DEPORTES › ONCE MIL PERSONAS EN LA REAPERTURA DEL ESTADIO

Rivas-Narváez y el Luna lleno

Como un sueño. De pronto se juntaron la nostalgia, la emoción, el recuerdo de Tito Lectoure, el retorno de los clásicos sábados de boxeo. El mítico Luna Park le reabrió sus puertas al deporte de los puños. Fue una noche distinta, casi de novela. De gala, acaso como la imaginó su hacedor. De una u otra manera estuvieron todos: presentes en vivo y ausentes corporalmente, pero no en la memoria. Con un escenario casi abarrotado en medio de un incesante ingresar de personalidades, y mientras afuera había más de dos cuadras de cola de quienes pugnaban por ingresar al estadio, el gran homenaje comenzó.
Dos pantallas gigantes, una sobre Madero y la otra sobre Bouchard, dieron el golpe inicial. Allí se pudieron ver y escuchar testimonios de Mercedes Sosa, de Bergara Leumann, de Maximiliano Guerra, de Mariano Mores, de Víctor Heredia, entre otros. Bernardo Neustadt fue silbado (el único). A la hora de los homenajes, los nombres de los periodistas Osvaldo Caffarelli y el de Horacio García Blanco sonaron muy fuerte. Luego la presencia en el ring de un gran número de ex campeones mundiales: Locche -dueño de la gran ovación de la noche–, Chacón, Castro, Rodrigo Barrios, Marcelo Domínguez, Carlos Zalazar, Néstor Giovanini, Falucho Laciar, Accavallo, Castellini, Palma, prácticamente todos.
Y después las peleas. Al cierre de esta edición, el Luna ardía como en las mejores noches.

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