Desde Villa Carlos Paz

A los cordobeses les gusta decir que los autos del Campeonato Mundial de Rally (WRC) son “los Fórmula 1 de la tierra”, pero a veces parecen ser mucho más difíciles de manejar que un F-1, como lo demuestra el polaco Robert Kubica, en este exigente Rally de la Argentina que organiza el Automóvil Club (ACA) y que en la primera jornada dejó fuera de combate a varios pesados del camino.

En 2008, Kubica ganó su único Grand Prix, en Canadá, peleó el título mundial de F-1 que finalmente ganó Lewis Hamilton y fue considerado uno de los mejores pilotos de esa temporada. Sin embargo, un accidente en un rally de segundo orden en 2011, en el que se lesionó seriamente el brazo derecho, lo alejó para siempre de la máxima categoría de pista en el mundo. Repuesto, pero con pérdida de movilidad en el brazo, insistió con el rally, ya no como divertimento, sino en serio, y en 2013 ganó el título del WRC2, la antesala del Mundial. Pero este año se dedicó con denuedo a coleccionar piñas...

Chocó su Ford Fiesta RS WRC de casi 400 HP en todos los rallies del 2014; en México lo hizo en cuatro ocasiones, dos en las pruebas y otras dos en la carrera. A la Argentina vino con el copete bajo. “En tierra no puedo tratar de ir más rápido –se sinceró–. Tengo que poder terminar una carrera.” Enorme desafío para un piloto que parece correr con fuegos artificiales entre la butaca y el buzo antiflama.

Especialmente, porque esta edición se tornó durísima, con los caminos lavados por las lluvias y la piedra al descubierto. Mads Ostberg (Citroën), que había prometido un podio, perdió una rueda de su DS3 en un vado y se lastimó una mano; Mikko Hirvonen (Ford) se “comió” una curva rápida en la hoja de ruta y al pegarle a un paredón de piedra evitó caer por el precipicio; el estonio Ott Tanak (Ford) protagonizó un espectacular vuelco, todo durante la mañana de ayer; a la tarde se rompieron los motores de los dos Hyundai de Neuville y Sordo, y volcaron tres pilotos del torneo argentino: Padilla, Kovacevich y García Hamilton.

Pero el polaquito que maneja con una sola mano (“No es fácil, ¿eh?”) cambió la suerte y, manso y tranquilo, terminó el día sin un solo rasguño, en la quinta posición, a casi 4 minutos del líder, el finlandés Jari-Matti Latvala (VW Polo R), que corrió a poco más de 80 km/h y le sacó 18s de ventaja a su compañero, el campeón Sebastian Ogier. El tercero, Kris Meeke (Citroën DS3 WRC), quedó a más de un minuto. Tan traicionero es el camino que el piloto extranjero más popular del Rally, el qatarí Nasser Al-Attiyah, ducho en las lides del Dakar y que aquí corre un Ford WRC2, aseguró que lo de ayer le sirvió de entrenamiento... y está séptimo en la general mientras lidera su clase.

El peligro no fue reservado exclusivamente para visitantes. David Nalbandian quedó colgado del camino con su Chevrolet Agile en una salida de pista. “Sobrevivimos y aquí estamos”, dijo el ex tenista que se ubicó 23 entre 31 en la prueba por el campeonato argentino que disputan los expertos Claudio Menzi (Ford), Miguel Baldoni (Peugeot) y el campeonísimo Federico Villagra (Ford). “Seguimos aprendiendo”, indicó el cordobés; a su coterráneo, compañero de equipo y ex delantero de la Selección Argentina, Claudio “Piojo” López, lo traicionó el motor.

La segunda etapa se disputa hoy sobre caminos del valle de Calamuchita. ¿Seguirá aplicando Kubica la lección? ¿Seguirá aprendiendo Nalbandian? Habrá más de 160 kilómetros de tierra y vados para comprobarlo.