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Hoy y mañana, como en los viejos tiempos, los ojos del boxeo argentino mirarán a Japón. Hoy, porque Omar Narváez hará en Tokio la duodécima defensa de su título supermosca de la Organización ante el ex campeón de los minimoscas, Naoya Inoué. Y mañana porque en Osaka, Israel Pérez buscará la corona de los superplumas de la Federación ante el campeón Takahashi Uchiyama. TyC Sports transmitirá ambas peleas desde las 8 horas.

A priori, podría decirse que Narváez tiene el compromiso más aliviado: Inoué cuenta apenas con 21 años de edad, suma sólo siete peleas profesionales, todas ganadas, con seis victorias por fuera de combate, y saltará dos categorías para desafiarlo. Pero conviene ser prudente en la apreciación. El japonés viene en ascenso, ganó y defendió este año el cetro de los minimoscas del Consejo y no vaciló cuando le ofrecieron la posibilidad de subir 3,200 kg (una enormidad en categorías chicas) y retar a un campeón tan consolidado como lo es el chubutense. Le sobra confianza.

Con 39 años cumplidos y un record de 43 triunfos (23 antes del límite), dos empates y una derrota, Narváez volverá a hacer algo que hace más de tres años que no hace: combatir en el exterior. Desde aquella derrota de 2011 ante el filipino Nonito Donaire, por la corona de los gallos del Consejo en el Madison de Nueva York, que no se presenta fuera de las fronteras nacionales. Antes, cuando fue campeón mosca de la OMB, entre 2002 y 2009, peleó y ganó en Italia, Francia y España. Pero luego prefirió la comodidad (y el bajo riesgo) y expuso reiteradamente su título en la Argentina.

Ahora, su manager Osvaldo Rivero le consiguió una buena bolsa y una pelea complicada. Y Narváez recogió el guante. Como también le sobra confianza, y en su última defensa ante el mexicano Felipe Orucuta en Villa María (Córdoba) demostró la vigencia de todas sus virtudes (las piernas prodigiosas y la izquierda en punta y cruzada a la cabeza como llave maestra), el chubutense se decidió a cruzar el Pacífico para enfrentar a un retador 18 años más joven y desbordante de ambición.