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No todo el partido, pero los últimos veinte minutos fueron horribles. Estaban cansados y no se agredían. Iban llevándola hasta el borde del área adversaria y no conseguían rematar. El empate fue justo, porque Banfield y San lorenzo carecieron de ideas ofensivas, se cuidaron y terminaron “salvando” un punto que no le convino a nadie.
Arrancó mejor Banfield y durante los primeros quince o veinte minutos hizo las cosas mejor que un San Lorenzo con pocas convicciones a la hora de jugar. Así, hubo llegadas del movedizo Colauti, de Cervera, de Cavallo desde afuera, mientras que el equipo de Insua sólo contestaba con un remate de Michelini esquinado. Además de predominar, el equipo de Garisto llegó al gol con un preciso cabezazo de Sanguinetti que recibió el centro de derecha desde la izquierda del Lorito Jiménez y se elevó más que ninguno para clavarla abajo, de pique, a la derecha de un Saja que llegó apenas tarde. Primer gol de Sanguinetti en primera división y premio para el que hasta ese momento había hecho las cosas mejor.
Pero San lorenzo comenzó a predominar y rápidamente dio vuelta el trámite. En ese cambio fue fundamental, una vez más, el andar y el manejo del Pipi Romagnoli, que jugó e hizo jugar a los de su alrededor y a los de arriba. Y así a los 25 llegó el empate –otro cabezazo, de Chatruc en este caso, muy solo– que hizo más equitativo el resultado. Tuvo un par de posibilidades más el Ciclón, con un tiro libre de Cordone –otro que anduvo bien– y algún mano a mano de Astudillo, que no supo resolver.
Nuevamente salió con todo Banfield en el comienzo del segundo y antes de los tres minutos tuvo dos llegadas aéreas a través de cabezazos de González –uno salvado en la línea por Paredes– mientras San Lorenzo replicaba por izquierda con Astudillo.
El Ciclón dependía demasiado de que Romagnoli pudiera meter un pase gol, mientras los locales necesitaban espacios y los aprovechaban mejor que cuando disponían de la pelota: así a los diez armaron una hermosa contra que fracasó en el último pase de Moreno y Fabianesi. Hacia la mitad del período, Garisto e Insua optaron por cambios: San Lorenzo, los volantes “por afuera”; Banfield, una de las puntas. A los dos les costaba llegar, había mucho forcejeo y poco fútbol. Nada mejoró un partido que se caía a pedazos.