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En un partido parejo, en el que prevalecieron los errores defensivos y la previsibilidad en el juego, San Lorenzo se quedó con una justa victoria tras derrotar, de visitante, por 2-1 a Chicago, que sobre el final sufrió la expulsión de Ariel Graña. Los goles fueron anotados por Pablo Zabaleta y Jonathan Santana –la figura del encuentro– para los de Boedo, mientras que el uruguayo Leo Ramos marcó el descuento, de penal, para los de Mataderos. Más allá del resultado, ambos conjuntos quedaron en deuda con sus hinchas, muy lejos de un buen rendimiento.
En el primer tiempo, ni San Lorenzo ni Chicago lograron imponerse claramente ni sacarse grandes diferencias. Ambos buscaron llegar rápido al área contraria, pero tenían dificultades propias como para resolver en los últimos metros y generar situaciones claras de peligro. Sin embargo, San Lorenzo consiguió golpear primero, con un cabezazo de Zabaleta, a los 12 minutos, luego de un centro de Santana. Los de Mataderos, que sufrían la falta de un conductor, tuvieron una chance de empatar, a los 35, pero el arquero José Ramírez le tapó un cabezazo a Daniel Tilger y también descolgó una pelota llovida que se le iba muy cerca del travesaño.
Dos minutos más tarde, Santana amplió la diferencia con un zurdazo impecable, a los 37, luego de un centro del Beto Acosta, en el que San Esteban se quedó sin reacción. El ex Chicago no quiso festejar el tanto. Además de los goles, el equipo de Néstor Gorosito –que no la pasó bien, porque los hinchas locales le enrostraron su inesperada salida del club– tuvo dos llegadas más: un mano a mano de Carreño, que ganó González, y un remate de Michelini, quien remató solo desde el medio del área, pero el disparo se le fue alto.
En el complemento, los de Boedo apostaron todas las fichas al contraataque, para tener sólo dos llegadas más o menos serias, y los de Mataderos, obligados a ir a buscar el descuento, se quedaron rápidamente sin ideas, complicados quizá por el viento que por momentos hacía incontrolable la pelota.
El descuento llegó gracias al árbitro Claudio Martín, que compró un penal fabricado por Jara ante un quite de Aldo Paredes. Ejecutó Ramos y acortó la distancia, a los 73. Lo que siguió fue un aceleramiento de los dos equipos y algunas chances más para anotar.