarrar la cancha. Más le vale que las cosas sigan tal como están. ¿Para qué hacer ola?” Palabra, palabra menos, el razonamiento fue desgranado por Eduardo Duhalde ante dos pares de confidentes oídos de su gabinete. Menemólogo como todo peronista que cuadre, el Presidente cree que su archirrival es astuto y racional y que, maquiavélico cabal, sabe dosificar el mal y que no ha de convulsionar un escenario que le pinta propicio.
El razonamiento presidencial tiene su miga y su encanto, pero su conclusión es minoritaria en la Rosada y terrenos aledaños. Una mayoría consistente del Gobierno cree que este martes o –aún más posiblemente el 11 de marzo, fecha emblemática para “otro” peronismo– el Supremo Tribunal ha de ordenar restituir a la provincia de San Luis sus dólares acorralados. El debate, en el interior de la mayoría extrapresidencial, versa sobre los alcances y proyección de esa decisión de los Supremos. Algunos funcionarios, los menos, temen que prime la doctrina que impulsan Eduardo Moliné O’Connor, Guillermo López y Carlos Fayt: devolución inmediata de la moneda de origen, dejando a los jueces de instancias inferiores la determinación de cómo ejecutar (prestos) las sentencias. Ese diktat judicial habilitaría, según un imaginativo funcionario duhaldista, “un crecimiento en la venta de sopletes y sierras”. Bromea, pero apenas: ha sido proverbial el activismo judicial para hacer valer los derechos de ahorristas con aprestos bélicos. Algún magistrado llegó a pedir la cooperación forzada de la Brigada de Explosivos de la Federal para violentar la caja fuerte de un banco remiso.
Pero ese futuro apocalíptico es atisbado por los menos. Otros, incluyendo quizás al ministro de Justicia Juan José Alvarez, imaginan que el Tribunal fallará a favor de San Luis pero de un modo tal que evite una inmediata proyección a juicios de ahorristas particulares. Tal sería la postura del inefable Julio Nazareno. Un dato técnico posibilitaría hacerlo: el juicio que se resolverá, por enfrentar a una provincia y al Estado nacional, es de competencia original de la Corte, todo su trámite se desplegó ante ella. Por lo tanto, la Corte no puede remitir a otro el trámite de ejecución sino que deberá fijarlo. Y bien puede hacerlo estipulando un mecanismo (institucional o financiero) que satisfaga el crédito de San Luis pero que no pueda trasladarse mecánicamente a los de acreedores individuales. El expediente respectivo, el de la ahorrista Mirta Beratz –a estar a la profecía de este sector relativamente optimista– por ahora no tendrá sentencia.
Como siempre, el suspenso tendrá en vilo al Gobierno y a muchos argentinos pendientes de los devaneos de un puñado de jueces de pobrereputación, nula credibilidad, envejecidos los más, carcamanes algunos, resentidos todos, dueños de un poder que no merecen ni saben ejercer.
Y (en eso Duhalde no da trazas de equivocarse) varios de ellos muy atentos a los deseos e intereses de Carlos Menem.
Nada de Fórmula 1
Ya están todas las fórmulas que competirán en las elecciones. Izquierda Unida y el Partido Obrero tropezaron con la misma piedra que entorpece su camino desde hace añares y no pudieron plasmar una precaria unidad. Néstor Kirchner sumó a Daniel Scioli y Elisa Carrió a Gustavo Gutiérrez.
En el gobierno y en la tropa de Kirchner no hay unanimidad, pero predominan quienes celebran la llegada del secretario de Turismo. Están convencidos de que Scioli empuja para arriba la intención de voto, dos o tres puntos porcentuales, una enormidad en la actual coyuntura. La mayoría de los encuestadores les dan la razón o –mejor visto– les dieron los motivos previos a la decisión.
Sin entrar en el fascinante pero resbaladizo terreno de juicios de valor, valgan tres observaciones:
u Queda claro que la decisión desperfila al candidato en su anhelo de interpelar a votantes no peronistas o peronistas antimenemistas, apuntando a un electorado independiente de alineamientos o banderías, menos ideologizado. Resolución pragmática, la integración de la fórmula se medirá luego del comicio, bajo la lupa de los resultados. Las encuestas que se conocerán en este fin de semana, por caso la que se informa en la página 8, darán motivo para sonreír a los patrocinantes de Scioli.
u Pero, de momento, la consagración de un (¡ex?) menemista paradójicamente asimila a Kirchner con el pragmatismo duhaldista antes que con su “perfil Calafate” que hasta unos días atrás muchos de sus allegados, empezando por su esposa, defendían como bastión de identidad.
u Que Scioli, con sus pocos años de carrera política, pueda ser vicepresidente y eventualmente (si se da alguna contingencia de acefalía) Presidente es una prueba de que esta tierra sigue siendo generosa en materia de oportunidades.
La líder del ARI eligió –entre un casting de por sí limitado por carencias propias y de sus virtuales aliados que dejó en el camino la chance de integrar a Hermes Binner– a Gutiérrez, un hombre que ella considera “del palo” porque compartieron años de trabajo conjunto. “No lo saqué de las encuestas ni lo puse a dos días de conocerlo”, se precia Lilita y tiene razón. Para quienes lo conocen bien, Gutiérrez se parece a lo que describe una muy entusiasmada candidata: es íntegro, llevó con costos personales y económicos duros una tenaz batalla contra Raúl Moneta, es un parlamentario consistente y trabajador. Pertenece a una nueva generación de su partido, el Demócrata de Mendoza, figuras aggiornadas, algo así como conservadores lúcidos y formados. Y en la comisión que investigó el lavado de dinero fue un bastión.
Las contras, que Carrió sopesa menores, pueden no serlo. Gutiérrez no es tan conocido y visto “de lejos” (como lo ve la mayoría del electorado que no conoce los vericuetos de la vida parlamentaria) es casi un desconocido. Su seña personal más conspicua, el partido de donde viene y en el que aún revista, es una pésima recomendación. Los “gansos” no han sido solo conservadores sino autoritarios por tradición y colaboracionistas de cuanta dictadura militar asoló estas pampas. Por lo tanto, puede que muchos no vean junto a Carrió al diputado valiente y laburador que ella conoce sino a un conservador, o algo peor. Algo que la desperfilaría “por izquierda” de cara a un sector que Carrió tiene como virtual espacio de crecimiento pero que –llagado por la experiencia del Frepaso– es desconfiado, bichoco y muy proclive a la deserción.
A primera vista, ese electorado esquivo sería el núcleo sólido del apoyoa Carrió, adunado a una cantidad ponderable de radicales que la pueden sentir más propia que a Leopoldo Moreau o Ricardo López Murphy. La candidata cree que tiene una implantación importante en sectores populares, como se contará unas líneas más abajo. Con eso, está segura, llegará a la segunda vuelta contra Menem. Esa segunda vuelta, teme, será la instancia más riesgosa. La primera, con fiscales de muchos partidos, le parece otorga mayores garantías de limpieza que una pelea final entre el ARI y, según ella, el PJ realineado mayoritariamente tras Menem. “Van a tratar de impedirme ganar. Y si gano, de impedirme asumir”, augura, ante sus cercanos.
La jefa del ARI dice tener menos resquemores acerca de si podrá gobernar, salvados esos escollos. Piensa que la necesaria coalición que armará de la segunda vuelta ampliará su base de legitimidad y que lo hará aún más en los primeros meses de su virtual gobierno. “Si, rápido después de mayo, se convoca a una consulta popular para plebiscitar mis primeras medidas de gobierno –salario ciudadano, defensa de la banca pública, políticas sociales activas–, muy pocos diputados de la oposición podrán ponérseme enfrente”, calcula tomando en cuenta además que esos diputados estarán, por entonces, en vísperas de tener que revalidar sus títulos en elecciones parlamentarias y no podrán ponerse de punta contra un programa de sentido popular. “A diferencia de la Alianza, mis primeras medidas van a ensanchar mi base de consenso, generando una nueva gobernabilidad”, se entusiasma.
Con la misma convicción con que “ve” a Menem prevalecer en la interna abierta peronista (y como segundo a Adolfo Rodríguez Saá), Carrió cree tener en los sectores más humildes un apoyo bastante mayor al que proponen las encuestas más socorridas y el sentido común imperante. Una anécdota de sus recientes periplos de campaña ilustra esa percepción. Recientemente, en la tórrida Catamarca pasó delante de una fila de gente que hacía cola en pos de bolsones de comida a las puertas de locales de Luis Barrionuevo. “Esperábamos silbidos y mala onda –cuenta uno de sus fieles–, pero la aplaudieron y varios se acercaron para susurrarle que la votarían, sin hacer alharaca.”
“Hay dos votos ocultos que las encuestas no registran –diagnostica la diputada chaqueña– el favorable a Menem, por temor al descrédito social que implica. Y el de la gente más humilde que me va a votar a mí pero que no lo dice, para no sufrir represalias de los punteros o de los que manejan la ayuda social.” Esos dos votos ocultos pero, según ella, palpables auguran, a su ver, una batalla final.
Una extraña Unión Vecinal
Hablando de voto oculto, si alguien público lo está ejerciendo es la inefable CGT oficial. Los jefes sindicales han hecho saber a los cuatro vientos que postulan una imposible candidatura de Roberto Lavagna, una forma capciosa de sugerir que no bancan ninguna de las realmente existentes. También insisten en proponer una prórroga de los comicios, un rebusque para lijar la entidad de los que habrá en abril.
No hace falta leer debajo del agua para entender que esa supuesta distancia es en verdad una cercanía inconfesa. Alfredo Atanasof se reunió a compartir charla y masticar algo con la cúpula cegetista y les preguntó a quién apoyarían a la hora de la hora. Sus interlocutores hablaron de “libertad de acción”, de “independencia”. Atanasof, que es un buen cegetólogo por venir de ese palo, les espetó: “Ustedes no pueden invocar autonomía política, desandando toda la historia del movimiento obrero peronista. ¿Qué son ustedes? ¿Una Unión Vecinal que se declara prescindente en una elección nacional? Ustedes quieren apoyar a Menem y no lo blanquean”. Los vecinalistas negaron, pero no pudieron dar buenas razones.
Obstinados, Armando Oriente Cavalieri, Rodolfo Daer y Carlos West Ocampo arrinconaron en un pasillo de Parque Norte a Duhalde durante un seminarioorganizado por el Gobierno. Y le pidieron, por enésima vez, que pateara para adelante las elecciones hasta octubre y que revisara su decisión de no nominarse candidato. Duhalde se negó, dice un testigo, decidido y con aire de fastidio.
El episodio refleja de rondón una dificultad que aqueja a Kirchner. Pese a su discurso productivista no consigue apoyos oficiales de corporaciones sindicales o empresarias. La CGT oficial, ya se dijo. La de Hugo Moyano acompaña, aunque da la sensación de que con entusiasmo menguante, al Adolfo. La CTA que en momentos iniciales el kirchnerismo fantaseaba convocar le queda muy lejos. Por el lado empresario, hasta ahora también todo es silencio. “Néstor no encuentra el discurso –asegura uno de los ministros del gobierno nacional que juega decidido a su favor–, en la UIA no tuvo buena respuesta. Su afirmación de que ‘será su propio ministro de Economía’ los descolocó y no les gustó nada”.
Tras el horizonte fugitivo
Frases que quedaron en el tintero de la crónica semanal y no lo merecen.
u “A mí no me gusta Scioli. Pero, vea, esto es lo que hay. Los partidos grandes implotaron y las fórmulas presidenciales reflejan lo posible. Y con esto hay que jugar. Es como el fútbol: el Equi González no es Riquelme ni el Bichi Fuertes es Crespo pero (si es hincha de Boca o River) más vale que se acostumbre a lo que hay” (un funcionario duhaldista de primer nivel afecto a la metáfora futbolera).
u “Algunos dicen que la lista de diputados nacionales por Buenos Aires es una task force con la que Duhalde quiere consolidarse como gran árbitro del próximo gobierno. Otros denuncian que es ‘la lista de los fueros’. ¿Por qué no pensar que son las dos cosas?” (uno de sus integrantes).
u “Me tienen podrido el Toto (Matzkin) y Miguel Angel (Toma). Están tan menemistas que da vergüenza. Kirchner ya ni se queja de ellos, pero les sobrarían motivos” (otro duhaldista del gabinete que banca al santacruceño y rezonga porque no todos tiran del carro).
u “Felipe Solá venía escorado. Duhalde ni le habló de la lista de diputados nacionales. Y lo sacó carpiendo cuando le pidió que no incluyera a Ruckauf. Pero después pudo armar las listas provinciales y se recompuso algo” (uno de los mencionados precedentemente que no quiere nada al gobernador bonaerense).
El advenir político tiene su costado fascinante a fuerza de inédito e impredecible. La interna peronista puede generar que los tres candidatos justicialistas, juntos, saquen más votos que Héctor Cámpora en el ‘73 o que Carlos Menem en 1989 y 1995. Pero también podrían, a causa de la diáspora, perder el gobierno. Carrió puede quedar relegada en el primer turno y, según ella pronostica ante su gente, si eso sucede su propio sector la lapidaría. Pero puede prosperar y pasar de pantalla. Hasta Ricardo López Murphy sigue en carrera. Finales abiertos, propicios para la especulación y hasta las pollas en el café.
Pero la fascinación de los iniciados (o de los timberos) constela a años luz del escepticismo de los más. La calle va por otro lado y resta esperar que la sensación térmica levante algo, porque la democracia no es tal sin participación y sin un mínimo de compromiso, así sea emocional.
A todo esto en Catamarca la corporación política, con Barrionuevo de vanguardia, parece conjurada para desacreditar las instituciones y vaciarlas de contenido. Un ejemplo que vale la pena tomar en cuenta en otras comarcas. Una elección hueca fue el sueño –y el germen– de surtidos golpismos durante décadas. Hoy el riesgo no es tanto la suspensión autoritaria de las rutinas sino su degradante vaciamiento desde adentro.
Pasando de Barrionuevo a otro filósofo epocal al que habrá que acudir cuando se describan estos años posmos: Héctor Veira. El Bambino, un innovador del lenguaje, llama “explosión” a la cualidad de jugadores oequipos que rompen la inercia, conmueven, apasionan, trasgreden la rutina. Parafraseándolo, con el debido respeto, valga decir que por ahora muchas fórmulas (presidenciales) hay en danza pero poca explosión. Y es algo digno de lamentar. Nada bueno nace del hastío y de la apatía ciudadanos y esos datos son los que priman hoy a menos de dos meses del pronunciamiento de las urnas.