La Selección Argentina sumó otros noventa minutos de prueba y superó el examen con buena nota. No sólo por el 3-2 con que se impuso a Suecia en Estocolmo, mucho más cómodo en el desarrollo que en el resultado, sino también por la identidad que viene consiguiendo, con individualidades que cada vez se entienden mejor dentro del campo. A corregir quedaron los envíos aéreos –por esa vía llegó el empate transitorio de los suecos– y la endeblez de los laterales, que pagan los platos rotos por el esquema que permite convivir a los cuatro atacantes.

Como una marca registrada de los últimos tiempos de Argentina en la era Sabella y como pocas selecciones en el mundo lo pueden mostrar, el conjunto nacional hizo gala de su poder ofensivo. A los dos minutos, en su primera llegada a fondo, se puso en ventaja con un envío bajo de Higuaín, que buscaba el segundo palo, pero se desvió en Lustig y se metió en el primero. El picante ataque argentino rompía la línea que pretendía formar el lento fondo sueco. Por eso, las chances de gol no tardaban en sucederse.

Claro que, en medio de su artillería ofensiva, también quedaron expuestas sus debilidades defensivas. En primer lugar, por la fragilidad de los marcadores de punta, que quedan expuestos por el esquema: con dos volantes por el centro (Gago y Mascherano) y con cuatro atacantes (Messi, Agüero, Di María e Higuaín), los laterales tienen que arreglarse solos en toda la banda y, muchas veces, en inferioridad numérica. Y el segundo problema fueron los pelotazos aéreos, que exponen la otra debilidad del conjunto de Sabella. Esa fórmula les sirvió a los suecos para llegar al empate, con un cabezazo de Olsson, tras un corner desde la derecha. Campagnaro no llegó en el salto, el central sueco se zafó de la marca de Fede Fernández y Romero no respondió bien ante el cabezazo.

Pero como tantas otras veces, la debilidad defensiva se compensó con creces con la voracidad en ataque. Un minuto después de la igualdad, Di María cruzó la cancha a pura velocidad y potencia antes de colocar un pase perfecto para Agüero, que sin dominar la pelota tocó por encima de Isaksson para devolverle la ventaja al conjunto argentino. Entonces llegó la mejor versión del equipo albiceleste, con un primer pase de Gago siempre preciso, con las diagonales hacia afuera de Agüero, las genialidades de Messi para romper cualquier intento defensivo y el oportunismo de Higuaín, que aprovechó un rebote largo del arquero ante un remate del crack del Barça.

La diferencia entre ambos equipos era clara y siempre estaba la sensación de que otro gol podía llegar. Pudo haber sido de Messi, que le picó la pelota a Isaksson, pero el arquero rechazó de chilena cuando el balón parecía ya adentro. Y también pudo ser de Agüero, tras una notable asistencia de Gago, pero remató afuera tras eludir el arquero. El partido se fue desvirtuando a partir de los numerosos cambios. Pero ni eso ni el golazo de tiro libre de Elm sobre la hora alcanzaron para opacar otra actuación convincente.

2- SUECIA

Isaksson; Lustig, Granqvist, J. Olsson, M. Olsson; Larsson, Svensson, Kellstrom, Kacaniklic; Ibrahimovic, Hysen.

DT: Erik Hamren.

3- ARGENTINA

Romero; Zabaleta, Garay, F. Fernández, Campagnaro; Gago, Mascherano; Agüero, Messi, Di María, Higuaín.

DT: Alejandro Sabella.

Estadio: Friends Arena de Estocolmo.

Arbitro: Anthony Gautier (Francia).

Goles: 2m Lustig (S), en contra; 17m Olsson (S); 18m Agüero; 22m Higuaín; 90m Elm (S).

Cambios: 45m Ranégie por Ibrahimovic (S), Montillo por Di María (A); 59m Johansson por Lustig (S) y Elm por Svensson; 60m Ansaldi por Zabaleta; 67m Banega por Gago (A); 74m Lavezzi por Agüero; 76m Durmaz por Kacaniklic y Wernbloom por Kellstrom (S); 90m Di Santo por Higuaín (A).