DEPORTES › OPINION
Vale la pena oír a Kempes
Por Diego Bonadeo
El “síndrome del mandato cumplido”, afección generalizada entre ciertos políticos, en especial legisladores no reciclados, que los hace simplemente por “síndrome” y no necesariamente por dinero o por migajas de poder, volver periódicamente a los lugares de sus hábitos en tiempos en que “cumplían mandato”, se da también en otros órdenes de la vida. Artistas, periodistas, cantantes, “opinators” en general, y también deportistas tienden muchas veces a volver a los lugares de mayor o menor notoriedad, a sus antiguas “vidrieras”.
En el caso de los futbolistas –o por mejor escribir, ex futbolistas o, en todo caso, también directores técnicos que nunca fueron futbolistas, o por lo menos no fueron conocidos–, el ejemplo más paradigmático es la mesa de los galanes trucha que regentea Fernando Niembro en Fox Sports con título de verdad revelada: “La última palabra”.
Durante muchos años, en tiempos de Fioravanti y Borocotó, Roberto Cherro y José Salomón –ex Boca y ex Racing, respectivamente– nos contaban de fútbol por radio en las décadas del ’40 y ’50. Roberto Sbarra –ex Estudiantes de La Plata– fue años después comentarista de José María Muñoz. También fueron columnistas de diarios, entre otros, Roberto De Vicenzo, César Menotti y Alberto Demiddi. Muchos otros hacían como que firmaban lo que otros escribían. Por estos tiempos, quizá una de las brisas más oxigenantes fue la incursión de Quique Wolff –pese a cierta zalamería innecesaria– en especial por su incursión en ESPN.
Pero el último aporte valiosísimo de los ex es el de Mario Kempes, también en ESPN, como comentarista de la Liga Española con tanta simpleza como acierto, en reemplazo de un patético tacticista de apellido Velásquez, si uno no recuerda mal. Una mezcla innecesaria del Chavo Fucks, por la aparente autoridad que les da a sus dichos el tono grave de su voz, y de Adrián Paenza, por su empecinamiento en imaginar partidos que no existen. Con Kempes volvió el discurso de fútbol que le gusta a la gente.