EL PAíS
Pese a las gestiones oficiales, el conflicto del subte sigue su marcha
Ayer se cumplió el segundo día de paros. El Gobierno intimó a la empresa y a los trabajadores a negociar. Los trabajadores, que piden un aumento de sueldos, discutían anoche cómo seguir.
Por Laura Vales
Tras cumplir el segundo día de paros en reclamo de un aumento de sueldos, los trabajadores del subte discutían anoche cómo continuar las medidas de fuerza, en un clima que va tensando el conflicto. Ayer la protesta interrumpió los servicios de 6 a 9 de la mañana y de 3 a 6 de la tarde. Decidido a mantener una intervención fuerte en el tema, el Gobierno intimó a los trabajadores a “dejar sin efecto el paro” y a Metrovías a “reestablecer en forma inmediata las negociaciones”. Sin embargo, el día terminó sin que se pudieran anunciar avances.
La intimación fue dada a conocer por el subsecretario de Relaciones Laborales del Ministerio de Trabajo, Guillermo Alonso Navone, uno de los funcionarios de la cartera que viene conduciendo las negociaciones. Navone criticó a las partes porque, opinó, “ni el pedido de aumento del 53 por ciento para los salarios recientemente ajustados, ni la ausencia de una contrapropuesta adecuada por parte de la empresa contribuyen a lograr un acuerdo”.
El ministerio envió la intimación a la compañía y a la Unión Tranviarios Automotor, como un gesto previo al dictado de la conciliación obligatoria, una decisión más difícil debido a que el cuerpo de delegados anticipó que no la acatará. La conciliación obligaría a las partes a suspender transitoriamente cualquier medida mientras se sigue negociando. Pero en el caso de que los trabajadores la rompieran, la empresa estaría habilitada para efectuar despidos, lo que alimentaría el conflicto.
En la cartera laboral trataban por esto de no tomar una definición antes de tiempo. Durante el día, aunque no se hicieron reuniones formales, hubo varias rondas de consultas. Al mismo tiempo un grupo de inspectores se llevó documentación de Metrovías para hacer un relevamiento salarial, a raíz de la confusión que hay sobre el verdadero monto de los sueldos.
Metrovías sostiene que el salario más bajo en la empresa es de 1200 pesos, pero los trabajadores mostraron recibos de sueldo de 681 pesos, tras lo cual Metrovías mostró otros recibos por montos mayores.
La discusión por los salarios viene del año pasado. El reclamo sindical, de un aumento del 53 por ciento, originó cuatro paros a fines de año. En diciembre hubo un principio de acuerdo: la empresa pagó una suma fija y otorgó un aumento de 100 pesos. La propuesta fue aceptada por el gremio, a condición de continuar discutiendo en enero. Pasada la tregua, las partes no consiguen avanzar en un entendimiento. Es en base al tiempo transcurrido desde que comenzaron las conversaciones que los delegados hablan de rechazar la conciliación. “Ya hubo diferentes tipos de variantes, diálogo voluntario, conciliación y luego un acuerdo para trasladar la discusión hasta después de enero, pero la empresa sigue en su postura intransigente”, sostenía ayer el cuerpo de delegados.
Metrovías ofreció, el jueves, una mejora salarial del 8 por ciento, que fue rechazada porque según los cálculos de los trabajadores está por debajo de los 100 pesos, que fueron otorgados a cuenta de futuros aumentos.
Juan Ordóñez, vocero de la empresa, señaló a Página/12 que Metrovías “no tiene ninguna posibilidad de hacer frente a una suba del orden del 53 por ciento” y agregó que la compañía “solicitó al ministerio que dicte la conciliación obligatoria”.
El argumento del cuerpo de delegados es que los trabajadores tienen derecho a esa mejora porque la empresa aumentó sus ganancias. “Desde el año ’93, cuando se hizo cargo de la concesión, hasta hoy la cantidad de pasajeros transportados subió en un 77 por ciento y el boleto se encareció, pasando de 45 a 70 centavos”, dijo Roberto Pianelli, delegado de la línea E.
La concesionaria tiene una planta de 1900 personas. Sus servicios son utilizados cada día por unos 700 mil pasajeros. En defensa de su postura,la compañía alega que sufre pérdidas, punto que ha disparado otra polémica no menor que la del monto de los sueldos.