EL PAíS › "SE VE QUE ESTA ACOSTUMBRADO A TOMAR DECISIONES", DIJO A KIRCHNER
Walsh despejó el camino para la presión amistosa de Powell
Antes de viajar a Brasil en su primera visita oficial, Kirchner recibirá hoy al jefe de la diplomacia norteamericana. Planteará a Colin Powell el mismo tríptico que anoche explicó al embajador Walsh: lucha antiterrorista, seguridad jurídica y más tiempo para la deuda. En cambio, no habría acuerdo argentino para enviar gendarmes a Irak.
Por Martín Granovsky
James Walsh, embajador de los Estados Unidos, no se había encontrado nunca con el presidente Néstor Kirchner y ayer usó su mejor castellano para elogiarlo: “Se nota que usted es un hombre que tiene experiencia en tomar decisiones”. Fue el prólogo de la reunión que Kirchner mantendrá hoy con el secretario de Estado Colin Powell, que intentará mantener su cabeza en Buenos Aires cuando la atención del Departamento de Estado se concentra en Medio Oriente.
Durante la campaña Kirchner hizo gala de que no había recibido al embajador norteamericano. A su vez, Walsh había viajado a los Estados Unidos a visitar a su madre enferma y eso le impidió estar en la asunción de Kirchner, el 25 de mayo último. Dos buenos antecedentes para un encontronazo que, sin embargo, no se produjo.
En la reunión de anoche el Presidente, flanqueado por el futuro embajador en Washington, José Octavio Bordón, y el jefe de gabinete de Rafael Bielsa, Eduardo Valdez, dijo que su gobierno se guía por tres puntos.
El primero es la búsqueda de un nivel de seguridad jurídica que permita “el desarrollo de la Argentina”. Según Kirchner dijo a Walsh, su ofensiva sobre el Congreso para que acelere el juicio político a la Corte Suprema responde a ese objetivo de seguridad jurídica. El Presidente dijo al embajador que no pensaba arremeter tan pronto, pero se enteró de maniobras que no quería tolerar.
El segundo punto es la lucha contra el terrorismo. “Y mi objetivo no es retórico, ya que por eso abrí los archivos de la Secretaría de Inteligencia del Estado en el caso AMIA. Los Estados Unidos deben saber que esa lucha será inclaudicable.”
El tercer tema es “un acuerdo con el FMI espaciado en el tiempo, que permita crecer a la Argentina”.
En rigor, Kirchner no hizo otra cosa que adaptar su política interna a una vitrina exterior. Le puso luces especiales para que resultara atractiva vista desde Washington.
–Los seis primeros meses son claves –repitió también ante Walsh en lo que parece su máxima suprema sobre el tiempo en que se puede fijar un rumbo cuando el poder aún está fresco.
–En los dos primeros meses voy a estar acompañando su gestión –dijo Walsh, quien después dejará la embajada en la Argentina y el servicio exterior en calidad de activo.
Como para presentarse ante quienes no lo conocen bien, el embajador recordó que había participado de un intercambio estudiantil a fines de los ‘60, y que algunos de sus “familiares” argentinos están desaparecidos. Cuando el diplomático vio a Kirchner, el Presidente tenía sobre la mesa un pequeño libro acerca de los desaparecidos del gremio telefónico.
En la reunión Walsh elogió a Bordón, conocido suyo de cuando era consejero político de Terence Todman, once años atrás.
–Llevará a los Estados Unidos el pensamiento de su gobierno –dijo, asumiendo que los países siempre valoran la relación directa del embajador con el Presidente.
El embajador cerró con otro mensaje más:
–Si los temas que usted mencionó, señor Presidente, son los que forman la agenda entre la Argentina y los Estados Unidos, no tenga duda de que en la medida de sus posibilidades mi gobierno hará todo lo que pueda.
De la reunión de anoche el Gobierno ya puede sacar una conclusión: está garantizado por lo menos el tono positivo del encuentro con Powell que Kirchner tendrá esta misma mañana a las 10.
A pesar de lo que cree el folklore político local, un embajador de los Estados Unidos jamás dice su opinión personal ante una autoridad del gobierno. Los embajadores se mueven por instrucciones muy precisas y detalladas que marcan el tono, el énfasis, el temario y el nivel de acuerdos y desacuerdos. Walsh recibe instrucciones del propio Powell y deCurtis Struble, el subsecretario del Departamento de Estado a cargo de América latina, dos de los norteamericanos que verán a Kirchner.
El Presidente cuenta con una ventaja. Las afirmaciones de Walsh en la entrevista indican que al menos la diplomacia estadounidense no plantea la relación con la Argentina como si Kirchner fuera el Hugo Chávez de la Patagonia. Para la administración norteamericana, Chávez es un caso perdido y forma el “Eje del Mal” con Fidel Castro. Un editorial del Washington Post había descripto a Kirchner como un gobernador de arrestos populistas y estatistas, es decir como un Chávez en potencia, pero el Departamento de Estado no asumió a Kirchner como un adversario a derrotar. El santacruceño tiene en Washington el beneficio de la duda. En estos casos la Casa Blanca toma la palabra de los nuevos presidentes y prueba centímetro a centímetro cómo puede influir.
Un caso será el del envío de gendarmes argentinos a Irak. Si Powell lo tira hoy sobre la mesa puede recibir un no. La Argentina no estaría dispuesta a mandar fuerzas de seguridad para mantener la paz cuando el paraguas de la operación bélica no lo puso la Organización de las Naciones Unidas. Para evitar el no, el secretario de Estado podría formular el pedido como deseo. Luego las segundas líneas, Walsh incluido, reciclarán el deseo en reclamo. Lo mismo sucederá con las negociaciones para formar el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA). La Argentina y Brasil quieren demorar la integración, programada para el 2005. Pero un funcionario de Relaciones Exteriores dijo a Página/12 que ayer Bielsa asumió la presidencia de la Cuarta Cumbre de las Américas, que debería reunirse en la Argentina en el segundo semestre del 2005. Ese será otro punto de presión norteamericana, sobre todo cuando Brasil y la Argentina se acerquen a Europa.
De todos los funcionarios argentinos que participarán de la reunión de hoy junto a Kirchner, Bielsa es el que vendrá con el precalentamiento mayor. Compartió con Powell la asamblea general de la OEA en Chile y llegará con él a Buenos Aires.
Los discursos de ambos marcan las diferencias. Powell hizo centro en la situación cubana, y reclamó un cambio de régimen. “Los tiranos, los traficantes y los terroristas no pueden contra una comunidad interamericana de fuertes democracias, ciudadanías saludables y economías dinámicas”, dijo a un foro donde el tema era la gobernabilidad.
Bielsa prefirió decir que “una democracia consolidada y estable es la verdadera vía para acceder al desarrollo económico y social”, y dijo que “no hay democracia sostenible con exclusión social”. Planteó que el objetivo es “un crecimiento económico con equidad y justicia social”. El canciller recordó que “la Argentina padeció recientemente una de las más importantes crisis de su historia que puso a prueba las instituciones de la República, la credibilidad en el sistema y la gobernabilidad en el sentido más amplio”. Dijo que “los problemas de la democracia se solucionan con más democracia, con más libertades y no con menos; con más justicia y no con impunidad”.
Powell representa a un gobierno teñido por el peso hipertrofiado de la seguridad (su seguridad) en las relaciones internacionales. Bielsa, a un país donde la seguridad está marcada, más bien, por la seguridad alimentaria, como se llama en Brasil.
“Ciudadanos somos todos y todos nos igualamos en el voto, pero allí, entonces, cuando los ciudadanos determinan que algunos bienes y servicios deben estar al alcance de todos, esos bienes y servicios de carácter público son centrales para definir la gobernabilidad”, dijo el presidente chileno Ricardo Lagos frente a la OEA. Un discurso que comparten Kirchner y Bielsa y también su interlocutor de mañana, en Brasilia, Luiz Inácio Lula da Silva.