EL PAíS
Paisajes de Catamarca
Silenciosa, conservadora, acostumbrada a que la gobiernen dos familias, la provincia que es escenario de Barrionuevo.
Por Felipe Yapur
Catamarca no es una provincia más del norte argentino. Es silenciosa, acostumbrada al status quo y, sobre todo, a que en los últimos 20 años fuera gobernada por dos familias –los Saadi y los Castillo– que manejaron a gusto y paladar los destinos de una provincia rica, sobre todo en minerales preciosos, y que hoy se debate en la peor crisis política, económica y social de su historia. En el marco de esa crisis, a esta Catamarca llegó otro de sus hijos “dilectos”, Luis Barrionuevo. Arribó con la sola intención de sacarles el monopolio a los dominadores a lo que dé lugar y hacerlo suyo. El senador, gremialista y candidato a gobernador desembarcó en la tierra que lo vio nacer con todo el bagaje que le depararon sus años en el campo sindical donde supo sobresalir. Con esa experiencia, Barrionuevo tejió un fuerte entramado de alianzas y devociones que las ciñó con fuerza, incluso con la fuerza de una amenaza. Algo de este particular universo que gira alrededor del gastronómico pudo presenciar Página/12 en los días previos y posteriores a los incidentes del 2 de marzo cuando se suspendieron los comicios donde debía elegirse gobernador y que Barrionuevo no participó porque estaba inhabilitado.
- El metamensaje. Un par de días antes de las frustradas elecciones en Catamarca, una de las principales preocupaciones de Luis Barrionuevo era mantener a la tropa justicialista unida detrás de su decisión de impedir la votación y así darle cuerpo a la idea de la proscripción. Si bien la Corte todavía no se había expresado en su contra, ya en las filas del PJ catamarqueño habían comenzado a escucharse voces en contra de la posición abstencionista del gastronómico. Uno de ellos era el candidato a intendente por la capital, Hugo Argerich. Este ya había dejado traslucir su intención de no acatar la orden ante algunos colaboradores más íntimos de Barrionuevo. El sindicalista estaba al tanto y aprovechó un encuentro con periodistas de medios nacionales para enfrentar al díscolo. Barrionuevo recibió a la prensa acompañado de Argerich. La pregunta sobre la existencia de espíritus levantiscos en su tropa no se hizo esperar, Barrionuevo sonrió antes de responder para decir: “Es posible que haya alguno pero le quiero decir algo. Yo no les mando a decir, si lo quieren hacer los mato yo mismo”, dijo poniendo énfasis en la palabra “mato”. Argerich, quien hasta ese momento se mantuvo quieto y en silencio, se incorporó en su silla y tragó saliva. Estaba pálido, sabía que él era uno de los destinatarios de esa frase. Esa misma noche, Barrionuevo repitió su advertencia con una vieja frase en el mundo justicialistas: “Que nadie saque los pie del plato”, bramó el sindicalista ante los principales candidatos del PJ.
- El rol de Ramón. La participación del ex gobernador Ramón Saadi en la campaña de barrionuevo prácticamente no existió. Saadi se contentó con haber conseguido el primer puesto en la lista de candidatos a senadores nacionales. Con eso, según Barrionuevo, se garantizaba la “unidad del justicialismo” catamarqueño. De todas formas, el gastronómico nunca quiso que Saadi participe: “El pobre es un vago. Se acuesta a las 4 de la mañana y se levanta a la cuatro de la tarde”, supo definir en su momento el frustrado candidato del PJ. Sin embargo, la supuesta vagancia de Saadi no impidió que éste operara para erosionar la base electoral del hombre que lo destronó de la conducción del justicialismo local. Desde hacía días que se sabía que había ordenado a su gente a no votar al PJ. La orden era clara: cortar la boleta y sólo votar al resto de los candidatos. Así lo reconoció uno de sus colaboradores quien había hablado con el sindicato de conductores de taxis y remises para que sus afiliados no se atrevieran a apoyar al sindicalista. Los colaboradores de Barrionuevo saben que hay una respuesta para esta “traición” y que sólo el jefe sabe cómo se concretará.
- Educación superior. Cuando Barrionuevo habla no para. Cuando habla mal de alguien o algunos, menos. El 3 de marzo ya estaba al tanto de lospedidos de expulsión del Senado por parte de los legisladores del radicalismo catamarqueño. “Me quieren expulsar, que lo hagan”, dijo con tono amenazante mientras se aprestaba a comer pastas en una hostería ubicada al oeste de la capital provincial, rodeado de verdes cerros, acequias de agua cristalina y árboles frutales. Luego sonrió, miró a los cerros, y lanzó: “Pensar que cuando llegué al Senado creí que me iba a educar. ¿Acaso ellos no son los padres de la patria? Iba a aprender todo lo que no pude hacer porque fui pobre. Pero me encontré con cada uno, con cada ladronzuelo”, dijo mirando con picardía a su gente, quienes lanzaron una carcajada mientras lo rodeaban y miraban con veneración cuasi religiosa. Los interrumpió levantando levemente su mano y buscó justificar su sentencia: “En realidad a mí no me gusta ser senador. Tenés que estar mucho tiempo sentado, escuchando estupideces. Yo soy un hombre de acción”.
- Ese amigo del alma. Barrionuevo y el gobernador, Oscar Castillo, tienen algo más en común que la simple decisión de ser dueño de vida y hacienda de los catamarqueños. Ambos comparten la amistad con el conspicuo dirigente radical, Enrique “Coti” Nosiglia. Tanto Castillo como Barrionuevo se disputan la continuidad de la amistad con el Coti y aseguran que éste ya no habla con el otro. Castillo le dijo a este diario, mientras le sacaba un cigarrillo tras otro a uno de los periodistas que conversaban con él, que la amistad entre Nosiglia y el gastronómico se había “enfriado” desde que comenzó la disputa por Catamarca. Barrionuevo dice lo contrario a sus allegados: “Castillo se peleó con todos en el radicalismo. No hizo interna y ahora pretende que el Coti le dé una mano”. Los barrionuevistas lo escucharon decir algo más a su jefe: “Para los negocios, el Coti sólo confía en mí”.
- El posible heredero. Barrionuevo está seguro que más que los incidentes que los militantes del PJ generaron para detener las elecciones, lo que le impedirán ser candidato a gobernador son los integrantes de la Corte Suprema. “Me quieren cobrar el entusiasmo de Graciela (Camaño) durante el juicio político”, suele repetir. Es por ello que desde unos días antes de los frustrados comicios ha comenzado la búsqueda de su heredero. El primer nombre que surgió fue el de su hermana, Liliana Barrionuevo. Entre la gente del gastronómico hay quienes dicen que a la actual diputada provincial “le haría falta un poco más de la inteligencia de Luis”. Sin embargo, el propio Barrionuevo lanzó el nombre de Raúl Jalil. El candidato muletto es un joven que lo acompaña a sol y sombra al gastronómico. Es el encargado de manejar lo que se conoce como “la caja” y proviene de familia justicialista. Su padre, Diego, fue el último intendente peronista de la capital. Se fue con la intervención federal y sospechado de que en su clínica Pasteur se intentó revivir y luego se lavó el cadáver de María Soledad Morales. Cuando Barrionuevo lanzó el nombre de Jalil como su posible reemplazante, éste secó nerviosamente el sudor de sus ojos, se sacó los lentes y respondió: “Dejate de joder, Luis”, reaccionó Jalil con esa cadencia al hablar que caracteriza a los catamarqueños y que tiene cierta similitud con la de los riojanos pero sin abusar del énfasis que ponen al pronunciar las esdrújulas. Todavía sigue sonando como el heredero.
- El mudo. Por si alguno todavía no se enteró, el contrincante de Barrionuevo es el senador Eduardo Brizuela del Moral. Este hombre de voluminosa humanidad y de exasperante parsimonia, fue el mejor partenaire del verborrágico sindicalista. Jamás lo enfrentó y, cuando lo hizo, ni siquiera se animó a nombrarlo. Tal es el perfil de este senador que el slogan que le eligió la consultora del brasileño Duda Mendonça no pudo ser más acorde a su personalidad: “No habla pero hace”. Los asesores brasileños sufrieron con el candidato. En los días previos a los accidentados comicios, las reuniones donde debían ajustarse los ejes de la campaña se realizaban sin la participación de Brizuela, quien preferíasoportar las horas de debate que se producían en el living de su casa ensobrando cartitas para los electores. Barrionuevo lo bautizó como el “mudo”, pero luego pensó que era demasiado el alias del mejor cantante de tangos de la historia. Entonces lo cambió por “sandía”, porque crece acostada. Brizuela jamás respondió, Barrionuevo cada vez que lo dice estalla en una carcajada.