DEPORTES › OPINION

El onanismo del “telebeam”

 Por Diego Bonadeo

“Marche un telebeam Consolidar” vociferaba el relator oficial de la televisión del régimen mientras su compañero de cabina, el relator de repeticiones, se regodeaba puntualizando, milímetro más, centímetro menos, si había sido dentro o fuera del área, o si la posición era o no adelantada. Eran los tiempos fatídicos de las “aefejotapés” –fatídicos, por cierto, para los futuros jubilados, no para quienes engrosaban pautas publicitarias y extractos bancarios– que sponsoreaban el supuestamente “novedoso” sistema, tecnología más propia de soplones de comisarías o de fisgones de canales codificados.
Disparador para discusiones inconducentes, el telebeam jamás sirvió para revertir una injusticia, propia de árbitros o jueces de línea, que tienen tanto derecho a equivocarse como los jugadores o los periodistas. Tampoco para poder disfrutar una y otra vez un caño de Aimar o una bicicleta de Tevez. Sí un codazo de Schiavi o una plancha de Celso Ayala. Solamente el rugby, incluso en campeonatos mundiales, recurrió al método para determinar, por ejemplo, si quien portaba la pelota en el momento de apoyar antes, en, o más allá de la línea del in-goal, lo había hecho como para convalidar el try.
Dicen que en el fútbol norteamericano, actividad de cabotaje circunscripta a países geográficamente ubicados en el “eje del mal”, también se utiliza. Pero pocos días atrás, en el Abierto norteamericano de tenis en Flushing Meadows, no menos de tres pelotas jugadas por Serena Williams en su partido contra Jennifer Capriati, y que el telebeam mostró como buenas, fueron dadas por malas. La única consecuencia fue el alejamiento de la jueza de silla portuguesa para el resto del torneo. Solamente sirvió para que esta columna tuviera razón de ser escrita. Onanismo puro.

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