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Dante era un silvestre
Por Diego Bonadeo
Dante Panzeri era un silvestre. No aceptaba ser domesticado...” Lo dijo Jorge Listosella, quien fue, además de compañero de trabajo, entrañable amigo de Dante Panzeri, en el acto en el que se recordaba a Panzeri a veinticinco años de su supuesta muerte –el 14 de abril de 1978–, dirigiéndose puntualmente a chicos de escuelas y del profesorado de Educación Física.
La idea fue de algunos “silvestres” marplatenses del club Quilmes, que aprovechando la generosidad de otro militante del palo del Dante, Pablo Ramírez, que donó maravillosa documentación de Panzeri, decidieron que el rescate de la memoria era imprescindible para construir la identidad y decidieron fundar la “Biblioteca Dante Panzeri”.
Todo fue el día en que se recuerda al primer periodista argentino desaparecido, Mariano Moreno, en coincidencia con la aparición del primer número de La Gazeta de Buenos Aires, el 7 de junio de 1810. Pero pudo haber sido cualquier otro día.
Panzeri, nacido en Rosario, con San Francisco de Córdoba como patria chica y Buenos Aires y la revista El Gráfico como sus “hábitat” de postadolescencia, murió –supuestamente, murió– en Buenos Aires. Pero el rescate fue marplatense. Y allí estuvimos varios de quienes en gran medida somos quienes somos y lo que somos, para bien o para mal, porque alguna vez leímos u oímos a uno de los personajes más inclaudicables que el periodismo de verdad tuvo en nuestro país.
Muchos que ni siquiera tuvieron el privilegio de conocerlo y varios que compartimos con Panzeri cosas del laburo, del deporte, de la vida y de las utopías, estuvimos en Mar del Plata, en el club Quilmes, para demostrarnos que somos más de lo que “ellos” creen y también más de lo que nosotros mismos creemos ser. Y para darnos un baño de dignidad.